La anécdota es famosa y fue referida por el propio Borges: cierta vez se cruzó por la calle con el boxeador Andrés Selpa. Al reconocerlo, muy emocionado, Selpa le dijo que estaba muy contento de conocer a "José Luis Borges", que estaba escribiendo sus memorias y que quería que Borges hiciera el prólogo. Con exquisita ironía, Borges diría luego que en realidad Selpa había hecho lo correcto. En el libro "Borges verbal", de Pilar Bravo y Mario Paoletti, la historia es contada por el propio escritor. .
Una vez me encontré con un boxeador, creo que se llamaba Selpa. Me reveló su existencia y me abrazó. Yo me sentía ligeramente incómodo, pero al mismo tiempo, agradecido, ¿no? Selpa, en vez de llamarme Jorge Luis Borges, me llamó José Luis Borges, y yo me di cuenta de que eso no era una equivocación sino una corrección. Porque Jorge Luis Borges es muy duro; en cambio José Luis Borges suena mucho más atenuado. ¿Por qué repetir un sonido tan feo como "orge"? Creo que no urge repetir el orge ¿no? Creo que a la larga, yo voy a figurar en la historia de la literatura como José Luis Borges.
Lo que acaso nunca se imaginó es que el mismísimo Rey de España incurriría en el mismo error, nada menos que en la apertura del VIII Congreso de la Lengua que la Real Academia Española celebra en la provincia de Córdoba. “Vuestro José Luis Borges -dijo el rey Felipe VI- dejó escrito que el idioma no es sólo un instrumento de comunicación sino una tradición y un destino".
A su turno, el presidente Mauricio Macri estuvo a la altura (baja) de Felipe VI. El presidente se refirió a la expedición de Juan Sebastián Elcano como “la primer (SIC) vuelta al mundo”, un error de concordancia bastante habitual, que tal vez hubiera sido bueno evitar en el Congreso de la Lengua. Luego intentó expresar la importancia del lenguaje con un razonamiento un poquito ¿infantil? “Imaginemos si acá los argentinos hablásemos argentino y los peruanos, peruano, y los bolivianos, boliviano, y necesitásemos traductores para hablar con los uruguayos”, expresó, en un discurso en el cual al menos tuvo la prudencia de no citar a ningún escritor.