El escándalo de las boletas electrónicas y el sistema de elección de las PASO del 13 de agosto explotó ese mismo domingo con filas interminables de votantes, quejas, gritos, empujones, denuncias por supuestas "estafas", pequeñas riñas y hasta cuatro horas de espera para poder emitir el voto. El decreto había sido firmado por Horacio Rodríguez Larreta y en la práctica fue un fracaso.
Una semana después de los comicios, María Servini, jueza a cargo del Juzgado Federal n.º 1 de Buenos Aires, estalló la bomba cuando a través de un comunicado defenestró la idea del voto electrónico llamando a esta modalidad “una burla”, considerando que no se puede "volver a someter a condiciones denigrantes" a los y las votantes argentinas.
En el comunicado advirtió: “La experiencia acumulada por la suscripta en más de 30 años como juez electoral, me obliga a advertir que no pueden realizarse nuevamente y en las mismas condiciones, los comicios del 22 de octubre”.
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Además advirtió tajantemente que “las autoridades de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires deberán reconsiderar su ingeniería electoral”, llamando a “dejar las cuestiones políticas de lado” para dar paso a el diseño de “un sistema pensando en facilitar a las personas el ejercicio del derecho al sufragio y así conseguirán, seguramente, una opción que funcione”.¿Cuáles fueron las falencias del voto electrónico? Tendríamos que preguntarnos cuáles no lo fueron:
Algunas máquinas no estaban bien conectadas, los cables y enchufes eran muy precarios Los técnicos encargados de solventar errores terminaron siendo insuficientes y hubo veces en las que no se supo solucionar los problemas de las máquinas. Además ingresaban “a gusto y piacere” sin la autorización pertinente. El papel: las máquinas venían de usarse en Paraguay y en ese país el papel tiene diferente gramaje. Eso no se corrigió al momento de los comicios argentinos. Incluso en algunas había candidatos paraguayos, en la mesa 6242.
La pulseada la terminó ganando Servini, porque se confirmó hace pocas horas que volverán las boletas de papel en las elecciones presidenciales y al ballotage en caso de celebrarse. Fue comunicado a través del decreto 228/2023 que entierra para siempre la idea de las fastidiosas “maquinitas” electorales. Hasta la mismísima Patricia Bullrich renegó de la medida larretista: “Voté siete veces, vinieron dos técnicos. Y después de tratar de votar siete veces, me pasó una cosa muy rara: votaba una lista y me salía otra distinta a la que yo no quería votar y tampoco imprimía la máquina por lo que tenía que esperar”, se quejó.
Sin embargo se comunicó que habrá boletas separadas, unas para autoridades locales y otras para las nacionales: “No obstante el carácter simultáneo de las elecciones resulta conveniente establecer, a fin de reafirmar la autonomía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que las boletas de sufragio de las autoridades locales estén separadas de aquellas de las autoridades nacionales”. Eso sí, habrá un solo cuarto oscuro y en el sobre se pondrán las dos boletas elegidas.
Desde la Comisión Nacional Electoral con Alberto Dalla Via a la cabeza comunicó que ya “se la habían cantado” a Larreta, que al parecer no les dio mucha “cabida”: “Todo evento que las falencias en la instrumentación de dicho sistema de votación fueron advertidas por este Tribunal en ocasión de considerar el respectivo convenio de colaboración entre la justicia nacional electoral y la autoridad electoral local”.