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Quién es Guzmán, el discípulo de un Nobel que deberá desactivar la bomba que le dejó Macri a Alberto

Hoy podría ser designado como Ministro de Hacienda, desde donde deberá negociar la deuda. Qué piensa sobre los millonarios vencimientos que afrontará en 2020 la Argentina.

06 Diciembre de 2019 13:23
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Tiene 37 años, es discípulo del Nobel de Economía Joseph Stiglitz y en los últimos meses se transformó en uno de los economistas más escuchados por Alberto Fernández. Vivió los últimos diez años en los Estados Unidos, da clases en la Universidad de Columbia, donde dirige el programa de Reestructuración de Deuda. Martín Guzmán sería el hombre elegido por el presidente electo para hacerse cargo del Ministerio de Hacienda, la papa caliente que deberá manejar, con precisión y rapidez, una reestructuración de la deuda que le permita a la Argentina pagar sus obligaciones y al mismo tiempo crecer.

Con las áreas económicas al tope de las urgencias, el presidente electo presentará hoy un gabinete que mantendrá un esquema desdoblado para el manejo de la crisis: por un lado Matías Kulfas encabezará el Ministerio de Desarrollo Productivo, encargado, cuentan a BigBang cerca del presidente, “del manejo de la economía real” (producción, pymes y energía, entre otros). Por otro lado, Guzmán manejaría Hacienda, desde donde deberá hacerle frente a la millonaria deuda del país con acreedores externos, entre ellos el FMI.

Guzmán fue un “tapado”, que salió a la escena pública hace pocas semanas, cuando en una exposición planteó que una posible salida de la crisis que atraviesa el país era postergar el pago la deuda por dos años, con el objetivo central puesto en el crecimiento económico. Además, fue quien le llevó a Fernández la idea de evitar cualquier desembolso nuevo del FMI. La semana pasada, el presidente electo advirtió: “¿Si tenés un problema porque estás muy endeudado, creés que la solución es seguir endeudándose?”.

El cóctel de negociaciones no es para nada sencillo, sobre todo si se tiene en cuenta que si bien Guzmán tiene un amplio conocimiento teórico en materia de reestructuración de la deuda, no tiene contacto directo con los acreedores, como sí había comenzado a tejer el economista Guillermo Nielsen, a quien muchos mencionaban como el posible negociador por su experiencia en ese ámbito durante la gestión de Néstor Kirchner junto a Roberto Lavagna.

Sólo en 2020, el gobierno de Fernández deberá afrontar pagos de la deuda, en pesos y en dólares, cercanos a los U$S 52.000 millones. En la cadena nacional que ofreció este jueves, el presidente Mauricio Macri dijo que era falso que en 2015 hubiera recibido un país desendeudado, y recurrió a un informe de gestión presentado en marzo por Marcos Peña en el Congreso, donde dijo que al asumir el stock de la deuda era de U$S 240.665 millones, y que la deuda púbica bruta había crecido a U$S 345.384 millones.

Ya desde la campaña, el presidente electo advertía que la Argentina no podía volver a caer en un default, sino que se debía llegar a un acuerdo con los acreedores. Uno de los objetivos que planteó Guzmán más de una vez es una “negociación corta”, que podría estar finalizada antes de abril de 2020.

Aunque la política es el arte de la dinámica y todo puede cambiar a último momento, Alberto Fernández le dijo esta semana a María O'Donnell que ya tenía definido todo su gabinete, un anuncio que demoró con el objetivo de no “desgastar” a ningún ministro antes de la asunción. Guzmán es el discípulo del Nobel Stiglitz, con quien empezó a trabajar hace siete años. De hecho, el periodista Marcelo Bonelli publicó días atrás que el Nobel de Economía inició gestiones secretas con el FMI para avanzar en la negociación de la millonaria deuda.

Además, Guzmán cumple con otros requisitos: es joven, tiene toda una carrera por delante y viene del ámbito académico. Es doctor en Economía de la Universidad de Brown y además de la Universidad de Columbia, es docente de la UBA y de la Universidad Nacional de La Plata.

Para Guzmán, el problema central que tiene el país es el alto endeudamiento. Cree que es imposible implementar un programa macroeconómico sin resolver la deuda, y confía en que se requiere un superávit fiscal primario para estabilizarla. En declaraciones al diario Clarín meses atrás, lanzó una definición: “Hay cuatro alternativas para obtener recursos: ajustar el gasto, subir impuestos, emitir pesos para comprar dólares o tomar más deudas. Las primeras son contractivas y la tercera generaría presión al mercado cambiario. ¿Tomar deuda? ¿Con quién? Una posibilidad es un reperfilamiento que no incluya a los intereses y apostar a un shock de confianza para regresas a los mercados a tasas bajas”.

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