02 Enero de 2021 09:00
Los últimos 15 días empezaron a mostrar una suba de casos de coronavirus (Covid-19) de forma consistente en el AMBA. Ese fue el motivo por el cual se reunieron la semana pasada en Olivos -después de más de un mes y medio- el presidente Alberto Fernández, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. ¿El resultado? Sólo se decidió que vuelvan las reuniones semanales.
Si bien desde la cartera nacional de Salud se filtró en las primeras horas de la tarde que podría haber nuevas restricciones, incluso un movilero de un programa de espectáculos fue tendencia en Twitter al afirmar que se venía un toque de queda, lo cierto es que ninguno de los tres funcionarios tiene pensado modificaciones en el corto, ni en el mediano plazo.
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Recorte de horarios en la nocturnidad, refuerzo de seguridad en las calles y cambios en el uso de transporte público son por ahora las únicas tres variantes que los mencionados funcionarios consideran.
Ninguna de las tres medidas, según reconocen puertas adentro, podrían llegar a funcionar de forma acorde si no hay acatamiento por parte de la sociedad. La ecuación es simple: la cantidad de personas es mucho mayor a los efectivos de seguridad.
“Hay preocupación, pero no hay margen para hacer nada”, explican con resignación desde Gobierno ante la consulta de BigBang. Un dato no menor que da cuenta de eso. Hasta hace una semana, la culpa del aumento de casos se debía, según decían los funcionarios nacionales, a las fiestas clandestinas y al relajamiento de la clase media. Sin embargo, a partir de ayer hasta los profesionales que asesoran a Fernández enumeraron otras causas.
El velorio de Diego Maradona, las movilizaciones políticas, los banderazos de los equipos de fútbol y hasta las dos vigilias y jornadas por la legalización del aborto aparecen ahora en el discurso oficial como los motivos de que en el AMBA nuevamente se este viendo una suba de casos que todavía no se sabe si es un rebote o un rebrote.
Con el verano ya empezado, la temporada iniciada y varios argentinos yendo a diferentes puntos turísticos del país -pero también del exterior- intentar llevar adelante una política de cierres no es algo que crean que pueda suceder. Sobre todo en el entorno de Kicillof que, en los albores y mediados de la cuarentena, pedía todo el tiempo que se sigan cerrando actividades en la Ciudad.
“Si vemos que la situación no afloja y el relajamiento sigue, vamos a ver de qué modo las fueras de seguridad empiezan a actuar en la calle para disipar a la gente e impedir aglomeraciones”, aseguró el jefe de Estado en diálogo con Radio 10. “Quise tener una reunión con Axel y Horacio para que podamos repasar juntos y ver qué hacemos para adelante. Tomamos la decisión de volver a juntarnos la semana entrante. Hacer un seguimiento, dejar pasar el 31 y recomendarles a todos que el problema no ha terminado”, planteó.
Y agregó: “También tenemos el problema de la Costa con el turismo, Mar del Plata no la está pasando bien. Vamos a dejar pasar el fin de año y vamos a mirar con lupa cómo resolvemos esto”.
Los tres mandatarios saben que no existe forma de controlar a todo el mundo en el AMBA para el cumplimiento de las medidas sanitarias y que se necesita responsabilidad y también cierto temor al virus por parte de la ciudadanía. ¿Habrán querido generar eso filtrando que se podía venir un toque de queda?
Mientras tanto, los respectivos ministros de Salud empiezan a mostrar más preocupación y se reavivan viejas internas con los encargados de llevar adelante las políticas económicas y productivas. “No hay margen económico para cerrar nuevamente”, expresó uno de los tres mandatarios que estuvo en el encuentro de ayer.
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“No creo que se puedan tomar medidas como las de antes, pero el panorama está muy feo”, explicó un funcionario de la cartera de Salud nacional. Ese análisis es compartido por sus partes provinciales que miran con mucha preocupación como fue aumentando de forma considerable en los últimos siete días la cantidad de personas que se acercó a los centros de salud por tener temperatura alta, uno de los primeros síntomas de la enfermedad.