La elección que definirá al próximo jefe de Gobierno en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) tiene la fuerte rivalidad entre Jorge Macri y Martín Lousteau como protagonista. Ambos integrantes de Juntos por el Cambio (JxC) saben que quien se imponga en la PASO tendrá en sus manos el cargo tan ansiado. En el medio, para llegar a gobernar el distrito más rico del país, la campaña que hacen carece de propuestas realistas y apunta a alcanzar a los votantes más radicalizados de su espacio.
Luego de que el primo del ex presidente Mauricio Macri, tuviera que bajar la candidatura de Franco Rinaldi por sus comentarios racistas, xenófobos, antisemitas y homofóbicos, el ex intendente de Vicente López decidió aprovechar el último sprint de cara a la interna y postular una propuesta por día en sus redes sociales. Estas, lejos de apuntar a los principales problemas de los vecinos, intentan llegar a la agenda de extrema derecha que la exposición pública de Javier Milei instaló.
La elaboración es a partir de algunos de los ejes que busca militar Macri. Por ejemplo en la crítica constante a los piquetes, a quienes les atribuye los actuales problemas de tránsito, propios de una metrópolis en la que circulan nueve millones de habitantes todos los días.
"Uno de los problemas que tenemos en la CABA es el tránsito. En los últimos tiempos hemos hecho mucho para mejorarlo, pero nada de eso alcanza si después viene un grupo de piqueteros y corta tu calle o tu avenida. Voy a garantizar la libre circulación en toda la ciudad de Buenos Aires. Juntos hicimos un montón, ahora vayamos por más", aseguró Macri en un spot de campaña que lanzó a principios de julio.
Sobre este tema, el precandidato del PRO amplió su opinión en una entrevista que brindó a LN+, donde aseguró, en otro lapsus demagógico, que prohibirá la presencia de niños y niñas en las movilizaciones, para poder reprimir en paz. "Necesito que no haya chicos, porque no puedo ir con la 'Poli' si hay chicos. Si están los pibes no puedo ir con el hidrante", exclamó en sus declaraciones televisivas.
"Si sos padre de un niño tenés la responsabilidad de garantizar que esté en la escuela o en la casa porque los derechos de los niños dicen que tiene que estar aprendiendo o jugando", agregó al respecto a una iniciativa imposible de imponer bajo en un estado de derecho. También afirmó, al igual que los precandidatos presidenciales de su espacio, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, que "hay que sacarles la intermediación de los planes" a las organizaciones sociales.
Es cierto que el PRO gobernó los últimos 16 años en la CABA y que no es fácil generar propuestas innovadoras que no se hayan podido realizar en la más de una década de gestión. Esta dinámica lo impulsa a Macri para que su gran proyecto faraónico sea la realización de un viaducto en la traza del Ferrocarril Sarmiento que divide el territorio a la mitad, entre Caballito y Villa Luro. Una idea más que abordada que suena más a los 10 kilómetros de subte que prometió -y nunca cumplió- Mauricio en la campaña de 2007.
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El soterramiento del Sarmiento es un proyecto de la gestión nacional que lleva muchos años y que es incompatible con la decisión que la que se pudo lograr en los trenes Mitre y San Martín. Los planos y las imágenes que compartió el precandidato acerca de la iniciativa pueden parecer muy bonitos y seductores, pero dan por tierra con la inversión nacional que se hizo allí.En ese camino demagógico es que se encuentra otra de las medidas que Jorge Macri aseguró que tomará si gobierna la CABA: la de destinar todo el dinero de las multas de tránsito al Sistema de Atención Medica de Emergencias (SAME). La trampa aquí funciona de la misma manera que la lógica de un vecino que cree que le paga el sueldo a la Policía con sus impuestos. Esta propuesta no incrementará el presupuesto del SAME con el dinero de las multas de tránsito, de la misma manera que la tributación no mejora el salario de un médico o un docente.
Del otro lado de la vereda, Lousteau tampoco brilla por la creatividad a la hora de contar cuáles serían sus acciones como mandatario en caso de imponerse en una elección. Es cierto que a su favor tiene un perfil de opositor ganado en las campañas electorales, pero que no se condice a la hora de la gestión, donde siempre apoyó en votos y en las iniciativas a la gestión de JxC.
Incluso, en el afán de vencer a su rival en las PASO, apeló a muchas de las mismas medidas. "Vamos a terminar con la cultura del piquete: haremos un nuevo código de convivencia, como hicieron en Mendoza y Jujuy, y multaremos a quienes traigan a sus hijos a las protestas", prometió en sus redes sociales, como para disputar esa agenda reaccionaria que tanto emociona a los precandidatos de la derecha.
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En ese sentido también avaló, al igual que Macri, la incorporación de las picanas eléctricas conocidas como pistolas Taser. "Ahora van a tener más y mejores herramientas para evitar desenlaces fatales y salvar más vidas. La formación de nuestros agentes es fundamental, con las taser les brindamos una herramienta, no letal, que usarán ante ciertas amenazas", aseguró la pareja de Carla Peterson.El capital político de Lousteau a la hora de la elección se basa en el apoyo de un voto antimacrista que podría llegar a ir hacia él, para restarle poder al PRO en la CABA. Es por eso que el ex ministro de Economía fue uno de los que más apuntó contra la candidatura de Rinaldi por sus dichos discriminatorios. Además, no carga con haber sido dueño de la gestión directamente en la CABA, a diferencia de su rival.
En el medio también juega un rol el posicionamiento político de Larreta, quien si bien públicamente apoya a Macri, tiene un precandidato a vicepresidente como Gerardo Morales y viene dándole espacio a los radicales como Maximiliano Pullaro en Santa Fe.
Mientras tanto, en la ciudad más rica del país, las propuestas no brillan por su ausencia, sino por su imposibilidad o falta de sentido de ser concretadas. La bisagra en la que se encuentra el PRO por la posibilidad de perder el distrito que los llevó al poder con un aliado, promete muchas nuevas propuestas similares a los 10 kilómetros de subte anuales que prometieron cuando llegaron.