A doce días de la desaparición del submarino ARA San Juan, cuyos 44 tripulantes mantienen en vilo al país, las tareas de búsqueda de la unidad no cesan. Sin embargo, el radio de búsqueda se reduce con el correr de las horas: de los 74 kilómetros establecidos por la Armada, ya se rastrillaron aproximadamente unos 15 kilómetros sin resultados satisfactorios.
Continúa la búsqueda del ARA San Juan.
En la zona se encuentran diversas embarcaciones, además de aeronaves argentinas, norteamericanas y brasileñas. En las últimas horas, arribó a la zona de búsqueda el buque Sophie Siem, que transporta la cápsula de origen estadounidense PRMS Falcon, un minisubmarino de rescate que podría llevar 44 salvavidas, ropa seca y víveres para los tripulantes en caso de ser hallada la unidad y ponerse en marcha un operativo de salvataje.
El Ministerio de Defensa informó, además, que se encuentran en el área de búsqueda los destructores ARA “Almirante Brown” y “Sarandí”, las corbetas ARA “Rosales”, “Espora” y “Drummond”, los buques oceanográficos ARA “Austral” y ARA “Puerto Deseado”. Por otra parte, el ARA “Puerto Argentino” e “Islas Malvinas” cumplen funciones de apoyo en la zona.
Imagen aérea de las embarcaciones que buscan al ARA San Juan.
La presencia internacional también es contundente. En el área se encuentran el HMS “Protector” y “Clyde” de Reino Unido, “Atlantis” de Estados Unidos, “Cabo de Hornos” de Chile; y “Rademaker”, “Almirante Maximiano” y “Felinto Perry” de Brasil. En total, se estima que unas 3.200 personas están abocadas a la búsqueda por estas horas.
El ARA San Juan se comunicó por última vez el miércoles por la mañana.
Las esperanzas por estas horas se centran en la tecnología rusa y norteamericana. El Skandi Patagonia trasladó el vehículo autónomo subacuático de EE.UU que se complementará con otro aparato no tripulado perteneciente a Rusia, con capacidad de sumergirse unos 1.000 metros. Este último, cuenta con un sonar para escanear el fondo del mar, aunque la embarcación que lo traslada aún no zarpó hacia la zona de búsqueda.
Dudas entre los familiares
Itatí Leguizamón, esposa del sonarista santafesino y cabo primero de la Armada, Germán Oscar Suárez, reveló en el programa de Mirtha Legrand que las familias de los tripulantes tenían bloqueadas las cuentas bancarias de los submarinistas. La declaración produjo un escándalo entre los familiares de los tripulantes, aunque algunos respaldan sus dichos.
Claudio Rodríguez, hermano de Hernán Rodríguez, maquinista del submarino ARA SAN Juan, le dijo a BigBang que el miércoles de la semana pasada, la esposa de un oficial de la Armada lo alertó sobre esta posibilidad. “La esposa de una oficial que no iba en el submarino, me preguntó si era familiar y me dijo que saque el dinero de mi hermano, que le diga a mi cuñada (Marcela Moyano) que lo haga porque nos iban a bloquear las cuentas”.
Moyano, esposa de Hernán Rodríguez.
Con el correr de las horas, comienza a crecer entre los familiares la hipótesis de que pudo haber sido el capitán de Fragata, Martín Fernández, a cargo del submarino, quien pudo haber cometido “un error de mando tremendo”, como lo define la esposa de un tripulante que prefiere reservar su identidad. “No entendemos por qué tomó la decisión de continuar navegando por fuera del talud, luego de haber reportado fallas en las baterías. Debió haber seguido por suelo continental”.
En rigor, la principal incógnita que persiste entre las familias es saber cómo las autoridades no pueden dar con un submarino que sólo recorrió 30 millas más desde el punto donde se comunicó por última vez con la Base Naval (a 465 km de Puerto Deseado), a una velocidad de 5 nudos.
Carteles en la Base Naval Mar del Plata.
El ARA San Juan iba en línea recta hacia Mar del Plata. El martes, un día antes de que perdiera todo tipo de comunicación con suelo argentino, había tomado una velocidad de 9 nudos. La tormenta (escala 6) lo obligó a reducir su marcha unos 4 nudos y a bajar a una profundidad de 40 metros.
Es que el ARA San Juan podía tomar dos rutas: una de 17 metros de profundidad, y otra de 40. Con la primera, el submarino puedo “snorkear” -como le dicen en la jerga los submarinistas- para cambiar aire. Sin embargo, producto de las fuertes olas que podían llegar a golpear el casco, los familiares entienden que se optó por una profundidad mayor y por una zona que no estuviera tan afectada por la tormenta, aunque con una profundidad que podría llegar a los 1670 metros de profundidad. La esperanza, por estas horas, se centra en la tecnología rusa para dar con el buque.