Los brazos del peronismo se juntaron en la Cámara de Diputados para aprobar un proyecto propio sobre el Impuesto a las Ganancias.
Trece bloques legislativos suscribieron un dictamen bastante más ambicioso del que había concedido -un año después de asumir el poder- el gobierno de Mauricio Macri.
Sin embargo, el dato fundamental que queda ratificado es que el peronismo unido puede derrotar a Cambiemos en la Cámara Baja, sobre todo si Sergio Massa, la figura más impredecible de la política argentina, así lo decide.
Sergio Massa, fundamental para la derrota del Gobierno.
El jefe del Frente Renovador fue el artífice de las negociaciones junto a Diego Bossio y también en diálogo con Máximo Kirchner.
Por eso, Marcos Peña lo atacó hoy con una definición certera que -sin embargo- no alcanza para impedir que lastime al gobierno: "Es la personas menos confiable del sistema político".
El proyecto aprobado fue la segunda "puñalada trapera" -como lo definió Mario Negri- que recibió el presidente Macri en poco más de dos semanas: primero la reforma política que no fue, ahora una ley sobre Ganancias que no debería ser.
Macri hoy con Eurnekian. Habló como si fuera a vetar la ley de la oposición.
Desde el massismo, afirman que intentaron negociar con los interlocutores del gobierno: Emilio Monzó, Alfonso Prat Gay y Rogelio Frigerio. Pero recibieron de todos la misma respuesta: "No aceptamos cambios". La orden la había bajado el Presidente por razones políticas (no mostrarse débil otra vez) y también presupuestarias.
Macri no quiso ceder y les prohibió a sus alfiles que se involucren en la discusión para modificar el proyecto del Ejecutivo. Después de la derrota de la Boleta Única Electrónica y de la sanción de la ley de emergencia social en la que la Casa Rosada apareció cediendo, el presidente no quiso ofrecer una nueva muestra de debilidad.
¿Creyó que Massa no se iba a animar a acordar con el kirchnerismo?
Macri lo hizo: todo el peronismo unido en contra de Cambiemos.
Tres de los hombres claves en las negociaciones entre los tres peronismos reconocieron ante BigBang que Massa y el hijo de Cristina Kirchner hablaron ayer acerca del proyecto que se aprobaría en Diputados. Acordaron la forma que iba a asumir la conferencia de prensa, con jefes de bloque y sin la presencia de Massa ni de Máximo Kirchner.
Massa se reunió con Miguel Angel Pichetto en busca de trazar una línea que prospere en el Senado la semana próxima. Pero Pichetto ya no es el kirchnerismo, sino el vocero de los gobernadores.
El peronismo se unió para sancionar una ley pero no tiene chances de proyectar esa alianza legislativa en una propuesta electoral.
Los organizadores de la cuidada puesta en escena que fue la conferencia de prensa de ayer reconocen como un error haberle ofrendado el micrófono y las cámaras al ex ministro Axel Kicillof, uno de los más furiosos detractores de la suba del mínimo no imponible que reclamaba el sindicalismo.
Kicillof apareció como miembro informante debido a que el dictamen acordado era el del Frente para la Victoria, que estaba primero en el orden de prioridad de la sesión.
Kicillof, vocero del proyecto. En el peronismo, creen que tuvo demasiado protagonismo.
El massismo y el bloque justicialista están dispuestos a poner la cara junto al kirchnerismo sólo para derrotar a Mauricio Macri en la antesala de un año electoral que ya comienza. El kirchnerismo está dispuesto a desdecirse de lo que se cansó de argumentar entre 2011 y 2015 sólo para seguir existiendo, al menos en el Congreso.
Pero siguen siendo el agua y el aceite, pese a que -como dice el Presidente- todos hayan sido funcionarios de Néstor y Cristina.
En clave electoral también, Macri comenzó a despotricar contra el peronismo de distinto pelaje. La fórmula dio resultados en las elecciones presidenciales de 2015, pero no alcanza para gobernar. Si sirve o no para las legislativas de 2017, todavía está por verse.
Recalde y Camaño, una dupla hasta hace poco impensada.
Pero hay algo que no deja de ser paradójico. El presidente aprobó la ley de emergencia social, que beneficia a los sectores más humildes y desprotegidos, los trabajadores informales, que seguramente no lo votaron.
Y, si hay que atenerse a su discurso de hoy, se encamina a vetar una ley que favorece a los trabajadores formales, los asalariados mejor pagos que le entregaron su voto por aquella promesa de campaña que hoy es viral: "En mi gobierno, ningún trabajador pagará el Impuesto a las Ganancias".