La angustia y la incertidumbre envuelven a la familia de Nahuel Gallo, el joven gendarme argentino que permanece detenido en Venezuela bajo acusaciones que su madre, Griselda Heredia, niega de forma contundente. En medio de declaraciones cruzadas entre gobiernos y organismos internacionales, la historia personal detrás de este caso adquiere ribetes dramáticos. "Mi hijo no es un espía. No cumplía ninguna misión. Viajó para estar con su bebé", afirmó Heredia.
En un desgarrador testimonio para Telefe Noticias y con su voz quebrada por la angustia, la madre de Gallo desmintió las insinuaciones del ministro del Interior venezolano y mano derecha de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, quien sugirió que el gendarme podría estar involucrado en actividades encubiertas al servicio del gobierno encabezado por Javier Milei. "Te metes en su Instagram, viaja por todo el mundo, pero su sueldo es de 500 dólares. ¿Qué venía a hacer a Venezuela?", sugirió.
Nahuel Gallo, de 25 años, había tomado sus vacaciones laborales con un objetivo claro: reencontrarse con su hijo de apenas un año y once meses, a quien nunca había conocido en persona. Su pareja, María Alejandra Gómez, vive en Venezuela desde hace siete meses junto al pequeño. "Era la primera vez que Nahuel iba a visitar a su hijo", explicó Heredia, quien además destacó que su hijo había planificado el viaje para disfrutar de unas merecidas vacaciones en las playas venezolanas.
El relato de Griselda contrasta con las declaraciones de Cabello, quien sembró dudas sobre la verdadera intención de la visita de Gallo, sugiriendo que su estilo de vida en redes sociales y sus viajes internacionales eran incompatibles con su salario como gendarme. "¿Cuál era su tarea? Está en manos de la Justicia, aquí hay una Justicia que funciona de verdad", cuestionó el funcionario chavista, dejando entrever la posibilidad de una "misión encubierta".
El gobierno argentino, por su parte, expresó una creciente preocupación por el destino de Gallo, quien, según sospechas oficiales, podría estar detenido en un centro de torturas en Venezuela. La cancillería enfrenta un desafío diplomático crítico, agravado por la falta de relaciones formales con el régimen de Nicolás Maduro. El caso generó reacciones internacionales. Elisa Trotta, miembro del Foro Argentino por la Defensa de la Democracia, denunció el hecho como una violación a los derechos humanos. "Esto es el chavismo: un flagelo para toda la región", escribió en sus redes sociales, instando a la comunidad internacional a intervenir.
Mientras los gobiernos intercambian acusaciones, la familia de Nahuel Gallo atraviesa un calvario. "Nahuel solo quería conocer a su hijo y tener unas vacaciones tranquilas", insiste Griselda, quien reclama apoyo y acción inmediata de las autoridades argentinas. "Mi hijo está solo, en un país donde no tiene a nadie. Necesitamos que lo traigan de vuelta". El desenlace de esta historia aún es incierto, pero lo que queda claro es que el caso de Nahuel Gallo trasciende las fronteras de una disputa diplomática. Es el retrato de un drama humano que pone de relieve las tensiones políticas y la fragilidad de los derechos individuales en contextos autoritarios.
La familia Gallo, al igual que la opinión pública, clama por justicia, verdad y el pronto regreso de un hijo, un padre y un compatriota que, según su madre, solo buscaba el calor de su familia. Su pareja, Alejandra Gómez, también alzó la voz para desmentir las acusaciones del régimen y pedir su liberación: "Somos gente trabajadora. Nahuel es un tipazo, un buen hijo, excelente papá y marido. Lo único que queremos es que vuelva con nosotros y que esto quede como un trago amargo", expresó entre lágrimas.