En la Argentina se naturalizó el “apriete”. La dirigencia declama el camino de la ley y el consenso. Pero ante la menor dificultad recurre al “apriete” para influir sobre la voluntad de una persona.
El fiscal Delgado junto a la periodista Catalina de Elía.
Según la Real Academia Española, la palabra admite 14 acepciones. Tomaremos sólo algunas. Apretar significa “oprimir, ejercer presión, acosar, atacar, tratar de reducir con amenazas”. Detectamos al menos 10 formas de “apriete” que deambulan por la sociedad, sobre todo hacia personas que investigan al poder:
Soft power: definido por Jorge Fontevecchia como la presión sutil del poder buscando la empatía sobre los que construyen la opinión pública. Nosotros lo ampliamos para reflejar situaciones de “hard power” en la que voceros del poder utilizan su jerarquía y recursos para alinear a periodistas.
El emisario: se trata de una jugada doble. Primero el operador principal del poder le transmite a un periodista “amigo” la necesidad de hacerle llegar a un funcionario judicial la preocupación por un tema. El mensaje es siempre el mismo: no investigar al poder.
Mentira pública: los protagonistas son los funcionarios que utilizan sus recursos para instalar mentiras en la opinión pública y descalificar a personas que los investigan y a los procesos que los involucran.
Intoxicación de la vida personal: se trata de timbres anónimos en horarios de descanso, seguimientos a pié y en auto, ciudadanos violentos que irrumpen con sobres pidiendo “investigaciones”, acontecimientos extraños tales como volquetes de basura que se prenden fuego mágicamente, etc.
"Hay que salir a apretar a los jueces", le dijo Cristina Kirchner a Oscar Parrilli en una de las escuchas.
Los curiosos: en cada lugar donde se trabaja algún tipo de investigación sobre el poder aparece algún curioso. A veces se acerca a preguntar, pero la mayoría de las ocasiones contempla en silencio en la mesa de al lado.
Difamación tras bambalinas: son los dispositivos que usan los voceros del poder para ensuciar a quienes los investigan o incomodan, sin que ellos se enteren. Lo hacen hablando con “el círculo rojo” y cuando pueden “operan” para que se filtre a la opinión pública.
Carpetazos: el uso de información ilegal para extorsionar y torcer la voluntad de quienes investigan al poder por corrupción.
Trolls: dispositivos en las redes sociales para difamar y descalificar a quienes cuestionan e investigan al poder.
Espiral de silencio: la exclusión a las cosas básicas que alguien que investiga al poder debería acceder por las características de su trabajo.
Tentaciones: ofrecimiento de pequeñas prebendas dentro de la legalidad para conseguir la tolerancia de los que el poder percibe como una amenaza.
Todos estos mecanismos son formas alternativas a los modos de la democracia para alinear, disuadir y acallar las voces diferentes. Son medios violentos que buscan disciplinar, eliminar la pluralidad y vencer la subjetividad de las personas a la voluntad del poder que siempre aspira a dominarlo todo.
"La cara injusta de la Justicia", por Federico Delgado y Catalina de Elía.
El poder siempre tiende a dominar. Por eso hay frenos y contrapesos. Pero es tan malo que el poder tienda a dominar, como que los ciudadanos se acostumbren, lo toleren y lo acepten. En esa naturalización yace el germen que mata la libertad.
*Por Federico Delgado, fiscal, y Catalina de Elía, periodista; autores del libro La cara injusta de la justicia.