Como perito de la querella en el caso que investiga la muerte de Alberto Nisman, Osvaldo Raffo firmó junto a Julio Ravioli un análisis que defendía la hipótesis de que el fiscal fue asesinado.
Raffo firmó la pericia de la querella impulsada por Sandra Arroyo Salgado.
En el escrito, se determinaba una serie de conclusiones: las primeras determinaban la causa de muerte y certificaban que la pistola Bersa modelo 62, calibre 22, secuestrada en la escena del hecho había sido usada en el hecho.
Paralelamente, Raffo y Ravioli aseguraron que las pericias de microscopía electrónica de barrido determinaron que en las manos de Nisman no había "partículas fusionadas características de residuos de disparo".
La pericia toxicológica de la querella señaló la presencia de metabolitos de benzodiacepina utilizada usualmente por el fiscal, cafeína y alcohol en cantidad "compatible con una mínima ingesta de bebida alcohólica o con la fermentación natural de alimentos ingeridos".
"No se demostró la presencia de alcohol en pool de vísceras, sangre u orina. Es decir que los trascendidos públicos que afirman que Nisman estaba alcoholizado al momento de su fallecimiento no son certeros", agrega el informe.
Ni accidente ni suicidio
Raffo y Ravioli negaron un dato afirmado en la autopsia oficial: que el cuerpo presentaba el signo del espasmo cadavérico en la mano derecha, lo que apuntaría a un posible suicidio.
Raffo junto a Sandra Arrojo Salgado.
"Podemos afirmar con certeza que ese signo no existió, el mecanismo de producción de este signo postmortal es de rara frecuencia", explicaron. "La agonía es incompatible con la aparición de este signo y Nisman tuvo agonía, objetivamente demostrada por la copiosa hemorragia externa".
Para ambos peritos, mientras tanto, el cadáver había sido movido, y el análisis del lugar del hecho y las evidencias físicas descartaban la posibilidad de accidente o suicidio.