Los tres meses que quedan hasta que termine el año van a ser los más difíciles para todos. Para la clase media, los sectores más populares y, sobre todo, para los engranajes institucionales de la Argentina. No es una opinión: es el consenso de la mayoría de los funcionarios del Gobierno. “Los próximos tres meses van a ser los peores, los más difíciles de toda nuestra gestión”, reconoce uno de los cinco funcionarios más poderosos de Cambiemos.
Los próximos tres meses van a ser los peores, los más difíciles de toda nuestra gestión"
En los próximos días se anuncian las nuevas cifras de la pobreza, que volverá a subir, sumando unas dos millones de personas por debajo de la línea de los que no tienen para resolver las necesidades básicas. Va a ser la más alta de la gestión de Cambiemos.
No sólo eso: hay al menos tres ministerios trabajando en un plan de contención para evitar que en diciembre “se pudra la calle”. La cartera de Desarrollo Social trabaja en un plan para llegar a intendentes, villas, ONGS y organizaciones sociales con más planes sociales y un 50% más de raciones de comida. Un ejemplo: el año pasado se distribuyeron en el país 1.2 millones de cajas navideñas. Este año serán, como mínimo, 1.5 millones. El 60% se repartirá en el primer cordón del conurbano.
Habrá más planes sociales y un 50% más de raciones de comida en barrios humildes".
Las áreas de inteligencia criminal dentro del ministerio de Seguridad también avanzan con el operativo “Nochebuena Feliz”: un minucioso monitoreo de redes sociales, agentes encubiertos en barrios pobres y operativos de todo tipo para evitar que la política perversa de algunos sectores opositores incentive saqueos y tomas. Cuentan con la ayuda de la AFI, hoy también focalizada en redactarle informes a Macri y a Vidal sobre posibles hipótesis de desbordes sociales en algunos barrios del conurbano.
Macri reunió a su minigabinete ayer. El pesimismo también flota en las reuniones.
Para que quede claro: quedan tres meses de gestión macrista. De acá a diciembre. Y listo. Después llega el verano, las vacaciones y en marzo de 2019 la política ya se pone en modo electoral. Todo el esfuerzo de los funcionarios, intendentes y gobernadores está enfocado en llegar a marzo sin disturbios. Y tener un primer semestre preelectoral en 2019 con la menor cantidad de turbulencias en la política económica, sobre todo evitar cualquier tipo de corrida cambiaria.
La economía ayuda cada vez menos a mantener la paz social. Un intendente de zona norte hace por estas horas los cálculos para subsidiar aún más a algunos colegios que reciben aportes del Estado para que no se dispare la cuota escolar del año que viene. No hay nada peor que empezar la campaña con padres de clase media enojados por el dolor de tener que cambiar a sus hijos de colegio porque la plata no alcanza.
Hay dos Argentinas. Una, la que describen dentro de la Casa de Gobierno; la otra, la que ven esos mismos funcionarios una vez que salen a la calle. La prueba más cabal fue el sábado pasado, cuando decenas de macristas con cargo salieron a chocarse con la realidad en la Provincia y en la Ciudad. Fue el último “timbreo”, la más cruda alerta oficial de que las cosas no andan bien.
Dos ejemplos: cuando uno de los máximos referentes de Cambiemos salió a recorrer comercios por Belgrano el sábado pasado, un acomodado barrio porteño, volvió con la cara llena de dedos. No había PyMe que no se quejara de estar un 30% abajo en la facturación. No hubo promesa que alcance.
Otro ministro, bonaerense en este caso, visitó barrios del sur del conurbano. En el recorrido por comercios chicos, la mayoría coincidió en el diagnóstico: desilusión con el funcionamiento de la economía.
¿Inversores anti k? Un poderoso ministro provincial almuerza en Puerto Madero. Saborea la pesca del día con un purecito exótico color melón. La copa de Malbec endurece sus definiciones sobre los errores del plan económico que teje el Gobierno Nacional. Cree que el año que viene habrá que trabajar duro para convencer al electorado de que la única salida para evitar que las crisis sea aún más pronunciada, es volver a votar a Macri.
En realidad revela la principal estrategia de la campaña presidencial de 2019 del macrismo: la famosa “campaña del miedo k”, pero al revés.
El argumento electoral va a ser simple: si no gana Macri, los mercados internacionales van a tener menos confianza y las inversiones tardarán mas en llegar. Crisis más profunda, falta de inversión, inestabilidad. Al menos esa será la columna vertebral discursiva del mensaje oficial. Dura tarea en medio de tanto pesimismo y del fin de la paciencia de los que la están pasando realmente mal.