En el glamoroso escenario del Congreso Económico ExpoEFI, el ministro Luis Caputo volvió a desplegar su arsenal de promesas para un futuro económico brillante que, por ahora, sólo parece existir en las presentaciones de PowerPoint. Con un discurso cargado de tecnicismos, autoelogios y referencias al "cambio de paradigma", el funcionario confirmó que el Gobierno anunciará en las próximas semanas medidas para incentivar el uso de dólares en la economía argentina, en lo que parece ser un nuevo capítulo del experimento libertario que busca reinventar la bicicleta financiera con disfraz de modernidad.

Caputo, que en otra vida fue apodado "el Messi de las finanzas" por su cercanía con los mercados y el mundo offshore, explicó sin titubeos que "no importa si la remonetización es en pesos o en dólares" porque Argentina hoy "compite en monedas". "Necesitamos que esta monetización se materialice para que la economía siga creciendo", sostuvo el ministro. Lo que no explicó fue cómo se sostendrá una economía que, tras haber sido exprimida por un ajuste feroz, ahora pretende reactivarse con más recortes, más bonos y una inyección de dólares de origen difuso. "Esta es una economía que está preparada para crecer mucho más de 6%, pero necesita nafta", avisó.
El ministro dijo que la economía creció un 6% entre diciembre de 2023 y diciembre de 2024, que diez millones de personas salieron de la pobreza y que la inflación "va a colapsar", como si el país entero hubiese estado de vacaciones en Marte y no experimentando la peor caída del consumo en casi dos décadas. Mientras Caputo hablaba de naftas que bajan un 4% -YPF anunció esa baja en el precio de los combustibles a partir del 1° de mayo- y ropa que podría volverse más barata, la inflación interanual sigue en tres dígitos y los salarios reales -más allá de los promedios manipulados- no logran alcanzar siquiera el nivel de 2018.
Uno de los puntos más preocupantes del discurso fue su defensa de las utilidades transferidas desde el Banco Central al Tesoro. Aunque lo presentó como un movimiento prudente ("no vamos a financiar gasto, vamos a formar reservas en pesos"), no dejó de ser una maniobra que contradice toda la retórica anti-emisión con la que el Gobierno justificó el ajuste más brutal desde la convertibilidad. ¿No era que imprimir dinero era pecado capital? ¿O depende de quién lo haga y con qué discurso? "Tenemos el desafío de remonetizar la economía porque está en un nivel muy bajo. Está en menos de la mitad de lo que lo es normalmente", dijo el ministro.
Caputo, además, celebró que la salida del cepo no generó "ningún estrés", omitiendo que en realidad se trató de una apertura parcial, mantenida artificialmente con intervención cambiaria y férreo control a las importaciones. La idea de una "liberación total" sigue en veremos, mientras las pymes se ahogan por falta de insumos y el dólar oficial apenas se mueve gracias al ancla de una recesión autoinfligida. En ese sentido, el plan del Gobierno entra en una fase nueva: dejar de fingir que la dolarización es una "opción técnica" y comenzar a operarla por goteo. La medida "sorprendente" que se anunciará en las próximas semanas -aún sin detalles- será parte de este proceso.
Es decir, si los pesos no alcanzan, que circulen los dólares. Pero ¿qué dólares? ¿Los que atesoran los ahorristas? ¿Los que entran vía fuga y se estacionan en activos financieros? ¿O los que se usaron para pagar deuda en silencio mientras se recorta a los jubilados? Caputo no lo explicó, solo dijo: "En las próximas dos semanas vamos a anunciar medidas que va a fomentar el uso de los dólares", al tiempo que remarcó que "necesitamos que esta monetización se materialice para que la economía siga creciendo". El mensaje fue claro: se busca una economía dolarizada de facto, sin el costo político ni institucional de formalizarla.
Y si en el camino hay que resignar soberanía monetaria, no importa. Al fin y al cabo, para este gobierno, la Argentina "regalada en dólares" fue el problema. El plan es, aparentemente, dejar de regalarla... para venderla más cara. "La secuencia fue a la inversa que a la salida del cepo en la era Macri porque en aquel momento se salió primero del cepo porque había expectativa positiva, pero no se habían resuelto los problemas macro. Nuestro enfoque fue distinto, primeros resolvimos los problemas macro y luego sacamos el cepo. Por eso pudimos hacer un acuerdo atípico con el FMI", explicó.
En medio de un panorama internacional adverso, sin un solo anuncio concreto de inversión extranjera significativa y con una población que pierde poder adquisitivo mes a mes, Caputo repite el mantra del "cambio estructural" con la fe de un predicador. Pero detrás del dogma, los datos no acompañan. Y la nafta que, según él, necesita la economía para crecer no está ni en los surtidores ni en los bolsillos de los argentinos. "La baja del costo argentino no viene más por devaluaciones. La baja viene por cuatro factores: seguir bajando impuestos, desregulando y abrir la competencia y desde el sector privado hay que volver a invertir", cerró el jefe del Palacio de Hacienda.