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La "road movie" electoral de Kicillof: peronismo entre pogo, mate amargo y críticas a Vidal

El flamante candidato a gobernador recorre desde hace tres años diversos pueblos y ciudades de la Provincia a bordo de un Clío tres puertas que maneja un amigo. Cómo es la campaña "on the road" del ex ministro que busca derrotar a María Eugenia Vidal.

por Agusti­n Gulman

10 Junio de 2019 13:09
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Desde el fondo, una mujer aprovecha la pausa de Axel Kicillof en su discurso y le grita:

- Te amo, Axel.

Kicillof se ríe y sigue. Le queda apenas un hilo de voz y a cada rato bebe un sorbo de agua. Habla de su preocupación por una campaña direccionada y por las fake news. Cada tanto eleva la voz y hasta hace algunos chistes, casi como si fuera un stand up peronista. “Vamos a ganar en la Nación y también en la Provincia”, cierra enfático.

Cuando termina, sin embargo, no suena la marcha peronista ni el ya clásico “vamos a volver” que se escuchó por primera vez el nueve de diciembre de 2015, cuando Cristina Kirchner abandonaba el poder. Kicillof cierra su discurso y suenan Los Redondos. Suena Jijiji, la canción que dio origen al famoso “pogo más grande del mundo”. Y el ex ministro de Economía, diputado nacional y flamante candidato a gobernador bonaerense se entrega al público como si fuera un rockstar. De pronto sus movimientos ya no dependen de él: lo lleva la marea de militantes que buscan, desesperados, una selfie, un abrazo o la firma de un libro.

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La fórmula Axel Kicillof-Verónica Magario fue anunciada de un modo particular. El lunes 27 de mayo Cristina Kirchner y Alberto Fernández tuitearon una foto junto a ellos. Aquella imagen fue tomada en la previa del acto que habían compartido en Merlo, días antes. Un día después, el martes por la tarde, los intendentes del conurbano confirmaron que el ex ministro de Economía y la intendenta de La Matanza competirían contra María Eugenia Vidal, la figura con mejor imagen dentro de Cambiemos.

Pero la candidatura comenzó a gestarse mucho antes, con recorridas por distintos pueblos bonaerenses. Recorrió más de 70 municipios y visitó varias provincias. La “road movie” de Kicillof es bastante peculiar: junto a un grupo de amigos y colaboradores se trepa a un Renault Clío gris de tres puertas y salen a la ruta. Visitan tres o cuatro pueblos acompañados por un referente de esa sección electoral. Entran a fábricas, se reúnen con comerciantes y empresarios locales; visita a algunas familias en sus casas, comparte un almuerzo y cierra en un lugar que se llena de público: puede ser una plaza, un gremio, un club o un boliche.

Kicillof le puso primera a la campaña: "A Vidal me gusta llamarla María Eugenia Virtual"

El Clío es de Carlos “Carli” Bianco, amigo y colaborador cercano de Kicillof, docente de la Universidad Nacional de Quilmes y ex encargado de Relaciones Económicas de la Cancillería. Bianco se ocupa de hacer la previa: unos días antes viaja a cada ciudad, define dónde serán los encuentros, cómo serán las visitas y en qué lugar se hará el discurso final. Prefieren espacios públicos abiertos, como ocurrió el 19 de enero pasado en Villa Gesell, cuando el ex ministro de Economía reunió a una multitud en plena playa.

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Al lado de Kicillof, en la sede de un sindicato, lo escucha atento Carlos CutoMoreno, un histórico dirigente del peronismo, actual diputado provincial por la quinta sección electoral. Un dato curioso: “CutoMoreno estuvo presente en el casamiento de Néstor y Cristina Kirchner. Hace poco, en la presentación de su libro, la ex presidenta recordó aquel 9 de mayo de 1975: “¿Está Cuto Moreno? Era uno de los que estaba en la fiesta”, dijo.

CutoMoreno es uno de los que “ideó” este tipo de recorridas. Se lo propuso a Kicillof a los pocos días de que asumiera su banca como diputado nacional, en diciembre de 2015. El primer acto fue en Parque Centenario, en diciembre de ese año. Luego viajó a Bell Ville, en Córdoba. Un par de semanas después visitó algunos barrios porteños. Después llegaría su desembarco por tierras bonaerenses, con una visita a la Universidad Nacional de Quilmes. Desde entonces ya hizo más de 150 viajes, entre visitas por la Provincia, recorridas en Capital Federal y viajes a distintas provincias del país.

Al Renault Clío se sube Kicillof con su vocera y algún que otro asesor. El equipo es reducido, aunque hay fotógrafo y una camarógrafa. En otro auto, ocasionalmente viaja “Cuto” Moreno. En cada ciudad o pueblo es recibido por dirigentes del kirchnerismo, desde un diputado provincial hasta un intendente. También se moviliza la militancia, aunque el objetivo es sumar a los “indecisos”, o a quienes miran con cierto recelo al ex ministro. Por eso Kicillof prefiere hacer sus charlas en plazas y parques públicos, para “atrapar” a ese público.

Hay dos detalles de sus visitas que no pasan inadvertidos: su “obsesión” con tomar nota de todos los datos que le aportan productores, comerciantes y vecinos en cuadernos que difícilmente suelta. El mate es el otro hábito que no abandona: sin dudarlo, le acepta un amargo a quien se lo ofrezca.

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“No recuerdo ningún ex ministro de Economía al que le pidan fotos”, dice un intendente que se convenció de respaldar la candidatura de Kicillof cuando en pleno verano vio in situ lo que generaba en sus recorridas. Poco a poco, eso les fue ocurriendo a varios jefes comunales que buscaban competir por la gobernación y que se convencieron de que el mejor candidato para enfrentar a Vidal era un economista porteño con domicilio en Pilar desde hace poco tiempo.  

Si en las elecciones nacionales el kirchnerismo necesita profundizar un discurso conciliador, en la Provincia Kicillof apunta a todo lo contrario: grieta a full. En cada pueblo reitera sus críticas a la gestión de Vidal, a quien a modo irónico apodó semanas atrás en Lezama como “María Eugenia Virtual” porque “parece que vive en las redes”. Muy crítico de los trolls, el candidato a gobernador bonaerense no oculta su preocupación sobre la “nueva política” que se disputa en las redes sociales. Suele hablar del temor a una campaña direccionada, repleta de fake news. En público, pero también en privado, habla de campañas sofisticadas y “científicas” para desinformar.

Con un fuerte eje económico, Kicillof apuntala poco a poco un discurso “peronizado”: en Lezama, un pueblo de cinco mil habitantes sobre la Ruta 2, dijo desde la sede del Sindicato de Aceiteros que el peronismo siempre regresa al poder para “recuperar lo perdido”; y en Chascomús parafraseó la mítica frase de Juan Domingo Perón “la única verdad es la realidad”, al afirmar: “La única verdad está en la heladera”.

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- ¿Cuál es el balance económico que se puede hacer después de cuatro años de gestión en la provincia de Buenos Aires? - le preguntó BigBang a Kicillof.

- Vidal se dedicó a aplicar y defender la política de Macri. Es una defensora y encubridora de las decisiones de Macri: cada vez que él toma una medida que perjudica los intereses, ella va detrás y busca diferenciarse. Macri te golpea en la cara y ella va atrás con una curita.

Kicillof se entusiasmó con los guiños de cara a la unidad que planteó el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, cuando días atrás, en el congreso de su partido dijo que pretendía trabajar por una coalición amplia y opositora para ganarle a Macri. “Me alegra lo de Massa. Esa gran coalición opositora es lo que nos está pidiendo la sociedad”, dijo a este medio días atrás.

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Kicillof agradece, suelta el micrófono, posa para un par de fotos en el escenario y se entrega a una multitud que no lo suelta. El tema de Los Redondos termina, pero el pogo no afloja. Axel salta y firma ejemplares de su reciente libro, Y ahora ¿qué?, pero también ejemplares de Sinceramente, el best seller de Cristina. Se saca fotos, sonríe ante mujeres de todas las edades que lo piropean y regala abrazos. Cuando por fin logra salir a la calle, otra pequeña multitud lo espera. Parece un rockstar. Luego, se sube al Clío gris de tres puertas y sale a la ruta: la road movie de campaña debe continuar.
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