A tres meses de la desaparición del ARA San Juan, la querella integrada por familiares de los tripulantes le requirió a la jueza Marta Yáñez que indague a dos suboficiales y un superior que se encontraban en funciones el fatídico 15 de noviembre de 2017 y habrían desestimado -y luego anotado tardíamente- tres frecuencias supuestamente emitidas por la nave a las 14:18, es decir, cuatro horas después de la explosión.
El paradero de la nave es un misterio.
El primer apellido entregado a la Jueza fue el del suboficial primero Rubén Espínola, supervisor de comunicaciones de la Base Naval Mar del Plata, quien a las 14:18 del 15 de noviembre escuchó tres frecuencias distintas, de pésima calidad sonora, que entendió eran emitidas por el submarino.
La querella también requirió que se indague a Valeria Noemí Carranza, suboficial primera de la base de Puerto Belgrano, quien recibió el llamado de Espínola ante la imposibilidad de este último de descifrar lo que estaba diciendo el emisor y desestimó que provengan de la nave, por lo que ni siquiera asentó la cuestión en el libro de guardia, según consignó Infobae.
El 18 de noviembre, y ante el inicio de las tareas de búsqueda y rescate de la tripulación encabezadas por la Armada, Espínola le requirió a su jefe que anotara en el libro de guardia, de forma tardía, las frecuencias emitidas a las 14:18. La autorización para hacerlo llegó el 20 de noviembre, de parte del teniente de Corbeta Guillermo Conci, quien también podría sumarse a la ronda de testimoniales.
En rigor, Espínola, Carranza y Conci fueron propuestos para ocupar los primeros tres lugares en la lista de testigos, una vez que Yáñez decida volver a tomar declaración.
La magistrada podría llamar a testimonial a los tres marinos.
Giro inesperado
El testimonio de estos integrantes de la Armada es relevante porque podrían dar por tierra con la versión de que el submarino se fue a pique tras la explosión registrada a las 10.30 y que pudo haber navegado varias millas más a la deriva, en lo que los marinos denominan estado de “flotación de mar”. Esto, a su vez, comprobaría que el área de búsqueda designado por la Armada fue errónea y que la nave podría encontrarse en otra zona.
Cuando se le consultó al vocero Enrique Balbi sobre estas tres frecuencias, respondió que podrían haber sido emitidas por otro buque de la Armada que intentó comunicarse con el submarino. Sin embargo, expertos navales coinciden en que de ser así, el registro de la comunicación habría quedado en la nave que emitió el llamado y la fuerza naval podría saber si efectivamente se emitió de alguno de sus buques.
Por otra parte, si los llamados provinieron del ARA San Juan, también se catapulta la versión de que la última comunicación del submarino se produjo alrededor de las 7.30 de ese día.
Además de estos posibles llamados a testimonial, la Jueza del caso pidió los tratados internacionales firmados por Argentina para verificar si la Armada cumplió con ellos al enviar al submarino a aguas internacionales.