No hubo brindis con sidra ni champagne. Ni siquiera pudo estar hasta el momento exacto en que la Nochebuena se transformaba en Navidad. Tampoco permitieron tomar fotografías. Hubo asado, conversaciones y análisis, en un contexto más que llamativo: la cárcel de Alto Comedero, en Jujuy.
El gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, eligió pasar la fiesta con Milagro Sala, la líder de la Tupac Amaru detenida en la cárcel de Alto Comedero desde hace casi un año, investigada por múltiples causas, en principio por el escrache y acampe contra Gerardo Morales, y luego por los supuestos delitos de administración fraudulenta, extorsión y asociación ilícita.
Rodríguez Saá relató a BigBang cómo fueron los dos encuentros que mantuvo con Sala. El primero de ellos durante dos horas, el sábado luego de las 20 y hasta las 22, donde cenaron, conversaron de política nacional, provincial e historia de la Tupac Amaru. El segundo, el domingo por la tarde. Ambos fueron en la cárcel. “Estaba emocionada con mi visita”, señaló el mandatario puntano.
El viaje del gobernador fue más que llamativo. Cerca de un mes atrás le envió una carta donde le expresó a Sala que quería pasar la Navidad junto a ella. De todos modos, no es la primera vez que visita a quienes él considera “presos políticos”. En sus tiempos como senador fue a la cárcel de Devoto para pasar unas horas con Enrique Gorriarán Merlo, uno de los fundadores del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) e integrante de su brazo armado, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Mañana la Justicia emitirá fallo en la causa donde se acusa a Sala por el escrache a Morales.
“Haberla detenido a Milagro es ilegal, cada minuto que ella se queda adentro es un dolor para toda la humanidad”, señaló Rodríguez Saá en diálogo con BigBang.
¿Cuáles son sus sensaciones después de la visita a Milagro Sala?
Me recibió muy bien, con las otras compañeras que están en las mismas condiciones que ella, como presas políticas. Conversamos de la política de Jujuy y la política nacional y su condición de presa política. Eso ella lo tiene muy en claro y es muy doloroso, porque su causa es injusta y cada minuto se vuelve más doloroso. Hablamos mucho de culturas originarias. Yo estuve el 24 a la noche y el 25 a la tarde. El domingo a la mañana me fui a ver el famoso barrio donde están las piletas, es impresionante, está muy bien construido, muy lindo. Hay una plaza en homenaje a Tupac Amaru, una réplica de un monumento cultural maravilloso. Todo muy impresionante. También vi una escuela, hay más de 3.000 viviendas. Solamente ahí, en San Salvador de Jujuy, pero ella me contó de 19 lugares más donde hay situaciones parecidas. Cuando fui a verla por segunda vez, le dije 'la verdad, Milagro, además de respetarte y ser solidario con vos, tengo que decirte que admiro lo que has hecho'.
Rodríguez Saá, antes de ingresar el sábado por la tarde al penal de Alto Comedero.
¿Ella estaba emocionada con su visita?
Sí, muy emocionada. Para ella que le prendan una luz, que se acerque alguien, que la miren le da muchísima fuerza y energía, sin lugar a dudas.
¿Pudieron conversar sobre el fallo que se espera para esta semana en la causa por el escrache y acampe?
No, no. Por su condición de presa política no le da mucha importancia al fallo. Por supuesto que sería justa la inocencia. El tema es otro: haberla detenido es ilegal porque es un acampe. Un acampe es un abuso. Meterte preso por un acampe es una barbaridad. Pero si lo caratulan como asociación ilícita por acampar, es aún más grave. Eso es para no dar la excarcelación. Después dijeron que el delito de acampe no era el motivo de la cárcel, pero pusieron otras causas. A partir del acampe y el primer día de detención, todo es nulo.
El gobernador Rodríguez Saá visitó obras de la Tupac Amaru durante su viaje a Jujuy.
¿Pudo conversar con el gobernador Gerardo Morales o funcionarios del Gobierno de Jujuy antes del viaje?
Yo la llamé a ella unos veinte días antes de viajar. Le pedí permiso para visitarla en Navidad, siempre y cuando ella quiera. Se emocionó con mi llamado. Entonces llamé al ministro de Gobierno y le comenté que iba a pedir permiso para ir a verla. En principio no entendió bien, pero le aclaré que no le estaba pidiendo una opinión. Luego hablé con el jefe penitenciario, Víctor Morales. Le hice una presentación al juez y envié otra nota al Servicio Penitenciario, para que me dejen estar la Nochebuena completa, hasta la una de la madrugada, porque ella es una procesada y goza del principio de inocencia. Es injusto que no quieran hacer una excepción. La tratan como si fuera de alta peligrosidad, un abuso enorme.
Sala declaró la semana pasada en el juicio en su contra por el escrache a Gerardo Morales.
¿La vio bien de salud?
Está bien de salud, re firme. Es una líder y tiene que sostener a varias compañeras que están con ella.
¿Siente que un sector del PJ lo criticará por esta decisión de viajar o sintió respaldo?
Me respetan mucho, yo soy un viejo peronista, tengo mi historia. Nadie me ha dicho que estaba mal, me mandaron mensajes solidarios. Inclusive llevé muchas cartas, de organizaciones originarias de San Luis y de mujeres del Ni una menos.
Rodríguez Saá recorrió los barrios construidos por la Tupac Amaru en Jujuy.
¿La visita a Sala tuvo una carga emocional importante para usted?
Tiene una carga emocional que no la sentí hasta el momento de la despedida. Me quedaba con la sensación de que yo me iba en libertad, tranquilo, a vivir el mundo. Y ella, estando en la misma situación que uno porque no está condenada, sufre una injusticia muy grande. Cada minuto que ella se queda adentro es un dolor para toda la humanidad.
Rodríguez Saá, a la salida de la cárcel, junto a militantes de la Tupac Amaru y el PJ.
Esta no es la primera vez que usted ingresa a una cárcel en calidad de funcionario, lo hizo hace algunos años en el penal de Villa Devoto. ¿En qué contexto?
Era senador nacional, lo hice con Enrique Gorriarán Merlo. En ese momento yo había planteado un remedio procesal muy inteligente: trabajé con muchos abogados de Derechos Humanos. Cuando se impugnan los Derechos Humanos se lleva al juez que dicta un fallo equivocado, que está legalizando una conducta irregular. El mismo juez tiene que rectificarse y adecuarse a los derechos humanos. Gorriarán Merlo se comunicó conmigo directamente, yo lo favorecía por su caso. En un momento me envió una carta, diciéndome que si había que negociar él estaba de acuerdo con mi posición, me dijo que confiaba en mí. Me emocionó, me pareció un hombre con mucha militancia y una trayectoria enorme, más allá de que las posiciones políticas no son las mismas que las mías. Le pedí si podía verlo, así que lo fui a ver. Noté algo parecido con Milagro Sala: me recibió en la celda como un comandante.