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Las claves que unen al Triple Crimen con el poder, la política y el narco

La fuga de los hermanos Lanatta y Schillaci, condenados por el caso vinculado a la efedrina, volvió a poner en evidencia los vínculos entre el asesinato y el poder. Aportes de campaña y las acusaciones para Aníbal Fernández. La pista narco.

29 Diciembre de 2015 05:05
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El 7 de agosto de 2008, Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón fueron vistos con vida por última vez. Los tres habían asistido a una reunión en el hipermercado Walmart de la localidad bonaerense de Sarandí y seis días después, el 13 de agosto, sus cuerpos fueron hallados en un zanjón, a unos 650 metros de la ruta 24, en General Rodríguez.

Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina, asesinados en 2008.

La trama oculta del delito esconde conexiones con la política y el narcotráfico. La fuga de Martín y Christian Lanatta y Víctor Schillaci Bonini, condenados por el crimen, confirman los vínculos del hecho con los más altos estamentos del poder.

Fernández fue involucrado por uno de los condenados, Martín Lanatta. 

El caso provocó un importante cimbronazo en el país ya que se trató del primer crimen vinculado al narcotráfico internacional. Dos de los asesinados mantenían negocias farmacéuticos, de allí la conexión con la venta ilegal de drogas. Ferrón trabajaba en una droguería y tenía intenciones de crecer en el negocio. Conoció a Bina en un gimnasio de Villa Lugano y allí comenzó su amistad.

Los cuerpos de los tres hombres fueron hallados el 13 de agosto de 2008. 

La historia de Forza era algo diferente. Era dueño de un par de farmacias y droguerías y llevaba adelante algunos negocios ilegales vinculados a la venta de medicamentos adulterados.

A pesar de que el hecho nunca pudo ser esclarecido en su totalidad, se supo que Forza y Ferrón estaban por cerrar un buen negocio el día de su desaparición: habían realizado los planes para vender efedrina a un empresario. Bina sólo los acompañó simulando ser un custodio privado. Eligió el lugar y momento equivocados.

Forza en su casamiento. Había cosechado una buena fortuna con sus negocios farmacéuticos. 

Para la Justicia, las tres víctimas querían copar el negocio del tráfico de efedrina y eso habría sellado su sentencia de muerte.

Las conexiones con la política

Ante el escándalo por la fuga de los tres condenados, la gobernadora María Eugenia Vidal denunció que el “narcotráfico penetró en la política” y la vinculación del escape podría tener directa relación con la lucha contra este flagelo. Aunque los vínculos del Triple Crimen con el poder tienen historia.

Vidal no dudó en vincular la fuga con cuestiones “políticas”.

La efedrina es la sustancia clave en el caso. Se trata de un precursor químico prohibido en México y codiciado por los cárteles para la producción de metanfetaminas. De ahí que Argentina se volvió un buen sitio para contrabandearla. Lograr las conexiones para ingresar y sacar del país la sustancia requiere de connivencia política.

Martín Lanatta, uno de los condenados y ahora prófugo de la Justicia acusó al entonces jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, de ser el autor intelectual de la masacre. Además Forza, uno de los asesinados figura como contribuyente de la campaña del Frente Para la Victoria de 2007. Además por la venta ilegal de efedrina, el secretario de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico, José Granero, y otros funcionarios resultaron procesados.

A la derecha, los hermanos Cristian y Martín Lanatta, el día de la lectura del fallo, en 2012.

Según la propia Jueza María Servini de Cubría, entre 2004 y 2008 se importaron 40.975 kilos de efedrina con el permiso de la Sedronar, que luego se dirigieron al narcotráfico. Servini procesó como "partícipe en el tráfico" a Granero, quien en su defensa aseguró que los problemas dentro del organismo que dirigía se generaron debido a la falta de cooperación de las fuerzas federales que Aníbal Fernández conducía al frente del ministerio del Interior.

Seacamp, una firma de Forza, figuraba en la lista de contribuyentes de la campaña del Frente para la Victoria por un monto de 200.000 pesos. A ella se sumaban más de 20 laboratorios que con sus desembolsos representaron el 36% de los 10 millones de pesos declarados.