La reciente filtración de mensajes y audios de Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, expuso una conducta que pone en tela de juicio la institucionalidad y el respeto por las normas democráticas dentro del Congreso. En lugar de desempeñar un rol imparcial y garantizar el orden del debate legislativo, Menem asumió un papel de jefe de bloque, instruyendo a los diputados libertarios a entorpecer la sesión, gritar y generar caos en el recinto en el marco de la sesión especial que se está llevando a cabo durante este miércoles en donde se buscará ratificar el acuerdo con el FMI
Los mensajes difundidos en los chats internos de La Libertad Avanza y dados a conocer por Arganzuela, ciclo que conduce Jorge Rial por Radio 10, dejaron en evidencia la estrategia premeditada del oficialismo para obstaculizar la discusión parlamentaria. "Es la sesión más importante de los últimos 20 años para ser parte de la historia. Dientes apretados en todo momento. No bajemos la guardia. Los quiero. Son un equipazo", arengó Menem a los diputados de su espacio, en el grupo que comparten en WhatsApp, como si se tratara de un batallón en plena guerra política.
Lejos de garantizar el funcionamiento de la Cámara Baja con ecuanimidad, el titular del cuerpo incentivó el desorden mediante instrucciones explícitas: "En todo momento cuatro personas nuestras siempre sentadas para plantear una cuestión de privilegio. Que me discutan, yo les voy a decir que no, que no es momento. Que discutan, con reglamento. Presidente, pero griten. Ténganlo siempre, en todo momento".
Este llamado al boicot institucional trasciende el mero oportunismo político y se convierte en una preocupante señal sobre el deterioro del debate legislativo. La división de poderes es una piedra angular del sistema republicano, pero cuando el presidente de la Cámara se involucra en la operativa partidaria y actúa como líder de un bloque, la institucionalidad se desmorona.
La revelación de esta estrategia no sólo afecta la credibilidad de Menem, sino que también pone en el centro de la discusión el estilo de gobierno de La Libertad Avanza, basado en la confrontación permanente y la deslegitimación de los mecanismos democráticos. Mientras el país enfrenta una crisis económica y social profunda, los representantes que deberían estar debatiendo soluciones se ven envueltos en un teatro de provocaciones orquestado desde la propia presidencia de la Cámara.
Dentro del chat del bloque libertario también habló la diputada neuquina Nadia Márquez, quien a las 8.01 de este miércoles escribió: "Buen día, diputados. Recuerden que será una sesión compleja. Como hablamos ayer en reunión de bloque, les pedimos a todos que no salgan durante la sesión. Cariños y a disposición de cada uno". Fue entonces que aparece Martín Menem, quien irrumpe en un bloque cuando no debería dado su rol, y afirma: "Es la sesión más importante de los últimos 20 años para ser parte de la historia. Dientes apretados en todo momento. No bajemos la guardia. Los quiero".
Acto seguido, envía un par de audios "temporales" (es decir, que se eliminan automáticamente tras ser escuchados) donde expresa lo siguiente: "En todo momento cuatro personas nuestras siempre sentadas para plantear una cuestión de privilegio. Que me discutan, yo les voy a decir que no, que no es momento. Que discutan, con reglamento. Presidente, pero griten. Ténganlo siempre, en todo momento". Ahí Nadia Márquez sale inmediatamente, tras la arenga que hizo Martín Menem, con un listado de los nombres que serán los encargados de generar disturbios dentro de la Cámara.
Entre ellos, se destacan las figuras de Mercedes Llano, Lilia Lemoine, Álvaro Martínez, César Treffinger y Claudio Lisandro Almiron. A partir de esa lista, llega otro audio de Menem que dice: "Pero los quiero gritándome, a los gritos, puteando, nada de algo pacífico". "Esto deja al descubierto que lo que pasó la semana pasada fue armado, chicos. Que ir a buscar a (Oscar Roberto) Zago para cagarse a trompadas fue armado, solamente para que se levantaran de la banca, no dieran quorum y Martín Menem huyera como un cobarde", señaló Jorge Rial al oír los audios.
Las consecuencias de estas maniobras son alarmantes. No sólo socavan la confianza de la ciudadanía en sus representantes, sino que también fomentan un clima de violencia política dentro y fuera del recinto legislativo. La estrategia de generar caos en el Congreso coincide con un despliegue sin precedentes de fuerzas de seguridad en las calles, buscando acallar las manifestaciones y reprimir el disenso.
El Congreso no puede transformarse en un campo de batalla donde el oficialismo manipule el reglamento para deslegitimar la oposición y evitar el debate. La función de Martín Menem no es la de un militante más, sino la de un garante del orden y el respeto institucional. Sin embargo, su rol actual se aleja peligrosamente de ese mandato, convirtiéndose en un actor clave dentro de una estrategia de confrontación permanente que debilita la democracia.
Si el gobierno de Javier Milei realmente busca un cambio en la política argentina, debería empezar por respetar las reglas del juego democrático y la autonomía del Congreso. Caso contrario, el legado que dejarán no será el de la "revolución libertaria", sino el de una crisis institucional sin precedentes.