La reunión que realizaron ayer el presidente de la Nación, Alberto Fernández, y los referentes de la Confederación General del Trabajo (CGT) en la Casa Rosada, parecía que iba a terminar en un anuncio positivo para los trabajadores del sector privado, ya que uno de los puntos de discusión iba a ser un posible aumento salarial fijo por decreto para este sector. Pero, aunque parezca mentira, no fue así, fundamentalmente por los gremialistas presentes se opusieron a la medida y pidieron que se mantengan abiertas las paritarias para poder conseguir la recomposición que hace falta.
Representando a los asalariados estuvieron Héctor Daer (Sanidad), Carlos Acuña (Estaciones de servicios), Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (UOCRA) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias). Una mesa chica de la CGT a la cual le faltó una de sus patas más importantes. Es que Pablo Moyano (Camioneros) no estuvo porque no lo invitaron y este gesto tensó la relación dentro de una CGT que comenzaba a normalizarse en su funcionamiento.
El desdén demostrado por sus compañeros prendió las luces de alerta en el espacio que conduce Moyano, por lo que está tarde se reunirá en la sede del sindicato con los referentes del Frente Sindical para el Modelo Nacional (Fresimona), un espacio que integran otros 80 sindicatos, y también con la Corriente Federal de Trabajadores, que dirige el bancario Sergio Palazzo, para definir una salida de la central obrera y lo que significaría en los hechos, una ruptura del sindicalismo peronista de la CGT.
El conflicto de los trabajadores del Sindicato Único de los Trabajadores del Neumático de Argentina (SUTNA) fue uno de los principales temas a tratar en el encuentro del cual dejaron afuera al referente camionero. La conducción izquierdista vinculada al Partido Obrero (PO) lleva cinco meses de lucha por distintas reivindicaciones gremiales y más 35 reuniones con el Ministerio de Trabajo y las patronales, las cuales no quieren dar el brazo a torcer y amenazan con irse del país si la presión sindical continúa.
Esta es una de las principales diferencias de Moyano, quien en las próximas horas emitiría un comunicado exponiendo sus principales diferencias con el Consejo Directivo de la CGT y, particularmente, con el ministro de Trabajo, Claudio Moroni. El hombre fuerte del sindicalismo peronista apuntó contra el funcionario porque "después de cinco meses" no pudo "resolver un conflicto tan importante", lo que permitió que pase "lo que pasó estos días para que se instale el tema".
"Es preocupante porque también hay empresarios en nuestra actividad que están alertando que no pueden cambiar los rodados de distintos vehículos. Creo que hoy tienen una reunión y ojalá se empiece a solucionar, porque se está complicando", declaró Moyano ayer ante la radio AM 990.
El dirigente camionero viene de recibir en la sede de Azopardo al secretario general del SUTNA, Alejandro Crespo, y de manifestar su "apoyo al legítimo reclamo", lo que significa una de las principales diferencias que tiene con los otros referentes de los "gordos" y los "independientes" de la CGT.
Al mismo tiempo, la posible salida de Pablo no quiere decir que Camioneros deje su asiento en la CGT. Ya que su padre Hugo podría nombrar a otro representante de su gremio, ante las crecientes diferencias con su hijo, quien también viene enfrentado con otro integrante del clan Moyano, Facundo del Sindicato de Peajes.
Crónica de una salida anunciada
Las diferencias entre Moyano y el resto de la mesa chica de la CGT no son de ahora, pero a su vez -si bien llevan años-, no venían siendo un problema a la hora de mantener la unidad del sindicalismo peronista. Uno de los últimos temas que generaron fricciones internas fue el atentado que sufrió la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner el 1° de septiembre frente a su departamento en el barrio porteño de la Recoleta, y el pedido previo de 12 años de prisión y la imposibilidad de ejercer cargos públicos para la expresidenta, por parte del fiscal federal de la causa conocida como Vialidad, Diego Sebastián Luciani.Estos dos eventos despertaron en el moyanismo, más allá de todas sus históricas diferencias con CFK, la necesidad de movilizarse en defensa de la democracia y el peronismo en general. Un criterio en el cual quedó solo respecto a otros referentes del espacio de la CGT, como Daer y Acuña, quienes buscaban evitar involucrarse en las causas judiciales que asolan a la dirigenta.
Para esos días, pero antes del intento de homicidio que revolucionó la política nacional, ya el moyanismo comenzaba a mostrar su rol independiente, al organizar su propia reunión con el ministro de Economía, Sergio Massa, a la cual fue con su agenda propia. Aunque también en esa oportunidad, al igual que esta última, el exintendente de Tigre ya se había reunido con el sector de los "gordos" y los "independientes".
Al encuentro, Moyano fue con reivindicaciones propias que no compartían los otros sectores de la CGT: la universalización de las asignaciones familiares, la actualización del piso de ganancias y la búsqueda de que el estado decrete una suma fija por fuera del acuerdo paritario. Justamente la medida que sus colegas decidieron impedir, lógicamente, sin su aval.
Fiel a su estilo conciliador, con esa reunión Massa intentaba mantener tranquilidad y evitar la ruptura de la central. Fue hace menos de un mes, y Pablo Moyano también se encontraba -más allá de las diferencias- en una sintonía unitaria. Ahora parece que todo va camino a una ruptura y, otra vez, a dos CGT. Una marca registrada de los años anteriores a este gobierno.