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Para el juez, Lagomarsino abusó de la confianza de Nisman para el plan homicida

Ercolini sostuvo que el técnico tenía una gran cercanía con el fiscal y que conocía los ingresos y movimiento del complejo Le Parc.

por Rafael Saralegui

26 Diciembre de 2017 18:45
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Para el juez federal Julián Ercolini, el licenciado en informática Diego Angel Lagomarsino tenía una relación de extrema confianza con el fiscal Alberto Nisman y aprovechó esa relación para llevar su arma hasta el departamento de Puerto Madero donde vivía el funcionario para que dos homicidas lo mataran y “plantaran” una escena de suicidio con esa arma “amiga”.

Así lo sostiene el juez federal en su auto de procesamiento a lo largo de 656 fojas, en las que consideró a Lagomarsino como partícipe necesario del homicidio del fiscal; a los cuatro efectivos de la Policía Federal los procesó por el delito de encubrimiento. Pese a que puede llamar la atención la cantidad de páginas del procesamiento, conviene aclarar que varias decenas de fojas están destinados a enumerar los elementos que hay en el expediente y a recordar las declaraciones de testigos e imputados.

El juez afirma que Lagomarsino comenzó a trabajar con Nisman en los años 2006/2007, luego de haber sido presentados por Carlos “Moro” Rodríguez, un ex agente de la SIDE, que también era amigo del fiscal, según él mismo lo declaró en la causa y en varias entrevistas, en las que rechazó que el informático hubiera sido parte de supuesta trama homicida.

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La relación de confianza entre Lagomarsino y Nisman se funda, según Ercolini, en los siguientes elementos:

El técnico figuraba como uno de los tres cotitulares de una cuenta que Nisman tenía en un banco en los Estados Unidos, en la que también figuraban su madre y su hermana.

En el año 2014 hicieron juntos un viaje a Chile. Salieron juntos de la Argentina, pero Nisman se volvió antes, mientras que Lagomarsino se quedó en Santiago por motivos laborales.

En un año mantuvieron más de 300 contactos telefónicos, una intensidad, que a juicio de Ercolini, excede a una relación laboral, entre un jefe y un subordinado.

Para el juez, la cercanía que Lagomarsino tenía con Nisman le permitía conocer los accesos al complejo Le Parc, donde estaban las cámaras de seguridad, la ubicación de los puestos de seguridad de la empresa de vigilancia que trabaja en el lugar y de los efectivos de la Prefectura que prestan servicios de guardia adicional.

Según el juez, Nisman confiaba en Lagomarsino.

“Pero no olvidemos que Lagomarsino no estaba únicamente al tanto de detalles a nivel externo -es decir, en lo que hace al complejo en sí mismo-, sino que también sabía de las particularidades del interior del departamento de Natalio Alberto Nisman”, escribió Ercolini en el procesamiento.

El juez concluye que ese conocimiento del edicio y del departamento de Nisman fue usado luego por los homicidas. “La información privilegiada antes citada conocida en forma directa por Lagomarsino, habría sido de utilidad para quienes llevaron a cabo el homicidio de Nisman -desconocidos hasta el momento-, en tanto les posibilitó diseñar la logística propia del plan llevado a cabo que incluyó ingresar al edificio, dar muerte al titular de la UFI AMIA, dejar el arma de titularidad del imputado y egresar del complejo. Todo ello, sin ser vistos ni filmados, argumentó Ercolini.

Y aseguró que fue dos veces en la tarde del sábado 17 de enero para verificar cómo se encontraba el lugar y brindar luego esa información a los homicidas que matarían a Nisman con la pistola Bersa calibre 22 del técnico informático.

“Esta pistola -relacionada directamente con el nombre y apellido de su titular-, además de ser importante para llevar a cabo la ejecución de Nisman, tuvo gran trascendencia dentro del desarrollo de la acción criminal bajo estudio ya que, al pertenecer a una persona del círculo íntimo de Nisman, ayudó a robustecer la hipótesis del suicidio”, dijo Ercolini.

“Otro aspecto que debe tenerse en cuenta y que se relaciona con algunos de los lineamientos ya asentados, es que Lagomarsino, gracias a que visitaba frecuentemente a la vivienda del titular de la UFI AMIA, sabía que de concurrir con el arma y ser consultado en el ingreso para su registro, no sería revisado y podría ingresarla fácilmente. Esta cuestión la afirmó el propio imputado en su descargo al expresar que ?No me revisaban las cosas cuando llegaba”, agregó el magistrado.    

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