El 1° de septiembre de 2022 pasará a la historia como el día en el cual quisieron matar a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en la puerta de su departamento del barrio porteño de Recoleta. Aquella jornada, la imagen de Fernando Sabag Montiel gatillando dos veces sobre la cara de la principal figura de la política argentina, recorrió todas las pantallas del país y generó un revuelo enorme en toda la institucionalidad de la Nación.
Con el pasar de las semanas iban a comenzar a caer muchos integrantes más de lo que se conoció como "la banda de los copitos", el grupo de vendedores de algodón de azúcar que venía realizando inteligencia los días previos en el lugar del hecho. Brenda Uliarte primero, su amiga Agustina Díaz después, y finalmente Nicolás Carrizo, pasaron a ser parte del grupo de acusados que investigan la jueza federal María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo.
Luego la magistrada rechazó sumar a la causa las amenazas que su par Marcelo Martínez de Giorgi investigaba sobre los integrantes de Revolución Federal, y la posibilidad de encontrar un ruta del financiamiento y la autoría intelectual del crimen, pareció diluirse. Aunque la pista que surgió en estos días, y que asegura que el diputado nacional macrista Gerado Milman conocía con dias de antelación el golpe que iban a intentar darle a la expresidenta, cambió el panorama por completo.
"Cuando la maten yo estoy camino a la costa", habría dicho Milman a dos de sus asesoras, el 30 de agosto en el restaurant Casablanca, según la declaración de un empleado del diputado oficialista Marcos Cleri, quien hoy es un testigo clave de la causa, y que estaba presente allí en aquel momento a pocos metros de los tres.
Sobre esto las dos mujeres prestaron declaración ayer y negaron todo, pero las pruebas son suficientes como para que el ministro del Interior, Wado de Pedro, reconociera hoy ante El Destape que el referente macrista "sabía que la iban a matar a Cristina Kirchner".
Los antecedentes y el prontuario violento y antikirchnerista del socio de Patricia Bullrich, es extenso tanto en los hechos como en el tiempo, por lo que vale la pena hacer un repaso de algunos de los puntos más altos del diputado que sabía que iban por la vida de la Vicepresidenta.
El origen
Como muchos de los actuales miembros del PRO y de Juntos por Cambio, sus comienzos en la política vienen de la Unión Cívica Radical (UCR). El partido centenario fue quien lo vio dar sus primeros pasos en la institucionalidad del país, aunque se fue con Bullrich luego del fracaso de la Alianza y terminó apoyando la candidatura de Elisa Carrió a presidenta de la Nación en 2007, desde la agrupación Unión por la Libertad. Comenzó a ser diputado nacional en 2013, luego de apoyar la creación del GEN (Generación para un Encuentro Nacional) de Margarita Stolbizer en 2011, cuando fue candidato a intendenten de Avellaneda.
Ley de Medios
Su instalación como referente antikirchnerista llegó cuando el diputado, miembro por la oposición de la AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual), rechazó de forma contundente cada uno de las cuestiones referentes a la Ley de Medios que impulsaban desde el oficialismo por aquella época.Cuando llegó la gestión del ex presidente Mauricio Macri, Milman fue uno de los funcionarios más involucrados en la promoción de la intervención del organismo que integraba, el cual dejó de ser administrado por Martín Sabatella y pasó a ser gerenciado por Agustín Garzón.
Un antipiquetes desde la primera hora
Durante los años del PRO en el poder, Milman fue secretario de Gestión Federal de la Seguridad de la Nación Argentina, un cargo especial que se creó para él, y el cual se lo ganó por su rol duro contra las marchas, cortes y movilizaciones que golpearon duro durante todo el mandato del expresidente de Boca Juniors.Es que el diputado fue uno de los principales impulsores, junto al entonces jefe de Gabinete, Marcos Peña, de lo que se conoció "protocolo de protesta social", más conocido como antipiquetes, el cual el gobierno macrista no llegó a establecer definitivamente, pero que lo usó como bandera para poder enfrentarse a los constantes reclamos que su gobierno recibió.
Un defensor de los violentos
Las desapariciones de Santiago Maldonado y el asesinato de Rafael Nahuel en la Patagonia, lo encontraron a Milman en la cresta de la ola de su rol como funcionario represor. No sólo siempre fue uno de las principales figuras públicas que se dedicó a ensuciar a la familia del joven que encontraron muerto a orillas del Río Chubut, tras 78 días sin saber de su paradero; sino que también fue uno de los que se encargó de apuntar contra las comunidades mapuches, hoy tan el boca de todos.Declaraciones como "la familia de Santiago Maldonado y los mapuches no colaboran", eran sólo una pequeña muestra del arsenal de acusaciones incomprobables que se animó a utilizar contra la familia del difunto y sus defensores por aquelllos días.
"Es una operación berreta": el intento de justificación de Milman y las pruebas en su contra
"Nosotros tenemos la convicción de que los prefectos actuaron en un conflicto armado y hubo un tiroteo que lamentablemente terminó en el fallecimiento de Rafael Nahuel", expresó sobre el caso en 2018, aunque nunca se desdijo cuando un año después la Justicia desestimó la figura de legítima defensa y procesó al prefecto Francisco Pintos por homicidio agravado.Aunque también ganó popularidad defendiendo al policía porteño Luis Chocobar, quien pasó a la fama por dispararle por la espalda y matar a a un ladrón en el barrio porteño de la Boca. Crimen por el que fue condenado a dos años de prisión en suspenso en 2021, y que el oficial apeló ante la Corte Suprema de Justicia en busca de su impunidad.
"Claro que se le puede tirar de espaldas, no matarlo", había declarado ante diario Clarín Milman sobre el efectivo procesado. Una apreciación completamente lejana a la que tiene la Justicia y los Códigos Penales tanto de la Nación, como de cualquier provincia del territorio argentino.