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El país se detiene... más o menos

Paro general, capítulo tres: la Argentina amaneció en modo pausa, con colectivos desbordados y sin trenes

Se trata del tercer paro general contra el gobierno de Javier Milei.

10 Abril de 2025 08:50
Paro general, capítulo tres: la Argentina amaneció en modo pausa, con colectivos y sin trenes

La Argentina amaneció en una especie de "modo avión", pero sin despegar. El paro general convocado por la CGT y las CTA arrancó a la medianoche y trajo consigo una postal conocida: estaciones vacías, aulas silenciosas, hospitales en guardia mínima, y miles de personas mirando el cielo esperando un tren... que no va a llegar. Se trata de la tercera que los gremios le dicen "basta" a las políticas del gobierno de Javier Milei desde que asumió, y esta vez lo hicieron con todo: paralización total del sistema ferroviario, subtes cerrados, aeropuertos al borde del colapso, recolección de basura suspendida y hasta los bancos con la persiana baja. 

El que quiera un trámite, que se abrace al home banking. La excepción a la regla fueron los colectivos, que siguieron funcionando gracias a una conciliación obligatoria que los dejó fuera del paro "en los papeles". Pero en la práctica, fueron el único salvavidas para miles de trabajadores que no se podían dar el lujo de quedarse en casa. En las paradas, las escenas eran tan argentinas como un mate a media tarde: gente amontonada, discusiones sobre si el paro sirve o no, y el infaltable "esto no da para más". Algunos se solidarizaban con el reclamo, otros lanzaban dardos contra "los gremios de siempre" y muchos simplemente querían llegar al laburo sin perder el presentismo.

Desde la CGT, Héctor Daer fue claro: el paro es para exigir paritarias libres, aumento del bono para jubilados y una revisión urgente de las asignaciones familiares. En otras palabras: no se puede seguir ajustando siempre a los mismos. La medida fue precedida por una movilización al Congreso el miércoles, que se mezcló con la clásica marcha de los jubilados de cada 9. Un símbolo más de cómo se acumula el malestar en distintos frentes.

Mientras tanto, el Gobierno decidió responder con una movida de comunicación que ya generó polémica: en las estaciones de trenes, donde habitualmente se anuncian horarios y demoras, apareció una placa con la frase "Ataque a la República. La casta sindical atenta contra millones de argentinos que quieren trabajar". Y, como si fuera poco, invitaron a denunciar al 134 si alguien "te obliga a parar". El vocero presidencial Manuel Adorni compartió el video con su ya clásico "Fin" en redes sociales.

Entre las actividades más afectadas, figuran los vuelos (más de 250 cancelados), los puertos, el transporte de cargas y hasta las estaciones de servicio, que funcionaban a media máquina. Las clases se suspendieron en casi todos los niveles y la atención médica quedó limitada a emergencias. ¿La basura? Esperará hasta el viernes. Pero incluso en medio del paro, el país sigue rodando. Algunos comercios abrieron con personal reducido, el delivery no se tomó descanso y los repartidores de apps seguían con sus mochilas al hombro, esquivando baches y paros por igual.

El paro general se convirtió en una nueva muestra de que las tensiones sociales no aflojan. Mientras el Gobierno avanza con su receta de ajuste, los gremios redoblan la presión y la sociedad queda, una vez más, en el medio. Los que marchan, los que paran, los que no pueden parar, los que apoyan, los que critican. Todos convivimos en esta Argentina que se mueve a tirones. Un país donde el paro no es solo una herramienta sindical, sino un termómetro social que marca algo más profundo: el cansancio.