por Lucas Morando
27 Octubre de 2019 19:49Una vez que asuma como Presidente, Alberto Fernández debería emitir un bono de fin de año sólo para premiar a los cuatro aliados inesperados que tuvo en el camino a la victoria electoral de hoy. Mauricio Macri, Marcos Peña, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana: los máximos responsables de dinamitar los principales indicadores de la economía argentina que derivaron en una derrota electoral de Cambiemos. Y, sobre todo, en una profunda crisis económica.
Los últimos dos, alejados de las decisiones de peso hace más de un año; y los dos primeros, encerrados en un laberinto de decisiones endogámicas totalmente alejadas de las necesidades del electorado. Hicieron campaña cuestionando a Venezuela frente a sectores que discutían el precio de los fideos.
No hay dudas de que hubo diversas cuestiones y también otros responsables de la derrota electoral de ayer. Pero en los máximos referentes del círculo rojo, empresarios, economistas y hasta amigos de toda la vida del Presidente saliente hay consenso en que que ellos cuatro, por soberbia o ineficiencia, no pudieron ver la magnitud de las crisis que desencadenaron. No hay nada para un empresario peor que perder plata y Macri, se quejan, les hizo perder mucha.
Aclaro: que el mejor equipo de los últimos 50 años haya perdido las elecciones es mucho menos grave que haber dejado en cenizas los principales indicadores económicos, una devaluación brutal de la moneda, millones de pobres nuevos y una herencia financiera que ni un mandrake de la economía va a poder resolver.
Hay miles de cuestiones para analizar (y discutir) sobre por qué no la vieron venir, por qué no escucharon a decenas de asesores y funcionarios que recomendaron tantas salidas para evitar la victoria del peronismo unido. Desde que Vidal desdoble las elecciones provinciales, hasta que ella fuera la candidata en vez de Macri. Marcos Peña no quiso escuchar a la política, se paró sobre sus sondeos de opinión pública, sus estrategias de microsegmentación, sus campañas virales por whatsapp y quedó encerrado en una lógica de laboratorio que nada tenía que ver con la calle.
Pero vayamos para adelante. El futuro de las coalición de Gobierno que se va el 10 de diciembre es dramático. Aunque es probables que Rodríguez Larreta logre retener la Ciudad y Cambiemos mantenga un par de intendencias, presencia en la cámara de diputados y el Senado, el macrismo acaba de morir.
Esa muerte involucra el nacimiento de algo nuevo, una pelea de poder entre restos del espacio por quedarse con el liderazgo de ese 30 por ciento del electorado que los acompañó hoy en las urnas.
El gerente de la nueva empresa es, para la mayoría, Horacio Rodríguez Larreta, que empezó hoy su carrera presidencial, con lo que sueña desde que tiene memoria.
Larreta es un virtuoso jugador de ajedrez político. No va a comerle todas las fichas del tablero a Macri, pero lo va a ir acorralando hasta que abandone el juego. Incluso sin que de cuenta hasta que sea muy tarde.
Cuenta, además, con una dama de peso, María Eugenia Vidal, que ya no esconde entre asesores y amigos su odio visceral para Marcos Peña y su profunda decepción con Macri. En los próximos días la ex Gobernadora va a comprar un departamento en Palermo, donde se va a mudar con sus hijos y desde dónde repensará su vida política.
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Ya proyecta lanzar una Fundación con la que va a pensar políticas públicas de Gobierno para los próximos años. Políticas para un gobierno de Larreta. Dentro de ese escenario Macri podría aspirar a ser candidato a diputado en 2021.“A Marcos le va a costar conseguir laburo”, se burla, enojado, uno de los hombres más fuertes de Cambiemos. “Por ahí se va a estudiar afuera del país o se va a la actividad privada, pero no creo que tenga lugar en la política”, sentencian dentro del propio macrismo.
Y más allá del futuro del gobierno que se va, la urgencia para los próximos días pasa por otro lado. Es la capacidad de Alberto Fernández y Mauricio Macri por coordinar una transición sana hacia el diez de diciembre en la que el tejido socioeconómico de la argentina no se deshilache aún más.