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Peleas, candidaturas y la teoría de la ruta 2: el futuro del Gabinete de Macri

La necesidad de una renovación para el 2017 y el top 3 de los funcionarios más cuestionados. Vidal, Larreta y las especulaciones.

por Lucas Morando

16 Noviembre de 2016 11:15
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El bar del Hotel Alvear estaba repleto. El Gobernador de Tucumán, el peronista Juan Manzur, hoy cercano al macrismo, mantenía una reunión en una mesa con un ex secretario del kirchnerismo, camporista. La vajilla de plata, las mesas de mármol, ejecutivos asiáticos y el café más caro de la ciudad, ornamentaban la escena.

Manzur y una reunión secreta con un camporista. 

En otra mesa descansa uno de los hombres con mayor peso en el Gobierno, que saluda desde lejos al Gobernador y como si lo conociera desde hace mucho. Supo ser el orfebre de las decisiones más importantes del presidente, Mauricio Macri, cuando era jefe de Gobierno y hoy, un poco más alejado -sólo por ahora-, sigue siendo el auditor de muchas de las decisiones más importantes del macrismo en la esfera nacional. No lo dice, pero se prepara para volver empujado por un imperativo vital: las elecciones del año que viene.

El Gobernador fue fotografiado en uno de los hoteles más lujosos del país. 

El hombre pide un plato de frutas. Llegan peladas, coloridas, fileteadas en forma circular en una bandejita. Son también las frutas más caras de Buenos Aires. Mientras pincha un kiwi y corre con el tenedor algo que parece un arándano, esboza una tesis de cómo está el Gobierno y, sobre todo, hacia dónde va: “Se ve una luz en el camino, falta mucho que ordenar, pero también hay muchos cambios que hacer en el Gabinete, me enojo mucho con el Presidente por ese tema”. Su opinión no es un detalle, es el preludio de lo que va a pasar en unos meses cuando haya un imparable cambio de gabinete. El macrismo necesita oxigenarse.

Ensaya además una metáfora que suelen repetir algunos ministros para describir el rumbo de lo que el macrismo entiende sobre su primer año: “Vamos en un auto a Mar del Plata, por la ruta 2, no tenemos el vehículo que queremos, ni vamos a la velocidad que pensábamos, pero estamos encarrilados. No vamos a tardar cuatro horas como pensábamos, vamos a llegar en ocho, pero estamos en el camino correcto”. La alegoría, cuentan, es una de las preferidas de Macri.

“Vamos en un auto a Mar del Plata, por la ruta 2, no tenemos el vehículo que queremos, ni vamos a la velocidad que pensábamos, pero estamos encarrilados", dice un asesor del presidente.

El gabinete macrista, envuelto en internas y conflictos. 

El hombre que habla conoce al Presidente desde hace mucho, incluso antes de que se volcara a la política. No está conforme con muchos de los funcionarios que eligió Macri para su Gobierno: cree que es un gabinete de transición, con actores que fueron elegidos para sobrellevar la crisis heredada del kirchnerismo. “Pilotos de tormenta”, resume y analiza: “Ahora hay que poner tipos que piensen en el largo plazo”.

Precisamente un ministro del Gabinete, que sonó como candidato a senador en las elecciones del año que viene y fue ministro en la Ciudad durante casi 8 años, ratifica esa teoría. Cuenta internas preocupantes, describe cómo se resquebrajan las relaciones entre sus colegas -”casi no tenemos diálogo entre los ministros”- y se permite criticar a los que, para él, tienen peor imagen.  Sin tapujos pone en la cúpula del ranking coloca a Jorge Lemus, ministro de Salud, a Francisco “Pancho” Cabrera, de Producción y a Julio Martínez, de Defensa.

Buena parábola: Martínez, como buena parte de los radicales del gabinete, será candidato en su La Rioja natal el año que viene. El ministerio que ocupa, sólo un trampolín para instalar su figura.

Otro ministro que está en el macrismo desde el principio de los tiempos se reunió con el Presidente hace unos días. Quiere un cambio de aire: busca por estas horas reinventarse, ver qué lugar puede ocupar en 2017. Es posible que la historia sea circular y vuelva a encargarse de aceitar ciertos mecanismos “para-instucionales” para conseguir financiamiento para la campaña del año que viene, el verdadero reto de las próximas elecciones.

Algunos integrantes del Gabinete podrían cambiar de aire el próximo año.

Hoy, crítico de sus colegas, argumenta que Macri no está para nada conforme tampoco con las políticas de Seguridad -Patricia Bullrich-, pero que no encuentra un reemplazo por ahora. En realidad es dramático su análisis: hay ministros que están ahí, gobernando, porque Macri no conoce a otro mejor para su cargo.

El funcionario destaca el enamoramiento del jefe de Estado con algunos de sus ministros: Carolina Stanley, de Desarrollo Social y, Juan José Aranguren, de Energía (pese al ajuste) siguen estando muy “bien considerados”.

La primera es quien contiene a las organizaciones sociales y abrió el diálogo con ellos por el reparto de planes y ayuda a los más humildes. El segundo pagó con su imagen el ajuste de los servicios públicos y hoy sigue en su lugar, a pesar de la tormenta. 

El Gabinete esconde un problema en su concepción. Muchos funcionarios vienen de la actividad privada -sí, fueron CEOS- y no están acostumbrados a la lógica de la política. Sumar denuncias penales, dar explicaciones a la prensa nacional todo el tiempo. El escritorio en Puerto Madero les resultaba más cómodo. Para alguien como Aranguren, que manejó la filial local de una de las petroleras más grandes del planeta, no es feliz sumar causas, designar abogados, dar explicaciones en casa.

Macri piensa en una posible renovación de su gabinete. 

Una de las principales críticas que se edifica en el entorno del Presidente tiene que ver, precisamente, con el seguimiento de la gestión. Acostumbrados a un jefe de Gabinete omnipresente como Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad no creen ver en Marcos Peña la misma vocación y obsesión en seguir de cerca cada una de las carteras que tiene bajo su ala. No es una crítica al actual jefe de Gabinete, pero sí una tenue reminiscencia al funcionamiento del Gobierno porteño.

Desde allí parte una de las teorías que circulan en la cabeza de algunos de los estrategas macristas hoy. Si la economía acompaña y

Macri logra ordenar el país, en un eventual segundo mandato del Presidente, dos de las mejores cartas del macrismo podrían sumarse al gabinete nacional.

María Eugenia Vidal

, agotada ya de sobrellevar los problemas de la Provincia, podría ser su compañera de fórmula y

Larreta

, si acepta y sirve para su estrategia, podría sumarse al poder Ejecutivo Nacional como ministro coordinador. Son de todos modos especulaciones sobre entramados del poder para los que todavía falta mucho. Tres años de gestión, al menos.

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