27 Mayo de 2021 17:12
Números, bajo la lupa. Días atrás, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) publicó el índice de producción industrial pyme correspondiente al mes de abril del 2021. ¿El detalle? De acuerdo al reporte de la entidad privada, la industria pyme se mantiene un 17,1 por ciento por debajo de abril del 2019; cuando el crecimiento interanual contra abril del 2020 (primer mes completo con vigencia de las medidas de restricción por la crisis sanitaria y piso histórico por el parate productivo forzado) fue del 76,9 por ciento. Los números reales de la actividad Pyme y la gravedad de presentar indicadores mentirosos que distorsionan el diagnóstico real (y necesario) de la realidad económica de la Argentina.
Los cuatro puntos cuestionados del reporte de CAME vs. los del Centro de Estudios de la Producción (en base a AFIP)
La industria pyme se mantiene 17,1% por debajo de abril de 2019. La actividad industrial pyme habría caído 1,4% en abril contra marzo. Debido a que en marzo se había informado una baja del 11,4% contra febrero, ello habría implicado un nivel de producción 12,6% inferior al de febrero. El uso de la capacidad instalada industrial pyme se ubicó en el 66,8% en abril, casi 10 puntos por encima de abril de 2019 (57,5%). El 48% de las empresas industriales pyme tuvo una rentabilidad positiva en abril (contra 10% en abril de 2020). El análisis comparativo entre las cifras elegidas por CAME y las del Centro de Estudios de la Producción (que toma la información de AFIP) presentan marcadas diferencias e incluso hasta inconsistencias con los reportes publicados con anterioridad por parte de la misma Confederación, de acuerdo a la información difundida por la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa y los Emprendedores de la Nación, a cargo de Guillermo Merediz. En principio, el Centro de Estudios tomó la variación interanual mediana de la facturación de un total de 34.338 empresas industriales (de hasta 200 ocupados) y se la deflactó por el IPC para pasarla a precios constantes. Importante: los datos comparan el período que va de enero del 2019 hasta marzo del 2021.
Tal como puede verse en el gráfico, ambas series son muy parecidas en el tiempo. Sin embargo, cuando se empieza a comparar en términos interanuales contra los primeros meses de la pandemia (como marzo 2020) la brecha se vuelve profunda. Mientras que CAME reportó un crecimiento interanual de apenas el 13% en marzo de 2021, los datos estimados por el CEP-XXI en base a lo que las empresas declaran a AFIP sugieren una recuperación mucho más profunda (+57,4%). De este modo, según CAME la producción industrial pyme en marzo de 2021 habría sido un 19,5% inferior a la de marzo de 2019 (ya que la caída de marzo de 2020 había sido más profunda, con un -28,3%).
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En contraste, los datos estimados en base a lo que las empresas de menos de 200 trabajadores declaran haber facturado ante AFIP muestran otra cosa: en marzo de 2021, la recuperación más que compensó la caída de marzo de 2020 y la industria pyme presentó una facturación a precios constantes 15% (proxy robusto de producción) por encima de marzo de 2019.
Facturación pyme subió un 143,2 contra marzo del 2019
La variación mediana de la facturación nominal de las industrias pyme trepó un 124,5% interanual y un 143,2% contra marzo del 2019. En tanto, en el mismo período de análisis, el IPC Nivel General de acuerdo al INDEC subió un 112%, el IPC Bienes un 131% y los precios mayoristas industriales un 134,5%.Importante: en todos los casos, la evolución de la facturación de las industrias pyme fue más elevada que cualquier deflactor, indicando un nivel de actividad industrial pyme superior al de marzo de 2019. Esto es consistente también con el dato de producción industrial relevado por el INDEC, que muestra que en marzo la producción fabril se incrementó en un 10,7% contra marzo de 2019, un guarismo en línea con el estimado para la producción pyme y con casi 30 puntos porcentuales de diferencia respecto a lo reportado por la CAME.
Los datos de abril de CAME repiten el mismo sesgo generado en marzo: una recuperación subestimada, que los lleva a concluir que la industria pyme está operando 17,1% por debajo de abril de 2019. Se trata de una magnitud similar a la reportada en marzo (-19%).
Capacidad instalada industrial pyme
El dato de CAME es inconsistente con otros que reporta la misma entidad, como la utilización de la capacidad instalada industrial pyme (que en abril de 2021 fue casi 10 puntos superior a abril de 2019) y el porcentaje de pymes industriales con rentabilidad positiva, que en abril de 2021 fue del 48%, casi 20 puntos porcentuales por encima de lo reportado en abril de 2019 (29,5%). Previsiblemente, ambas series (utilización de la capacidad instalada industrial y rentabilidad) correlacionan casi a la perfección, como se ve en el siguiente gráfico.
¿Cómo puede explicarse que la producción fabril de abril haya sido un 17,1% inferior a la del mismo mes de 2019, pero a la vez haya habido un incremento notable tanto de la utilización de la capacidad instalada, como del porcentaje de firmas con rentabilidad positiva? Si bien el comunicado de CAME ensaya alguna respuesta para el primer punto (una supuesta reducción de las instalaciones de las empresas o cierta desinversión), la misma resulta poco convincente por los siguientes motivos:
Supone implícitamente que la capacidad instalada industrial pyme cayó un 29% entre abril de 2019 y abril de 2021. Ese número implicaría un nivel de destrucción de capacidades productivas solo posible en una guerra. A modo de comparación, en la crisis de la convertibilidad (1998-2002), la capacidad instalada industrial se redujo en 13,5%, con una contracción de la actividad fabril notoriamente mayor y más prolongada que la de la pandemia. El empleo industrial es superior al de la prepandemia. ¿Cómo puede ser que haya más de 20 mil puestos industriales formales más que en la prepandemia y que, a la vez, la capacidad instalada industrial se haya contraído tanto? ¿Cómo se compatibiliza la supuesta caída de la capacidad instalada industrial con el hecho de que las empresas industriales inscriptas en el registro pyme hayan pasado de tener 711 mil empleados formales a 732 mil? En el primer trimestre de 2021, las cantidades importadas de bienes de capital (que correlacionan fuertemente con la inversión industrial) fueron 13,1% superiores a las del mismo período de 2019. ¿Cómo se explica este fenómeno si hubo una desinversión de la magnitud como la planteada en el informe de CAME?
El dato de CAME tiene otra inconsistencia: asume que el nivel de la producción industrial pyme fue de 67,6 puntos en marzo y de 66,7 en abril, lo que implica una baja significativa frente a los 76,3 puntos de febrero (enero de 2008 es la base 100).
Vale aclarar que CAME construye estos números índice ex post, esto es, calcula primero las variaciones interanuales (que es lo que pregunta a las empresas encuestadas) y, a partir de allí, proyecta el número índice. Por ejemplo, si el número índice en enero de 2008 es 100 y la variación interanual de la producción pyme reportada por las empresas es de +5% en enero de 2009, CAME asume que el número índice es de 105. Si bien este procedimiento es una opción válida cuando no se dispone de información detallada sobre los niveles de producción de cada empresa (y sólo se pregunta por variaciones), el problema es que cuando las variaciones reportadas son sesgadas (como es el caso a partir de marzo de 2021), los niveles de producción quedan alterados.
De ahí que se concluya que la producción de marzo fue 11,4% inferior a la de febrero, una cifra a todas luces insostenible. Vale tener en cuenta que el número índice de producción reportado por CAME no tiene ajuste por estacionalidad, lo cual agrava aún más la inconsistencia, habida cuenta de que, producto del fin de las vacaciones, marzo suele ser un mes de relativamente alta actividad fabril (o, mejor dicho, enero y febrero suelen ser meses con menos actividad por los recesos vacacionales).
Este gráfico sirve para mostrar con claridad el punto anterior. Acá se muestra la variación mensual de la actividad industrial reportada por INDEC, comparando marzo contra febrero en cada año desde 2004. Como puede observarse, es totalmente normal que marzo implique un notable crecimiento de la actividad industrial por razones estacionales (el fin del verano y las paradas por vacaciones). Sólo en marzo de 2020 hubo una caída de la actividad frente a febrero, producto de la excepcionalidad de las medidas de aislamiento iniciadas el 20/3/2020. Aun así, la baja fue del 5,5%, más acotada que el -11,4% reportado por CAME para el último marzo.
Según INDEC, en marzo de 2021, la suba de la actividad industrial fue del 19,7% contra febrero (y del 0,7% si ajustamos por estacionalidad). ¿Cómo se explica entonces una baja del 11,4% en la serie sin ajuste por estacionalidad entre febrero y marzo, esto es, una magnitud aun superior a la que ocurrió en marzo de 2020? De hecho, la inconsistencia es tal que en febrero de 2021 CAME venía reportando variaciones de la producción pyme positivas comparando contra la prepandemia e incluso contra 2019 (algo razonable y consistente los números que surgen de lo que las empresas declaran a AFIP). ¿Cómo es posible que entre febrero y marzo se haya pasado de reportar variaciones positivas interanuales contra la prepandemia a caídas cercanas al 20%, más aún cuando en marzo no hubo ninguna restricción adicional frente a febrero?
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Por último, los datos de consumo de energía en las plantas fabriles también contradicen los números de CAME de marzo y abril. Tomando datos de consumo de energía en distintas empresas industriales (en base a CAMMESA), encontramos que de 448 plantas industriales que pertenecen a pymes, el 67,6% consumió más energía en marzo de 2021 que en marzo de 2019. La cifra es del 58,8% si comparamos abril de 2021 contra abril de 2019. Sumando el consumo de energía de estas plantas, encontramos que en marzo de 2021 el consumo fue 9,2% mayor al de marzo de 2019 y en abril esa cifra fue de 4,2% respecto a abril de 2019. Todos estos valores se contradicen con las severas caídas reportadas por CAME en ambos períodos y que, por el contrario, van en sintonía con los datos que surgen de la evolución de la facturación de acuerdo a AFIP y con los datos de empleo mencionados anteriormente.