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La "triste" Navidad de Lázaro en Ezeiza y cómo la pasarán los otros presos K

El empresario está “deprimido” porque recibe pocas visitas. Cómo serán los controles para las fiestas en el penal en el que también están detenidos otras figuras vinculadas a Cristina.

por Manuela Fernandez Mendy

21 Diciembre de 2016 14:19
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Lázaro Báez lleva 259 días en el penal de Ezeiza, desde aquel martes cinco de abril en el que, pasadas las cinco de la tarde, el juez Sebastián Casanello ordenó su detención en el aeropuerto de San Fernando. La investigación por lavado de dinero lo condujo directo al pabellón seis de Ezeiza, el mismo en el que este domingo pasará su primera Navidad tras las rejas.

Báez permanece detenido desde abril en el penal de Ezeiza. Dicen que ya ni lo visitan.

“Está tratando de llevarla, triste y con los problemas de salud de siempre”, advierten desde su entorno a BigBang. “Ojalá que los familiares esta vez lo vayan a visitar, es una fecha especial en la que todos los detenidos necesitan un poco más de contención que la habitual”, suman.

Según trascendió, Lázaro podría recibir la visita de su hijo menor, Leandro, quien viajaría especialmente para acompañar a su padre, a quien no visita desde hace meses. Distinta es la posición del mayor, Martín, también investigado por lavado de dinero, quien solicitó un permiso especial para poder pasar las fiestas en la Patagonia, junto a su familia. Casanello todavía no lo aprobó.

Leandro, su hijo menor, podría viajar desde el Sur para visitarlo. No lo ve hace meses.

 “El resto (de la familia) se va a quedar en el Sur, la (ex) mujer quizás viajaba para verlo, pero realmente es poco probable”, reconocen. Y, de hacerlo, podría ser utilizado en su contra: Norma Calismonte presentó la semana pasada un pedido para agilizar la división de bienes (valuados en 700 millones de pesos).

Martín, también investigado por lavado de dinero, pidió permiso para viajar a Río Gallegos.

Una eventual visita a quien fue su marido por décadas no haría más que alimentar una de las teorías del fiscal: que la separación fue sólo una pantalla para resguardar lo que queda del patrimonio familiar de inminentes embargos.

Norma, su ex mujer, solicitó la semana pasada la división de bienes. ¿El patrimonio? 700 millones de pesos.

Tal como pudo confirmar este sitio, la cárcel de Ezeiza extendió el horario de visitas en la semana previa a la Navidad (pasará de dos a siete horas) y le asignó a cada uno de los seis mil internos un día especial, para evitar el amontonamiento de personas. A Lázaro le dieron el viernes 23, pero desde su entorno aseguran que nadie se sentará en las gastadas sillas de plástico blancas de la sala de visitas. Las mismas que han dejado en el piso a más de uno por su fragilidad. Recomiendan, claro, usarlas “doble”.

La investigación judicial dividió a la familia. La interna de los Báez, aseguran, es tremenda.

Aunque desde el penal sostienen que la presencia de los otros Báez es frecuente, su entorno advierte que no es tan así. “Está solo, los controles para las personas que lo quieren ver son muchísimo más estrictas que las que se aplican en general. Ellos (sus familiares) no están acostumbrados a que todo sea tan invasivo. No es fácil acompañar a un detenido”, excusan.

Lázaro evita salir del pabellón para no encontrarse con López.

El desfile de personajes “exóticos” en Ezeiza se potenció tras el desembarco masivo de personajes vinculados a la investigada administración de Cristina Kirchner. Ricardo Jaime, José López, Daniel Pérez Gadín y Jorge Chueco, son algunos de los “compañeros” de Báez.

El empresario comparte pabellón con su contador, Pérez Gadín.

“Estoy indignada”, aseguró la semana pasada la esposa de uno de ellos, luego de la requisa. “¿Qué pasó?”, le preguntó otra de las mujeres presentes. “¿Podés creer que no me dejaron entrar un aceite de oliva? ¡Un aceite de oliva!”, respondió indignada, y prosiguió con su monólogo: “Le pregunté diez veces el motivo, ¿sabés qué me respondió? Que el aceite corroe las rejas”.

 

A Lázaro, según su entorno, no le permiten ni siquiera recibir caramelos. “No sólo no nos los dejan pasar, sino que además a él lo revisan ni bien termina la visita. ¡No hacen eso con ningún otro detenido!”, denuncian. Ni cigarrillos, ni yerba, ni nada.

Le incautaron una flota de autos de alta gama valuada en 30 millones de pesos.

Aunque aislado de su familia y con la mayoría de sus bienes embargados por la Justicia, a Báez no le faltan fondos para financiar su estadía en el penal. Quienes la probaron, aseguran que la comida del penal no se caracteriza por su buen sabor. En realidad, se caracteriza por todo lo contrario. Sin familiares que le puedan ingresar alimentos, método de abastecimiento habitual de las cárceles, ¿cómo sobrevive el investigado empresario?

Jorge Chueco también permanece detenido en Ezeiza.

“Compra comida en la proveeduría y cocina con sus compañeros de pabellón”, advierten. Pero son contadas las veces que Lázaro se aleja de su celda, de 2.3 por 3 metros, ubicada próxima a la de su contador, Pérez Gadín. ¿El motivo? En el pabellón aledaño se encuentran Ricardo Jaime y José López, con quienes puede encontrarse en el patio lindero a su sala.

 

“No quiere cruzarse con López, ni que otros reclusos se le acerquen. Siempre le piden plata o comida”, suman quienes lo vieron pasear por el salón de usos múltiples, el mismo en el que prepara sus comidas y lava su ropa en los piletones comunes.

La justicia embargó gran parte de las propiedades del investigado empresario en el Sur.

Sólo él sabe qué preparará para la noche del 24. Lo cierto es que estará lejos de los fastuosos banquetes que solía disfrutar en sus estancias del sur. Tampoco habrá alcohol. Ni siquiera ensalada de frutas (la prohíben para evitar que los presos la fermenten y se preparen 'pajaritos', el cocktail tumbero por excelencia).

"Cristina me trató de forr...", dijo Lázaro desde la cárcel.

Si alguien le lleva un budín o un pan dulce, lo recibirá despedazado y olfateado por los guardias, sedientos de encontrar alguna droga o elemento que complique la situación de los detenidos. Ni siquiera un poco de yerba para “los mates del 25 a la mañana” logrará ingresar al penal ilesa: despedazan el envase y la colocan en una bolsa transparente.

Cristina en el Calafate, Sala en el Penal de Mujeres y los presos bonaerenses

La ex presidenta celebrará las fiestas en el sur. Serán las primeras que pase junto a Emilia, la beba de dos meses de Máximo Kirchner y su mujer, Rocío García. La acompañarán Florencia Kirchner, que llevará a Elena, y, claro, el pequeño Néstor Iván, que cumplirá en julio cuatro años.

Cristina pasará las fiestas en El Calafate junto a sus hijos y sus nietos.

Aunque no trascendió en dónde será el fastuoso festejo, lo cierto es que la ex familia presidencial disfrutará de la privacidad y tranquilidad que le ofrecen los 2,760 kilómetros que los separan del penal bonaerense. Distinto es el panorama que enfrentan en Ezeiza Báez, Jaime, López y Chueco.

Milagro Sala seguirá en la Unidad Penal de Mujeres de Jujuy. Alberto Rodríguez Saá prometió acompañarla y brindar con ella.

También está el caso de Milagro Sala, quien pasará las fiestas en la Unidad Penal de Mujeres 3, del barrio jujeño de Alto Comedero. ¿El detalle? La líder de la Tupac Amaru ya aceptó la visita del gobernador puntano Alberto Rodríguez Saá, quien la acompañará en reclamo por su libertad.

El duro control al que serán sometidos los familiares de los “presos K”

Las puertas del complejo penitenciario se abren a las ocho de la mañana, aunque a veces suelen demorar unos minutos para disgusto de los familiares, quienes empiezan a llegar dos horas antes para hacer la cola. Las siluetas de cansadas mujeres cargadas con facturas para compartir y provisiones para la semana se imponen a vera de la Autopista Ezeiza-Cañuelas.

La celda de Báez es de 2.3 por 3 metros.

Una vez adentro, deben realizar otra cola. Esta vez, para la ventanilla de visitas en la que deben presentar un carnet especial de visita. Para obtenerlo, deben realizar un trámite y presentar la autorización del detenido, un certificado de antecedentes penales, constancia de domicilio y documento de identidad.

Los Lanatta y Schillaci están en Ezeiza, pero en pabellones distintos.

“¿Nombre del interno y pabellón?”, es la pregunta con la que los recibe el guardia. Tras la identificación, el visitante tiene que firmar una suerte de ticket, que utilizará metros adelante para dejar en otra ventanilla sus pertenencias. Dinero, celular, cinturón, llaves. Todo.

El penal amplió el horario de visitas por las Fiestas: pasó de dos a siete horas.

Completamente despojados y con ya media hora dentro del penal, las visitas deben pasar por un detector de metales y luego hacer otra cola para que les requisen los alimentos que quieren ingresar. Tras dos escaneos más, los guardias proceden a sacarles el calzado y a revisar sus bolsillos. ¿El detalle? Está prohibido llevar ropa similar a la de los guardias.

Báez no come la comida del penal. Compra en la proveeduría y cocina con otros reclusos.

Si el visitante fue uno de los primeros en ingresar, lleva ya una hora abocada a los trámites burocráticos de ingreso. Pero todavía falta una cola más: es para presentar el documento y dejar la huella dactilar del dedo gordo.

 

Lo que sigue es más espera en una sala calurosa y pequeña, hasta que un colectivo en mal estado los traslada pabellón por pabellón, como las combis escolares. La primera parada es, siempre, el hospital. “La semana pasada se pinchó una rueda y hubo una hora de demora, fue tremendo”, se quejó una de las visitas frecuentes.

Un micro destartalado "reparte" a las visitas en los distintos pabellones.

Ya en el pabellón, la visita debe presentar su ticket y el carnet de visita, para que el guardia vaya a buscar al preso en cuestión. Tras dos horas (salvo que se trate de una visita higiénica, en ese caso se extiende a cuatro), la visita debe emprender el camino de regreso: esperar el micro, cola para subir, cola para bajar, cola para retirar el DNI y otra más para recuperar las pertenencias.

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