El viernes, las imágenes de jubilados, pensionados y beneficiarios de planes sociales haciendo largas colas frente a las entidades bancarias, en plena cuarentena como consecuencia de la pandemia del coronavirus (Covid-19) para cobrar sus haberes ocuparon todos los canales, radios y principales medios del país. Inmediatamente desde el Gobierno, y diferentes sectores , salieron a marcar la cancha acusando a quienes “no respetaron el cronograma de pagos”, según dijo el propio Alberto Fernández. Según el presidente, “nadie preveía que iban a aparecer todos esos jubilados”.
El propio presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Miguel Pesce, en declaraciones al canal de noticias TN manifestó que el problema se debía a un error de comunicación. “El problema fue que las personas comenzaron a formar las filas desde muy temprano, porque probablemente haya habido una mala interpretación de lo que había decidido el Banco Central respecto de porqué se abrían las sucursales, que era para atención exclusiva de quienes no podían cobrar por medios electrónicos”, afirmó.
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Incluso el propio gerente general de la ANSES, Alejandro Vanoli, sostenía el viernes temprano que la acumulación de personas en las puertas de los bancos era algo esperado. “Evidentemente que el primer día iba a haber largas colas, era absolutamente previsible. Por supuesto que esta situación de tanta afluencia de público, habiendo muy pocas operaciones permitidas, es algo que fue más de cualquier previsión. Por eso les quiero decir que, inmediatamente, cuando esta situación se produjo hubo una respuesta muy rápida en sentido de descomprimir ampliando los días de atención”, dijo en declaraciones a la prensa.
De acuerdo a un relajamiento de las entidades bancarias ese día se atendieron a 800.000 personas de un total de casi tres millones que se encontraban habilitadas para cobrar sus haberes y beneficios ese día. Se trata de los jubilados y pensionados que tenían fecha de cobro ente el 20 y 30 de marzo a los que le sumaron quienes recibieron el bono de refuerzo a la Asignación Universal por Hijo (AUH) y que no tienen una tarjeta de débito registrada, más los que cobran diferentes planes sociales que se encuentran en la misma situación.
Un par de datos para entender la economía argentina. Se calcula que el 40 por ciento se encuentra en negro, es decir que se mueve directamente en efectivo y sin bacarización alguna. El propio dirigente de la Bancaria. Sergio Palazzo, critico a los jubilados al decir que el 70 por ciento de los que estaban atendiendo tenían tarjeta de débito y que no la usaban debido a que querían cobrar por caja.
Según datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) unos 8.228.939 jubilados y pensionados cobran todos los meses sus haberes a través e las 32 entidades bancarias que están habilitadas. El 52 por ciento de esa masa de jubilados se concentra en cinco bancos: Nación, Piano, Provincia de Buenos Aires, Supervielle y Macro. De ese número, según la propia ANSES, sólo 13.000 jubilados no tendrían su tarjeta de débito. El mismo organismo explica que esa cifra aumenta a 1.7 millones (entre jubilados y beneficiarios de planes) si se contabilizan los que no saben usarlas.
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Un dato no menor, y que relevó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) en la Encuesta Nacional de Gasto de Hogares 2017-2018 en agosto del año pasado, es que casi el 70 por ciento de todas las transacciones a lo largo y a lo ancho de país se hicieron en efectivo. En ese mismo informe se detalla que mientras la mayor parte del gasto que realizan los hogares en Alimentos y bebidas no alcohólicas (82,5%), en Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (78,7%) y en Restaurantes y hoteles (80,7%) se realiza en efectivo; la tarjeta de crédito tiene relativa importancia en los rubros Prendas de vestir y calzado (29,2%), Equipamiento y mantenimiento del hogar (29,3%) y Recreación y cultura (cines, teatros, espectáculos deportivos, etcétera) (23,9%). El pago a través de homebanking tiene alguna relevancia en el gasto en Educación, Recreación y cultura, Salud y en Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles.
El total de las transacciones con tarjeta de débito representa solamente el 8,4 por ciento. La utilización también varia dependiendo de las zonas. Por ejemplo: la Ciudad tiene la tasa más alta de compras mediante sistemas electrónicos ya que sólo el 53 por ciento de todas las transacciones se hacen con efectivo. Al otro lado de la General Paz el porcentaje sube hasta casi el promedio nacional con 67 por ciento.
A eso hay que agregarle un dato más: la cercanía de los cajeros automáticos. Según el BCRA, la red de cajeros en el país es de 20.000 máquinas, todas pertenecientes a entidades financieras (bancos). Sin embargo la dispersión no es homogénea. En la Ciudad de Buenos Aires, según los registros oficiales, hay 1.386 cajeros automáticos para 2.89 millones de personas que residen en ella lo que da un total de 2.087 cajeros por persona. En promedio el porteño tiene que caminar tres cuadras para encontrar uno.
En la provincia de Buenos Aires el panorama es diferente. Para 16.66 millones de personas que viven en ella hay 6272 cajeros distribuidos a lo largo de los 135 municipios, lo que arroja un total de un cajero cada 6272 habitantes. En promedio un bonaerense tiene que caminar 22 cuadras para encontrar uno habilitado.
“Ahí entendés el motivo de que mucha gente busque retirar todo por ventanilla. A nadie le puede quedar cómodo caminar tantas cuadras para buscar plata”, razonó una alta fuente del BCRA.