Cumbre entre agentes pasados a disponibilidad en La Matanza. Enojo. Y un diálogo en el que hablaron de la “Operación Talonario”, un supuesto plan para “hacer boleta” a la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, a su ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, y al director de Asuntos Internos, Guillermo Berra.
Según reveló Clarín, hasta ahora no salió de palabras desbocadas. Aún no hubo una amenaza concreta como resultado de esa cumbre conspirativa.
En el entorno de la gobernadora hay preocupación por lo que pudieran hacer los policías cesanteados
Pero las seis amenazas al 911 más el cartucho de escopeta en el garaje de su casa en Castelar, hoy deshabitada tras la mudanza de Vidal a la base aérea de Morón, fueron suficientes avisos: su custodia está trabajando con el máximo de cuidado para evitar que algo le pase.
Las intimidaciones no sólo pasan por Vidal. A Ritondo también: lo amenazaron con secuestros virtuales de sus hijos y hasta su mujer no la pasó bien. Todos tienen custodia, claro está. El ministro de Seguridad no quiere que trascienda: odia victimizarse y suele repetir que va a seguir avanzando "contra las cajas" que manejaban comisarios y efectivos de la Bonaerense.
Ritodo está fastidiado por los "secuestros virtuales" y el hostigamiento telefónico.
En el caso de Berra, abogado de máxima confianza de la gobernadora y quien viene trabajando con ella desde 2011 en la Legislatura porteña, es quien hoy tiene en su despacho las declaraciones juradas de más de seis mil comisarios y subcomisarios. Tiene que estudiar caso por caso. Le llevará varios meses. Pero, por lo pronto, contrató a un par de especialistas en lavado de dinero. Tiene orden directa de derivar cualquier irregularidad a la UFI, la Unidad de Información Financiera, el organismo nacional que lucha contra el lavado. Ventajas de tener al Gobierno nacional del mismo lado. Berra tiene un perfil bajísimo pero para los agentes de la Bonaerense es un "conocido": saben perfectamente que de su firma salen, desde las licencias médicas, hasta las investigaciones internas.
Detrás de los episodios intimidantes surge, para los funcionarios bonaerenses, la reforma de la policía. En ocho meses se abrieron 5.312 actuaciones administrativas como resultado de 17.151 denuncias. Esto derivó en que 1.867 agentes, suboficiales y oficiales fueron alejados de sus cargos. Y 509 suspendidos, según revela Julio Blanck en Clarín.
Vidal no está con miedo pero sí suele rezongar. "Está podrida, le agarra bronca, dice que se desvía la atención de los temas de gestión y genera mal clima", cuenta uno de sus ministros a BigBang.
La reforma de la Bonaerense, en la mira.
No es para menos: esta semana en dos ocasiones la Brigada anti explosivos tuvo que revisar la sede de la Gobernación en La Plata. Protocolo obligatorio ante las amenazas.
Pero en uno de los casos hasta la secretaria privada de Vidal, una de sus mejores amigas tuvo que acompañar a los efectivos en la revisión del despacho de la gobernadora y sus asesoras para verificar que no haya ningún elemento explosivo. Desgaste.
Ayer la gobernadora se hizo un rato y almorzó en "La Brigada" (elección poco atinada para el momento), el restaurante de San Telmo donde solían realizarse las comidas con ministros porteños, con Horacio Rodríguez Larreta y Marcos Peña, el jefe de Gabinete.
Horas antes había estado en el Council of Americas. Sus asesores en comunicación lograron evitar una amenaza menor: un grupo de mujeres que pretendía escrachar al gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, pretendían acercarse a Vidal. El clima no estaba para arriesgar nada. En esos momentos, por su lado, llegaba la sexta amenaza en tres días: esta vez por el 911.
Tres de los funcionarios más relevantes del país: Vidal, Larreta y Peña, almorzando en San Telmo
Hoy Vidal viajará a San Juan junto a su ministro de Gobierno, y armador político, Federico Salvai. No quiere perderse la cumbre del PRO nacional que animarán Larreta, Peña, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y Jaime Durán Barba, entre otros. La custodia estará con ella a sol y sombra.