La pérdida de contacto con el submarino ARA San Juan y las hipótesis respecto a la tragedia que pudieron haber sufrido los 44 tripulantes tras la explosión en el interior de la nave confirmada esta semana corrieron el telón de la crisis que se vive en la Armada: submarinistas que describen falta de mantenimiento de las naves, una reducción presupuestaria que se acrecentó en las últimas décadas y una pregunta clave: ¿cómo deben funcionar las fuerzas de defensa de un país que hace más de treinta años no tiene hipótesis de conflicto bélico?
Mauricio Macri fue claro y concreto en el breve mensaje que dio este mediodía: “El submarino estaba en perfectas condiciones”. Tres años atrás, la ex presidenta Cristina Kirchner dejó en claro que tras las reparaciones a las que fue sometido, el ARA San Juan podría permanecer activo por tres décadas. En un informe ante el Congreso en 2016, el actual jefe de Gabinete, Marcos Peña, aportó las mismas cifras.
La preocupación oficial podría dividirse en tres: en primer lugar porque las autoridades de las Fuerzas Armadas y el Estado Mayor Conjunto le detallaron a Macri la gran dificultad para hallar rastros del submarino perdido y sus 44 tripulantes. Pero también por los cortocircuitos que despertó el manejo de la crisis desde la Armada con los funcionarios del Poder Ejecutivo, que podrían derivar en un recambio de las autoridades y hasta en una intervención de la Armada. Por último, porque este caso ventila una serie de problemas en el interior de esa fuerza en particular.
EL ROL DE LA ARMADA
Un ex funcionario del Gobierno anterior analiza que debe darse un debate respecto al rol que debe cumplir la Armada en un país que no tiene hipótesis de conflicto abiertas. “Si son necesarias, hay que analizar si son prescindibles o imprescindibles. El Estado debe priorizar las inversiones: ¿es correcto comprar un portaaviones o construir 10.000 viviendas sociales?”, se pregunta ante BigBang.
El ARA San Juan tuvo su último contacto el miércoles 15 de noviembre.
La Armada se encarga puntualmente de la defensa nacional del Mar Argentino. Entre sus funciones más actuales se destacan las campañas antárticas, así como las misiones de paz de la ONU. La misión que realizaba el ARA San Juan partió desde Ushuaia rumbo a Mar del Plata. Aunque según la jueza que entiende en la causa, Marta Yañez, era una tarea bajo “secreto de Estado”, la BBC publicó que realizaba tareas de control de la zona económicamente exclusiva del Mar Argentino, con el objetivo de desactivar la presencia de buques extranjeros que ejercen la pesca de manera ilegal.
La ex ministra de Defensa y de Seguridad, Nilda Garré, detalló a este medio que la Armada tiene el rol de búsqueda y salvamento en el Atlántico Sur y vigilancia de espacios marítimos. “Hay actividades complementarias de colaboración con Prefectura Naval para detectar la pesca ilegal. Tiene una importancia fundamental en bases antárticas estratégicas para países como la Argentina”, agregó la ex funcionaria y actual diputada.
El ingeniero naval Martín D'Elía agrega que es fundamental reorientar el rol de la Armada, sin apuntar a un equipamiento bélico, sino para realizar tareas de vigilancia del territorio y los recursos marítimos, pero también para la asistencia a civiles ante eventuales catástrofes. “Es muy importante tener una Armada bien equipada, porque tenemos una plataforma continental muy rica y muy grande en extensión, que no es sencilla de custodiar sin medios navales y aeronavales”, resume.
En esa misma línea, el ex secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, cree que es necesario diseñar una “fuerza multipropósito”. “Hay que avanzar en una fuerza de despliegue rápido, con doble función de Defensa y de Seguridad, con distintas capas y distintos modos de intervención”, le dijo a BigBang.
Durante la última dictadura cívico militar, la Armada ocupó un oscuro rol en la desaparición de personas. Un dato más que gráfico: la Escuela de Mecánica de la Armada (Ex ESMA) fue uno de los centros ilegales de detención más grandes del país. Por allí pasaron más 5.000 desaparecidos y de acuerdo a las estimaciones oficiales el 90 por ciento fueron asesinados. Uno de los hombres que recibió más condenas por delitos de lesa humanidad fue un integrante de esa fuerza: Alfredo Astiz. Conocido como el ángel de la muerte, fue capitán de fragata de la Armada. Durante la última dictadura cívico militar, se infiltró en organismos de derechos humanos como espía.
“PUEDE QUE NO REGRESE”
“¿Cómo puede ser que un maquinista del subte gane el doble que un hombre que arriesga su vida para la defensa de la soberanía nacional?”. La pregunta se la formula un submarinista que prefiere mantener el anonimato y que se encuentra en la Base Naval Mar de Plata. Un capitán de submarino cobra apenas $40.000, mientras que los salarios más bajos rondan apenas los $15.000. Y además hablan de una profunda falta de inversión.
Tristeza. Las familias de los 44 submarinistas se quebraron al recibir la confirmaciónd de que hubo una explosión.
En medio de la angustia, los familiares de los 44 submarinistas revelaron esta semana una serie de alarmantes datos, vinculados a la supuesta falta de mantenimiento de las naves. La Argentina tiene tres submarinos destructores: el ARA San Juan, el ARA Salta, que no estaría en la mejor de las condiciones; y el ARA Santa Cruz, en el que se desarrollan tareas de mantenimiento que este año fueron suspendidas y prevén que finalizarán en 2023.
Como si se tratara de un ritual, antes de partir a una misión los submarinistas lanzan a sus familiares un comentario que hiela la sangre: “Puede que no regrese”.
LA CRISIS DE LA ARMADA
No existe una fecha concreta que establezca el inicio del deterioro de la Armada Argentina. Sin embargo, sí se podría establecer que la derrota de la guerra en las Islas Malvinas representó un duro golpe para las Fuerzas Armadas en términos presupuestarios. Desde 1982, el gasto militar cayó de un 2,16 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI), a un mínimo del 0,87 por ciento en 2011, de acuerdo con datos relevados por el Banco Mundial. El recorte más fuerte se produjo durante el gobierno de Carlos Menem.
Aunque esa cifra tuvo un leve incremento el año pasado, se trata de una cifra menor a la que invierten países vecinos como Brasil y Chile, que destinaron entre un 1,3 y un 1,9 por ciento del PBI a sus fuerzas armadas. El ingeniero D'Elía asegura que esos dos países tienen un mejor desarrollo de sus flotas, aunque aclara que Brasil el año pasado debió retirar a su portaviones por fallas complejas de seguridad. “Las marinas de Sudamérica tienen buques similares en años y características a los que tiene Argentina. Mantener una flota militar no es fácil ni económico”, aseguró el experto.
Cientos de personas acompañaron a las familias de los submarinistas con mensajes en la Base Naval Mar del Plata.
Una seguidilla de episodios ocurridos en los últimos años expuso la falta de mantenimiento. Uno de los más graves fue el hundimiento del buque Santísima Trinidad, en 2013. El barco fue utilizado durante la Guerra de Malvinas y en 2004 pasó a retiro. Desde entonces no recibió ningún tipo de mantenimiento y de un día para el otro se hundió.
La Corbeta Espora estuvo varada en Sudáfrica durante tres meses en 2013 por un desperfecto en tres generadores; la Corbeta Spiro sufrió una rotura al tropezar con un banco de arena en Mar del Plata; y la Corbeta Gómez Roca zarpó del puerto de esa misma ciudad con un motor menos y sufrió una avería en la línea de eje cuando iba camino a una operación en Brasil, en la que finalmente pudo participar porque la dificultad técnica fue reparada.
Por su parte, el destructor La Argentina registró problemas con los estabilizadores tras sufrir un desperfecto cerca de Bahía Blanca, producto de una mala maniobra, también mientras se dirigía rumbo a Brasil. Fuentes consultadas por este medio detallaron que cada cuatro años los buques deben someterse a una revisión integral. Para eso deben ser retirados del agua y ser trasladados a dique seco, donde se los revisa por completo, aunque existen casos donde hay demoras.
En líneas generales, explican los submarinistas, las naves de mar se encuentran en buen estado. Sin embargo, el conflicto es la desactualización del equipamiento militar, como la radarización y los sistemas de armas que son obsoletos. Lo mismo ocurre con los misiles anti aéreos, antibuques y antisubmarinos. El país cuenta con cuatro destructores, tres de 1983 y uno de 1984.
El ARA Salta es el otro submarino. Idéntico al ARA San Juan.
Las Fuerzas Armadas sufrieron el ajuste durante la década del noventa. La falta de recursos asignados impidió la actualización de la flota. Un fiel reflejo de la situación fue la privatización de Tandanor, el principal astillero del país, en 1991. Ocho años más tarde, los principales accionistas decretaron la quiebra. Menos de una década después, en 2007, el Gobierno de Néstor Kirchner lo reactivó y reestatizó junto al astillero Almirante Storni. Garré aseguró a BigBang que “esos dos astilleros juntos han hechos reparaciones de buques de manera permanente. También de submarinos. Como es muy costoso adquirir las naves afuera, apuntamos a fortalecer la industria nacional”.
La falta de presupuesto en la Armada toca, incluso, el museo de submarinos que se emplaza sobre la escollera norte, a pocos metros de la Base Naval Mar del Plata, aunque pocos lo noten. Allí descansan restos de viejas unidades que sirvieron a la patria durante décadas, además de viejos torpedos, periscopios, radares, brújulas y hasta uniformes de los hombres que integraban la fuerza.
Sin embargo, el espacio que podría mostrarle al mundo las proezas de la fuerza de submarinos argentina está cerrado al público por falta de mantenimiento: el techo del museo tiene filtraciones de agua y se inunda con frecuencia. El martes se cerró y comenzaron los trabajos para tapar los agujeros. Según pudo saber BigBang, se taparán "huecos" y se continuará trabajando. Toda una postal de lo que ocurre con la Armada misma.
LOS MILLONES DE LA ARMADA
La ex ministra Garré detalló que en lo que va del año el Ministerio de Defensa ejecutó apenas el 57 por ciento del presupuesto y habló de un recorte de 4.500 millones de pesos. “Es un 25 por ciento de recorte, muy peligroso si no se hace con un profundo análisis”, remarcó. Sin embargo, en el Gobierno niegan que haya desinversión en el ministerio que conduce el radical Oscar Aguad.
Destacan la compra de elementos clave, como aeronaves, muchas de ellas exigidas para la cumbre del G-20 que se realizará en la Argentina el año que viene, que requirieron unos $100 millones. Además, el Gobierno confirmó la compra de cinco Super Éternard Modernise, aeronaves adquiridas por 14,23 millones de euros, y se reequiparon los A-4 que estaban fuera de circulación y fueron remotorizados.
En la Base Naval Mar del Plata aguardan novedades la mayoría de los familiares.
Hablan de “reformulación” del presupuesto para la compra de material. Para 2017, la cartera de Defensa tenía previsto un “ahorro” de 235 millones de pesos en la “gestión de activos” de las fuerzas armadas.
En los últimos años hubo un crecimiento en el gasto de personal, mientras que las partidas destinadas a mantenimiento, reparación y bienes de uso se redujeron: para esos rubros se destinarán $968 millones en 2018, lo que representa apenas un 4,5 por ciento del total del presupuesto destinado para la Armada. Este año, la cifra fue apenas superior: $1.180 millones, o el 7,87 por ciento del total.
“Hace años el presupuesto es bajo. Muchas inversiones necesarias no se realizan. Hay buques antiguos, que tienen sus años, pero eso no quiere decir que deban ser dados de baja, porque si se le hacen los mantenimientos correctos pueden tener un período de uso de 50 o 60 años”, remarcó D'Elia.
BrunoYacono Alarcón
AgustinGulman