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Las señales Poseidón y las seis horas previas a la desaparición que la Armada oculta

De las denuncias por falta de seguridad al “agujero negro” previo al presunto estallido.

por Manuela Fernandez Mendy

10 Diciembre de 2017 13:35
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La última comunicación del capitán del ARA San Juan tuvo lugar a las 8:52 del miércoles 15 de noviembre antes de desaparecer de los radares de la Armada, pero de despertar la atención de la mayoría de los argentinos, muchos de los cuales siquiera sabían de su existencia. En la misma, Pedro Martín Fernández advertía el ingreso de agua al sistema de ventilación del tanque de baterías. No sólo eso: también alertó un cortocircuito y un principio de incendio que dejó a las baterías de proa “fuera de servicio”.

El submarino permanece desaparecido desde el 15 de noviembre.

El tecnicismo aportado desde entonces por el vocero de la Armada, Enrique Balbi, no hizo más que confundir a quienes no manejan la “jerga” de las Fuerzas. Muchos, incluso algunos los familiares de los 44 tripulantes, debían apelar al diccionario naval para comprender qué es lo que decía en cada una de las escuetas conferencias de prensa que, con el correr de los días, se fueron espaciando cada vez más.

“Lo que el capitán alertó fue que, tras el ingreso de agua, navegaba con la mitad de las baterías; por eso habló de 'circuito dividido', porque el submarino tenía 960 baterías divididas en dos sectores y uno había quedado inhabilitado. Eso te obliga necesariamente a andar más lento”, precisa a BigBang Fernando Morales, maquinista superior y perito naval.

Los familiares reclaman que se retome el protocolo de rescate.

En total, hubo ocho comunicaciones satelitales desde que el comandante reportó la falla. La primera comenzó a las 23.42 del día anterior. "No son llamadas de emergencia; no dejan de ser intentos de conexión a internet porque además tenían la posibilidad de la telefonía satelital para concretarlas", explicó Balbi, luego de que se filtrara el reporte secreto de la Fuerza.

“Si bien el capitán dijo que estaba todo controlado, lo que Balbi no pudo explicar fue por qué el submarino estuvo seis horas a flote entre la primera y la última comunicación. Había mal tiempo y es una situación peligrosa porque es una nave preparada para estar sumergida”, cuestionó Morales.

El detalle de las comunicaciones

El detalle de las comunicaciones del submarino previo a su desaparición.

“Estar a flote”, en términos técnicos, es mantener una “profundidad de snorkel”: es decir, 18 metros. “Eso permite que la antena salga del agua. En ese submarino, nadie durmió durante esas seis horas. El movimiento del agua se torna muy brusco y peligroso. Por algún motivo, el capitán sacrificó esas seis horas a sabiendas que, una vez que volviera a sumergirse, iba a tener a la mitad de la tripulación de guardia mal descansada”, advirtió el perito.

Pero, ¿por qué pudo haber tomado la decisión de no volver a sumergirse? “Evidentemente no podía hacerlo. Si pese al mal tiempo y al inminente peligro de que volviera a ingresar agua por el snorkel decidió hacerlo, uno puede comprender que había gases o humo dentro del submarino. Estuvo desde la noche anterior (a su desaparición) en medio de un temporal intentando comunicarse, teniendo un incendio a bordo y mucho humo. Tenía que sopesar la entrada de agua y aire”, precisó.

Así estaba el mar durante los primeros días de búsqueda

 

En algún momento, el navío volvió a sumergirse en el Atlántico. “Evidentemente lo hace cuando consideró que había solucionado el problema. Es posible que cuando levantara la tapa para revisar se produjera un cocktail explosivo de hidrógeno, oxígeno y una chispa; que pudieron haber hecho estallar la nave”, aventuró.

Pero, si el ARA San Juan explotó, ¿por qué no se pudieron encontrar restos? “Si hubo una explosión, sí o sí tenés al poco tiempo una mancha de combustible, por ejemplo; u otros elementos como bolsas, gorros, prendas que flotan, efectos personales”, advirtió. “Hubo una balsa que apareció, pero a nadie le interesó saber si quiere de dónde provenía”.

La pista de las “señales Poseidón” y el arreglo del snorkel

Jésica Gopar, esposa del submarinista Fernando Santilli, denunció desde su cuenta de Twitter que las “señales Poseidón” que debía llevar el ARA “estaban vencidas” y acusó a la Armada de haber asesinado a su marido y al resto de la tripulación. “¿Entienden que mataron al papá de mi hijo y a sus 43 compañeros, camaradas?”, disparó indignada.

¿Qué son la señales a las que hace alusión Gopar? Se trata de uno de los tres sistemas de señalización de emergencias que poseía el submarino. Son las famosas bengalas que el ARA San Juan jamás llegó a disparar.

Fernando junto a su mujer y su hijo, Stefano.

“Los submarinos también cuentan con una boya que se dispara desde la profundidad y va atada a un cable de acero que emite una señal satelital. Otra de las medidas de seguridad en caso de una emergencia son las señales de humo: verde para advertir que la situación está controlada y roja en caso de un caso grave”.

Además de la denuncia de Gopar se suma la advertencia que la tripulación del viaje anterior del submarino había realizado. En ese viaje, también se filtró agua marina hacia el interior del buque aunque, en esa oportunidad, no alcanzó las baterías.

El incidente quedó asentado por escrito el cinco de septiembre en un documento oficial enviado a la Armada en Puerto Belgrano que detallaba que el agua había podido ser contenida por un “piletón interno”, pero que debía ser solucionado de inmediato. El ARA iba a ser sometido a una nueva reparación en el 2018.

“Ningún submarinista es suicida y va a subir a un barco sabiendo que se puede morir, pero es cierto que el estado de conservación dista de ser óptimo y hay muchos elementos de seguridad faltantes. Ahora nos empezamos a preguntar, ¿qué elementos les faltaban?”, subrayó Morales, al tiempo que advirtió: “Si lo habían denunciado y nadie lo reparó, es gravísimo”.

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