04 Diciembre de 2015 13:15
Fanático del deporte, del golf y los habanos, Federico Salvai, flamante ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, se convirtió apenas en una horas en un imán de comentarios y halagos en las redes sociales. Esencialmente, de suspiros del electorado femenino que empezó a preguntarse: ¿Quién es ese? “Ese”, es en el nuevo “galan” del macrismo.
Con María Eugenia Vidal, en el Bunker PRO, el día de las elecciones.
Hay una mala noticias para sus neofanáticas: está casado y tiene dos hijos. Es desde hace años el marido de Carolina Stanley, recientemente nombrada ministra de desarrollo social de la Nación -ocupaba ese mismo cargo en la Ciudad- , también una de las mujeres más lindas del macrismo.
Federico Salvai fue durante años la mano derecha de María Eugenia Vidal, sobre todo durante su gestión como vicejefa de Gobierno. Ayer, precisamente, renunció a su último cargo dentro del parlamento local, abandonó su banca como legislador porteño para asumir como Ministro de Gobierno en la Provincia de Buenos Aires, donde también acompañará a la gobernadora. Seguirá siendo su mano derecha, pero ahora en Provincia.
Con su mujer, Carolina Stanley, flamanete ministra de Desarrollo social de la Nación.
Salvai es fanático de la vida sana: sale a correr tres veces por semana, con una dura rutina. Los fines de semana juega al golf, disciplina en la que -suele bromear en cenas con amigos- tiene uno de de los mejores handicaps del PRO (por debajo de 10). Tiene 37 años, es salteño y tiene dos hijos, Juan y Mateo. Y sí, también juega a la PlayStation: lo apasiona competir en ping pong virtual, donde gana más de lo que pierde.
Ayer renunció a su banca como legislador porteño para asumir en el Ejecutivo provincial.
Muy conectado con el mundo empresarial, Salvai tiene buena relación con muchos gerentes de grandes empresas, incluso con algunos de los banqueros más importantes del país. Se debe también a que su suegro, Guillermo Stanley, es el ex director de una importante banca local. Federico es abogado y licenciado en periodismo.
Es deportista, juega al golf, al fútbol y al tennis.
Fanático a muerte de River, también juega al tenis, al fútbol y suele batallar contra intensas gripes por salir a correr bajo la lluvia en los bosques de Palermo o frente a la Facultad de Derecho antes de que amanezca. Es para él una verdadera terapia antiestrés que usa para sobrellevar la tensión de la gestión. ¿Lo irán a buscar las fanáticas?