Las fotos y videos de su estadía en Nueva York -ciudad a la que viajó por una reunión de la ONU y en donde también aprovechó para ver al Batman macrista de Time Square-, sumado a la denuncia e imputación que recibió por espionaje contra algunas de las comunidades mapuche volvieron a poner a la ministra de Seguridad, ponen una vez más a Patricia Bullrich en el centro de la escena. En especial, después de la derrota electoral del presidente Mauricio Macri. La pregunta que se hacen por estas horas en algunos sectores del oficialismo es qué pasará con la ministra después del 10 de diciembre.
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Antes de irse a los Estados Unidos, Bullrich se juntó con su equipo de colaboradores más cercanos; con aquellos con los que trabaja desde hace más de 20 años y empezó a delinear lo que será futuro inmediato: armado local, nacional y una nueva candidatura a diputada nacional.
La relación con el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, en lo político se encuentra en el mejor momento; los roces por la gestión, dicen quienes frecuentan a ambos, quedaron atrás. Cabe recordar que en febrero de 2016 a los inicios del traspaso de la Policía Federal hubo un fuerte cruce entre ambos por la implementación del protocolo antipiquetes en la Ciudad.
“Fueron todos cruces de gestión que quedaron ahí. Ambos siempre diferenciaron bien entre la política y la gestión”, sostuvo una fuente al tanto de las negociaciones. La campaña electoral de Rodríguez Larreta dio muestras de eso. Tres veces a la semana, al menos, Bullrich recorría los diferentes barrios porteños siempre en compañía del funcionario de mayor confianza que tiene en la Ciudad, el subsecretario de Vinculación con la Seguridad Ciudadana, Juan Pablo Arenaza.
¿Por qué hacía eso? Al margen de que el fuerte electoral de Bullrich siempre estuvo en la Ciudad (fue electa cuatro veces diputada nacional por ese distrito) en el oficialismo existe un fuerte consenso en que dentro del electorado macrista es una de las figuras que genera mayor adhesión.
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Incluso hay quienes la ponen en el mismo lugar que a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y a la diputada nacional Elisa “Lilita” Carrió en términos de generar amor u odio. “No hay medias tintas. Están los que la aman y los que la odian”, afirman en su entorno. “Es grieta pura”, agregan.
Ni lenta, ni perezosa, Bullrich tomó nota de esto hace tiempo. Quienes la frecuentan afirman que está en el “mejor momento político de su carrera”, al punto tal de que ni la imputación por la denuncia de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) por persecución y tareas de inteligencia contra algunas de las comunidades mapuche hace que le tiemble el pulso.
“La denuncia la hicieron los mismos que están siendo investigados por falso testimonio en la causa Maldonado”, dijo la propia Bullrich en declaraciones a la prensa en relación al famoso “Testigo E” que presentó la APDH de Córdoba en esa causa y que sostenía, luego se comprobó que mentía, que vio como efectivos de la Gendarmería Nacional se llevaban a Santiago Maldonado.
Los tres ejes
Con todo este contexto el esquema de Bullrich tendrá tres puntas:Ser una embajadora y constructora de Rodríguez Larreta en el interior del país con el eje puesto en el narcotráfico y la seguridad Apuntalar su caudal de votos dentro de la Ciudad Competir en 2021 por una banca en Diputados.“A lo sumo va a dar alguna asesoría en Seguridad, pero es claro que en marzo del año que viene arranca de nuevo en modo campaña por el país y que acá, salvo que se la consulte para algo puntualmente, no va a tener un rol ejecutivo”, sostienen en Uspallata. En marzo empieza el tour de "Patricia sí, falopa no", adelantan.