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Política

Larreta y el operativo "espejo": las claves con las que quiere posicionarse de cara a 2023

El jefe de Gobierno sacó casi 56% de los votos.

28 Octubre de 2019 14:39
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El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, comienza a delinear lo que será la “estrategia del espejo” para ungirse como el líder de la oposición de cara a la empresa que comenzó a gestar hoy mismo: competir por la Presidencia en 2023.

¿Por qué “espejo”? En el seno del larretismo comienzan a hablar de todas las cosas que el presidente Mauricio Macri debió implementar para evitar que el impacto de la crisis se lleve puestas sus aspiraciones de reelección; tal y como sucedió ayer luego de perder por poco más de siete puntos contra el presidente electo y candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández.

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Arreglar con el radicalismo y evitar fisuras (más aún con el factor Lousteau), reconciliarse con la política tradicional pero acompañarlo con varias herramientas de Big Data, saber aprovechar políticamente los anuncios de obra pública, recorrer el territorio y tomar como máxima la regla del 70/30 en lo que respecta a la lógica de cercanía vs virtualidad.

Luego de arañar la posibilidad de ganar en primera vuelta con el resultado de las PASO, el jefe de Gobierno porteño decidió cambiar radicalmente la forma en la que encaró la campaña. Primero canceló todo tipo de “ayuda” a los candidatos de Juntos por el Cambio, luego dividió en tres el mapa de la ciudad, ungió a Diego Santilli, Ezequiel Jarvis, y Facundo Carrillo, e hizo que todos los funcionarios, no importa su rango, salieran a hacer campaña.

A esa lógica se le sumó la segmentación y análisis, cuadra por cuadra, que llevó adelante el subsecretario de Comunicación, Federico Di Benedetto.

“La lógica es simple, Horacio hizo todo lo que tendría que haber hecho Mauricio y no quiso. No no pudo, ni no se animó; no quiso”, sostiene uno de los miembros fundadores del macrismo. La diferencia de 20 puntos que le sacó al candidato del Frente de Todos, Matías Lammens, postula a Rodríguez Larreta con uno de los aspirantes a ponerse el traje de jefe de la oposición.

La relación con el radicalismo fue el primer punto flojo que tuvo Larreta desde que asumió en 2015 como jefe de Gobierno. Luego de una segunda vuelta en la que Martín Lousteau estuvo a nada de terminar con la experiencia del PRO pasaron dos años, y una fuerte derrota de la UCR porteña en los comicios de 2017, para que las partes comiencen a acercarse.

Si bien en un principio el propio Larreta no quería tener nada que ver con Lousteau, con el presidente de la UCR porteña, Guillermo De Maya, y con el hombre fuerte del radicalismo en la Ciudad, el diputado electo Emiliano Yacobitti, el pedido del propio Macri de formar Cambiemos en la Ciudad terminó siendo uno de los mejores negocios de Rodríguez Larreta; algo que admite puertas adentro.

Es que la UCR porteña quedó posicionada como la punta de lanza en el centenario partido a nivel nacional junto con el gobernador de Mendoza y diputado nacional electo, Alfredo Cornejo. “Para mantener Cambiemos después del 10 de diciembre es necesario que esa alianza funcione como un reloj”, sostienen fuentes al tanto de las negociación.

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Un dato no menor es que el día de las elecciones en Mendoza, Larreta mandó a su armador nacional, el ministro de Gobierno, Bruno Screnci Silva, y al Secretario General de la Ciudad, Fernando Straface, para dialogar con Cornejo.

La apertura política, que fue uno de los pedidos que tanto Rodríguez Larreta como la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, le reclamaron a Macri, fue otra de las claves de la victoria y de lo que aspira a futuro. Radicales, socialistas, peronistas e independientes se sumaron a los planes del jefe de Gobierno que pagó con bancas en la Legislatura a cada uno de sus socios.

Mañana en el Gabinete ampliado que convocó en la Usina del Arte el alcalde porteño buscaría llevarle tranquilidad a muchos de sus funcionarios ante la situación que esperan muchos de un aluvión de funcionarios nacionales que buscarían refugio. “Horacio no va a convertir la Ciudad en un reducto M como si fuera La Matanza con el kirchnerismo después de las elecciones de 2015. Pero seguramente se tendrá que comer algún sapo”, explicó uno de los funcionarios cercanos al jefe de Gobierno.