El atentado a Cristina Fernández de Kirchner en la noche del 1° de septiembre dejó en evidencia dos cuestiones fundamentales. La primera que los discursos de odio, siempre en contra del peronismo, de periodistas y de miembros de la política ya tuvo sus primeros resultados. En segundo lugar, que el Gobierno Nacional nunca le había dado importancia a la seguridad presidencial. Eso ahora cambió.
A una semana del ataque a la vicepresidenta, el gobierno comenzó a redefinir los nuevos esquemas de seguridad de Alberto Fernández y de Cristina. La principal novedad es que el contacto cara a cara con la militancia habría llegado a su fin. Es que, luego de que Fernando André Sabag Montiel le gatillara en la cabeza a Fernández de Kirchner, diversos informes de inteligencia determinaron que existen grupos de extrema derecha en Argentina cuyos miembros están dispuestos a ejercer “violencia” sobre los funcionarios del Frente de Todos.
En ese punto, mientras continúan los seguimientos de campo de personas ligadas al nazismo, al extremismo de derecha y a los denominados “libertarios” ligados en varios puntos por el seguimiento a Javier Milei y a José Luis Espert, que ya habrían formado parte de violentas manifestaciones como el ataque al Congreso de la Nación y a la Casa Rosada, el 18 de agosto; el Gobierno Nacional comenzó con la aplicación del nuevo sistema integral de seguridad.
Para eso ellos, desde el Ejecutivo redefinieron el esquema de la seguridad de Alberto y de Cristina. Cada una de las nuevas medidas tiene como objetivo central la precaución de cualquier tipo de ataque o intrusión a los campos de acciones de los dos máximos mandatarios de Argentina. Todo eso ya quedó en evidencia en las fallas durante la custodia de Cristina en la puerta de su casa en Recoleta.
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En primer lugar, la orden que regirá para todo funcionario es la de la prohibición de mantener un contacto con los manifestantes de cualquier tipo. Aquella tradición que inauguró Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003 y por la que podía mezclarse con la gente, ya es cosa del olvido. Quedó demostrado que la vicepresidenta no fue asesinada mientras saludaba a sus seguidores por un error humano. Algo dejaron en claro: Cristina no puede volver a correr ese tipo de riesgo nunca más.
Para eso, ahora habrá un refuerzo del personal judicial en cada lugar en donde se encuentren el presidente y la vicepresidenta. Además se sumarán diversos protocolos para movilizarse, más coordinación entre las fuerzas de seguridad en cada acto o salida, y un cambio en la flota de autos. Cada punto del protocolo fue supervisado por el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, que había puesto su renuncia a disposición tras el ataque a la vice pero fue rechazada por Fernández.
Cambios
Tras un encuentro entre los Fernández, es decir, entre el presidente y el titular de la cartera de Seguridad, se estableció que el número de custodios se redoblará según cada operativo y se tendrá como medida la peligrosidad de la zona. Además, podría comenzar a aplicarse grupos operativos en edificios cercanos a los lugares de acto o salida para mantener una vista panorámica de todo.
En cuanto a la custodia de Cristina, Diego Carbone, el jefe de seguridad desde hace años, seguirá al frente. Pero el Gobierno podría pedirle un cambio en su modalidad de trabajo. Sobre todo porque la noche del ataque estaba de franco. Hasta ahora trabajaba en una modalidad de guardia 24x48, es decir, una jornada de 24 horas de trabajo y 48 horas de descanso. Eso dejará de ser así y se le pedirá que cumpla un nuevo cronograma. También deberá comenzar a trabajar con un subjefe de custodia designado por Presidencia.
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Por otra parte, Cristina, hasta ahora, contaba con un plantel de casi 100 empleados de seguridad que rotaban a lo largo de la semana. De esa estructura habrá un cambio. Se le sumarán más custodios, que harán trabajo a distancia de la presidencia cada vez que llegue a un lugar y durante su trasladaron. El plantel de seguridad del presidente también aumentará.
En ese sentido, se copiará una estrategia que solían usar las fuerzas durante la presidencia de Mauricio Macri: la utilización de vallados en los diferentes actos se aplicarán de manera obligatoria. El objetivo es evitar cualquier tipo de cercanía entre la militancia y los referentes políticos. También se renovarán los vehículos de Alberto y de Cristina.
Desde el viernes 2, Fernández puso a disposición de la flota de autos de la vicepresidencia un vehículo blindado que pertenecía a Presidencia. Es el Ford Mondeo color negro en el que comenzó a movilizarse Cristina ya que cuenta con equipamiento antibala en vidrios y carrocería.
En cada viaje del Presidente o de la Vicepresidenta, la Policía Federal junto a la Casa Militar, que depende de la Secretaría General de la Presidencia de la Nación, serán los encargados de coordinar la seguridad junto con los equipos de custodia. Lo mismo deberá cumplir con los familiares de Alberto y de Cristina.