Corrupción, delitos, maltratos y negligencia, Los guardias del Servicio Penitenciario Bonaerense están en la mira. En dos meses y medio fueron desplazados 119 trabajadores de las cárceles de la provincia de Buenos Aires. Es decir: cada 14 horas fue echado un agente penitenciario.
Vidal y Ritondo castigarán al que "manche el uniforme" policial y el penitenciario.
"El que mancha el uniforme, se va". Ese es el ultimátum lanzado por la gobernadora María Eugenia Vidal y el ministro de Seguridad bonaerense Cristian Ritondo. La advertencia no fue sólo dirigida a la Bonaerense, sino a los guardias del Servicio Penitenciario Bonaerense.
Entre los desplazados se encuentran los que cometieron delitos (venta de droga, palizas a internos o robos), y los que facilitaron fugas de convictos, como fue el caso de los tres agentes desplazados e investigados por favorecer, presuntamente, la triple fuga de la cárcel de General Alvear, el 27 de diciembre de 2016, en la que los hermanos Cristian y Martín Lanatta y Víctor Schillaci escaparon y se mantuvieron prófugos dos semanas.
Martín Lanatta, su hermano Cristian y Víctor Schillaci.
El sciolismo, en la mira
Lo llamativo es que en 2015, en la gestión del ministro de Justicia Ricardo Casal, hubo sólo cuatro sanciones. La purga penitenciaria forma parte del plan "Tolerancia Cero" de Vidal contra le ineficacia y la corrupción policial y penitenciaria. Al mismo tiempo, y no es un dato menor, el ministro de Justicia bonaerense, Gustavo Ferrari, tiene en sus manos un informe lapidario sobre el calamitoso estado de muchas cárceles y las pésimas condiciones de detención de los presos.
Y maneja otro dato preocupante: el 50% de los más de 33 mil presos detenidos en las 56 cárceles y alcaidías bonaerenses reingresó a las celdas del Servicio Penitenciario Bonaerense por rescindir en la delincuencia, ya sea robar o matar.
Las cifras dramáticas del escándalo
En 2015 hubo solamente 4 sanciones a penitenciarios.
Las medidas disciplinarias adoptadas durante la gestión de Gustavo Ferrari indican que en dos meses y medio hubo 119 desplazados.
Sanciones expulsivas: 12.
Penitenciarios detenidos: 15 (por distintos delitos).
Temporales: 25 (suspensión de empleo).
Disponibilidades preventivas: 67.
Vidal y su plan de Tolerancia Cero contra la mafia penitenciaria.
Las cárceles del horror
Según reveló BigBang hace diez días, en las cárceles bonaerenses muere un preso cada 56 horas, víctimas de enfermedades curables no asistidas. El dato fue aportado por la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que alertó que el 65 por ciento de las muertes ocurren debido a “enfermedades curables no asistidas”. El año pasado se produjeron en promedio 145 muertes por cárcel en la provincia, lo que representa unas 12 por mes.
Aquí, el informe oficial al que accedió BigBang
El parque automotor estaba fuera de servicio en un 80%, lo cual deriva "en demoras de entre 3 y 4 meses para efectivizar un traslado".
No se contaba con los candados suficientes para el cierre de rejas, puertas y portones, y los agentes no poseían los insumos mínimos para cumplir sus funciones y proteger su seguridad personal".
Maquinarias rotas y en desuso en los talleres de los penales.
La última compra de equipos informáticos para toda la institución se hizo en forma parcial hace una década y -en general- la mayor parte de las computadoras y servidores en servicio datan del año 2004.
En muchos casos las aulas eran utilizadas como espacios para que los internos reciban a las visitas.
Pasando a situaciones registradas en unidades carcelarias puntuales, en la Unidad Nº 35 (Magdalena) se observó una total falta de mantenimiento de la red cloacal y la planta depuradora de agua.
Mientras tanto, en la Unidad Nº25 (Lisandro Olmos) se detectó que las puertas de las salidas de emergencia de los pabellones de planta alta no poseen escalera, lo cual las inutiliza completamente: si alguien las usara terminaría cayendo al vacío.
El suministro de frutas a los internos fue suspendido en el año 2013 y jamás restablecido, y durante todo el 2015 se registraron faltantes de levadura, harina de maíz, té, leche fluida, aceite, porotos de soja, arvejas y aditivos para panificación, entre otros insumos alimenticios.
Además, el quirófano de la Unidad 22 de Olmos (Hospital Penitenciario) estaba fuera de uso hace más de cuatro años.
Techos a punto de derrumbarse.
El informe califica como "de extrema gravedad" la situación de la Dirección Provincial de Salud Penitenciaria, de la mano de "la falta de suministros básicos tales como medicación, psicofármacos, insumos descartables, insumos odontológicos y de laboratorio, y oxígeno medicinal, entre otros".
No se contaba con los candados suficientes: se compraron 5 mil.
Carceles centenarias
Año de Construcción de las prisiones: más de 100 años
Unidad 2 (Sierra Chica): año 1882
Unidad 5 (Mercedes): año 1887
Unidad 6 (Dolores): año 1887
Unidad 4 (Bahía Blanca): año 1909
Unidad 8 (Los Hornos): año 1913
Unidad 7 (Azul): año 1916
Unidad 1 (Olmos): año 1939
La mafia penitenciaria
“En la cárcel te cobran hasta por el agua”, exagera un ex ladrón de blindados. Y cuenta: “Para tener sexo fuera de la visita íntima, tenés que garpar 200 mangos, para falopa arreglás por menos. La protección cuesta mucho más. Tipos han llegado a pagar dos lucas por mes a cambio de seguridad y una celda digna”. El capellán de la cárcel de Sierra Chica, Pedro Oliver, había denunciado que la capilla del penal era usada como “telo” por los presos que coimeaban a los guardias. Muchas veces, el pago lo hace el abogado del preso o algún familiar.
Un muerto en una pelea en Sierra Chica.
“Una fuga puede costar hasta 50 mil pesos o más”, dice un abogado penalista que pide reserva de identidad. “Para proteger a un defendido hay que ponerse con el jefe de guardias y con el capo del pabellón”, revela.
Un guardia que lleva 25 años en el Servicio Penitenciario Bonaerense, y fue uno de los rehenes del famoso motín de Sierra Chica, ocurrido en la Semana Santa de 1996, dice que muchos agentes penitenciarios caen en la corrupción por sus bajos sueldos. “Muchos que recién entran ganan seis lucas. Yo a veces tengo que laburar doce horas por día y hacer extras para llegar a diez lucas, y eso que hace un montón que laburo de esto”, dice.
Siera Chica, el presidio del famoso y sangriento motín que causó ocho muertes.
Según un informe de hace dos años de la Comisión Provincial de la Memoria, la corrupción penitenciaria es amplia. Va desde contrataciones fuera de la ley, sobreprecios, pagos desmedidos en compras y hasta adjudicaciones arbitrarias.
“En la cárcel -dice el informe-, los agentes roban las pertenencias de los detenidos (electrodomésticos, ropa, zapatillas y comida) personalmente o a través de grupos de detenidos que roban para el Servicio. Para eso se liberan determinados sectores de la cárcel. También se roba en las requisas a los detenidos y al momento de ingresar los familiares alimentos o medicamentos. La distribución de drogas en las unidades es cometida o controlada por los agentes penitenciarios y existen numerosas denuncias de detenidos a quienes permiten salir a robar a la calle”.