03 Marzo de 2019 11:30
La introducción de Mauricio Macri a la política hizo que su padre Franco, que falleció ayer por la noche, dividiera en vida lo que restaba del impero que supo construir con el beneplácito de los diferentes gobiernos de turno entre sus cinco hijos.
Por presiones de Mauricio y Gianfranco, Franco terminó por ceder el control sobre sus bienes en 2009 dos años después de que su primogénito fuera electo jefe de Gobierno porteño. Ese mismo año Franco dejó la constructora IECSA en manos de su sobrino, Ángelo Calcaterra.
Fue el propio Mauricio Macri quien obligó a su padre a repartir antes la herencia.
En concreto en el 2009 les cedió las acciones de Sideco y Socma a sus hijos, Mauricio, Gianfranco, Sandra (que falleció en 2014), Mariano y Florencia. El jefe de Estado, a su vez, cedió sus acciones de Socma a sus hijos, Agustina, Gimena, Francisco y Antonia. Sideco ya no es una empresa constructora, como en sus orígenes y su apogeo, sino un grupo que ocupa el puesto 914 en el ranking de las 1.000 que más facturan de la revista Mercado. Invierte en servicios ambientales y petroleros, transporte eléctrico, minería, transporte de carga, explotación agrícola-ganadera, comercialización y equipamiento de gas y la importación de los autos chinos Chery. En marzo del 2017 vendió su negocio de alquiler de aviones privados, Macair, a la aerolínea colombiana Avianca.
Franco desde 2008 se ocupaba en exclusividad a los negocios con China.
Lo que resta determinar como se dividirá es el denominado Grupo Macri que Franco creó para hacer negocios con China, país con el cual comenzó a tener un intercambio comercial en 1988 por lo que se convirtió en uno de los nexos para cualquier relación económica entre Argentina y el gigante asiático. Sin embargo a contramano de lo que se pensaría desde 2009 hasta su muerte no prosperaron muchos negocios.
Gianfranco Maci fue otro de los que presionó para la división de bienes.
Después de la polémica de la planta para la fabricación de autos Cherry, que Macri llevó a Uruguay como consecuencia de la pelea con la administración de Néstor Kirchner por la deuda del Correo Argentino en 2007, intermedió en la compra de 2079 vagones para el subte (la línea A) por más de U$D 600 millones en una operación que desde su firma hasta que los vagones se encontraron funcionando tardó seis años. Dos años después consiguió el contrato para la renovacion integral del Belgrano Cargas pero en 2014 el entonces ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, lo dio de baja; era un negocio de U$D 10.000 milllones que nunca se concretó.