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Misterios detrás de la Bersa 22, la pistola con la que murió Nisman

Las nuevas pericias realizadas con un maniquí en la provincia de Salta, que probaron que deja rastros de pólvora, volvieron a poner en el eje de la causa la pistola con la que se produjo el disparo que finalizó con la vida del fiscal Alberto Nisman. Cómo funciona y los detalles de un indicio clave que podría cambiar la causa.

por Agusti­n Gulman

09 Septiembre de 2015 03:53
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Con la nueva pericia realizada en la provincia de Salta que comprobó que la pistola Bersa calibre 22 deja rastros de pólvora, el arma que disparó el tiro que mató al fiscal Alberto Nisman, el arma volvió a quedar en el epicentro para comprender el caso. Asimismo, vuelve a tomar peso la figura de Diego Lagomarsino, quien le prestó el revólver, según reconoció él mismo meses atrás.

Desde la madrugada en que hallaron el cuerpo, la muerte de Nisman es todo un misterio: desde entonces, la causa se encuentra caratulada como “muerte dudosa” y la fiscal Viviana Fein aún no pudo conocer de qué modo se produjo el deceso en el departamento de Puerto Madero que tenía el investigador de la causa AMIA.

Lo que sí se sabe, desde entonces, es que el tiro final - ya sea suicidio u homicidio - fue con una pistola Bersa calibre 22 que su colaborador, Diego Lagomarsino, el perito informático que trabajaba en la Unidad Fiscal AMIA, le llevó el sábado previo a su muerte.

Las pericias realizadas en las últimas horas en la provincia de Salta señalan que la Bersa sí deja rastros.

Las dudas comenzaron debido a los rastros de pólvora: en el primer barrido electrónico realizado por la Policía bonaerense en la ciudad de La Plata no se hallaron restos en las manos del fiscal, mientras que ayer en las tres pruebas realizadas en Salta se comprobó que la Bersa calibre 22 deja restos de bario, plomo y antimonio.

De este modo, el arma vuelve a quedar en el eje de la causa. La Bersa que le llevó Lagomarsino al fiscal Nisman es una pistola semiautomática, que tiene un cargador preparado para 10 cartuchos. Mide 124 milímetros de alto, 33 de ancho y un peso de 535 gramos.

En su momento, al brindar una conferencia de prensa, Lagomarsino relató que Nisman le había pedido el arma prestada para defenderse de un posible ataque, y que se la alcanzó al departamento en las torres Le Parc de Puerto Madero. “Es viejo, es una 22, no sé de qué te vas a defender con eso”, contó que le dijo a Nisman el perito.

Los especialistas afirman que en caso de ser utilizada con un silenciador, el ruido que realizaría al efectuar un disparo sería prácticamente imperceptible. Pero además, según información del Renar dada a conocer al poco tiempo de su muerte, el fiscal había registrado dos armas en 1990. Una calibre 22 y la otra un revólver 38.

“Nadie en su sano juicio se pega un tiro con un calibre 22. La gente, para volarse los sesos, va a una bala 44 o 38”, había señalado en enero el perito forense Mariano Castex. En ese momento, el forense remarcó que un tiro disparado con ese calibre no siempre provoca la muerte.

Castex, previo a asumir la pericia de parte de Lagomarsino, señaló que nadie elige un calibre 22 para suicidarse.

De hecho, según un estudio realizado en los Estados Unidos por el Departamento de Policía de Chicago, sólo el 36 por ciento de los disparos que se efectúan en la cabeza con una Bersa calibre 22 finalizan con resultados mortales.

Los resultados de la nueva pericia son opuestos a lo que señala el barrido electrónico realizado en La Plata.

Las nuevas pericias realizadas en las últimas horas sobre una pistola con las mismas características de la Bersa calibre 22 probarían que Nisman no disparó el revólver, o que después del tiro alguien limpió la escena. De todos modos, para la fiscal Fein los nuevos resultados aún no son definitorios. 

 

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