"Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo", dijo Juan Carlos Pugliese, ministro de Economía de Raúl Alfonsín en 1988, en medio de una corrida bancaria. Se sabe: el gobierno radical tuvo que entregar antes el poder al peronista Carlos Menem, arrastrado por una espiral inflacionaria.
El presidente Mauricio Macri anunció esta mañana una serie de medidas para llevar alivio a los bolsillos de los asalariados y de los titulares de la Pymes, además de congelar durante 90 días el precio de los combustibles, en un mensaje grabado desde la residencia de Olivos, un rato antes de que comenzaran a operar los mercados.
Y la respuesta fue casi inmediata: un nuevo salto en el precio del dólar, que en la pizarras del Banco Nación terminó al cierre a 63 pesos, luego de haber cerrado al 58 el martes 13. El viernes 9, antes de las PASO del último domingo, el cierre había sido de 46,20 cuando algunas encuestas que circularon en la City auguraban un empate en los comicios. El 15 por ciento de diferencia que obtuvo Alberto Fernández disparó la cotización de la divisa y la pésima reacción del Presidente Macri en las horas siguientes encendió la hoguera.
La disparada del dólar y la consecuente devaluación del peso tiene una consecuencia directa en la economía real: la falta de precios. La suba del dólar se traslada a los bienes, pero el principal inconveniente es que como el billete no para de subir la remarcación tampoco tiene un techo.
“Las medidas anunciadas no compensan el daño hecho y son todas por un plazo máximo de tres meses. El costo fiscal total de la transferencia es 0,2% del PBI, muy poco para la situación actual”, dijo el candidato a diputado por el Frente de Todos Itai Hagman. “La variable clave sigue siendo el valor del dólar y el traslado a precios. Si no se actúa sobre eso el deterioro en los ingresos es inevitable”, agregó el economista en una serie de tuits.
Datos de la economía real. En una panadería de Villa Crespo, situada sobre la calle Padilla, el martes a la noche les bajaron un camión de harina. Y este jueves van a aumentar los precios, pero todavía no saben cuánto, porque tampoco tienen el valor concreto del proveedor. El kilo de pan común está hasta este miércoles allí a 90 pesos, pero en el sector estiman que puede irse a 120.
El encargado de un importante parrilla de Palermo comentó que tienen que actualizar los precios de la carta, pero todavía no saben el porcentaje. “A los argentinos les gusta comer afuera, pero no podés poner un plato a 1.000 pesos, es imposible”, argumenta con razón. La semana pasada pidió 60 kilos de salmón para tener en stock, pero como es pescado es importado es probable que deje de comprarlo. Además tiene un problema adicional: hay cortes de carne que no le quieren entregar por la suba del dólar.
Todo frenado
La distorsión de precios y la estampida del dólar provocó un parate en las ventas de propiedades y automóviles. Pero en otros sectores tampoco hay ventas. En los outlets de la calle Aguirre sólo hay turistas extranjeros a quienes sus dólares les rinden más para comprar ropa o zapatillas que se cotizan en pesos. De todos modos, el panorama es desolador. Un enorme local dedicado a la venta de ropa deportiva tenía esta tarde ocho vendedores mirando sus celulares, mientra sólo había dos clientes que revisaban las ofertas.
La suba del dólar se trasladará a productos básicos como el aceite, la harina y todos sus derivados, el café, el cacao en polvo, entre otros. Y también a la yerba, otro de los productos esenciales. Según explicó un consultor de la ciudad de Apóstoles, capital de la yerba mate en Misiones, hay que esperar un aumento en el precio de la yerba en las góndolas de los supermercados. No sólo por el incremento en el precio de los insumos.
“Normalmente el precio fijado para la yerba es de marzo a septiembre, así que seguramente los productores van a pedir aumento de la hoja verde de yerba. Los precios se fijan semestralmente y en septiembre deberían sentarse a ver, aunque en realidad hoy en día los molinos están pagando por arriba del precio oficial porque no hay yerba”, explica. Hace dos hubo una muy mala cosecha “y como la yerba lleva un estacionamiento, recién ahora se está sintiendo el faltante”. Por eso, no sólo por el dólar, tomarse unos mates en el desayuno tampoco será barato.
Macri dijo que escuchó el mensaje de las urnas y que busca ahora dar un alivio no sólo a los asalariados, sino también a las Pymes, pero en el sector ponen sus reparos. “El anuncio de medidas de alivio luego de haber dejado correr una devaluación brutal demuestra una vez más que las políticas para los trabajadores y las pymes no están en el ADN del actual gobierno. Nuevamente intenta poner parches transitorios a un modelo de ajuste estructural, endeudamientos y especulación que, como sabemos, el presidente pretende revalidar y acelerar de ser reelecto”, dijo en una declaración la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme).
“Es demasiado tarde para dádivas, sobre todo cuando se convalida implícitamente la política estructural de altas tasas que hace inviables la producción y el trabajo.
Las pymes y la producción nacional necesitan políticas de estado, no más marketing electoral. Un proyecto nacional basado sobre la reconstrucción de la industria local, el trabajo, el mercado interno y la soberanía sobre nuestros recursos. Ese fue el mensaje de la población que el presidente no puede no sabe escuchar”, agregó la entidad.