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Política

Separación, amenazas y la Bonaerense: secretos del año de Vidal

La gobernadora bonaerense fue una de las figuras políticas más trascendentes. Pero tuvo un 2016 agitado, desde lo personal hasta lo político. El día que decidió anunciar su separación, las intimidaciones y el futuro.

25 Diciembre de 2016 22:20
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Si hubo un dirigente que tuvo un antes y un después en la vida política fue la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal. Tras ganar las elecciones, su primer año en la Provincia conjugó cambios profundos tanto en la gestión como en su vida privada. Todo bajo el manto de un año complejo para la economía y, sobre todo, una imagen positiva altísima para una mujer de semejante cargo ejecutivo. En el medio: las reformas de la policía Bonaerense y del Servicio Penitenciario, dos apuestas de magnitud para su gestión. Y acaso, políticas de Estado.

Sin embargo, allá a mediados de marzo, la primera noticia que sacudió su vida, y también la del macrismo, fue la decisión de anunciar su separación de Ramiro Tagliaferro, el intendente de Morón, con quien estuvo casada 18 años.

Como en muchas de sus decisiones, Vidal no esperó. El día anterior al anuncio, el domingo 13 de marzo, había hablado con sus tres hijos (Camila, María José y Pedro) y les había comunicado la novedad junto a Tagliaferro. “Fue uno de los peores momentos de mi vida”, le confesaría a sus íntimos. Ese lunes de marzo llegó a La Plata y llamó a un grupo selecto de funcionarios de su confianza. Su mano derecha, Federico Salvai, hoy jefe de Gabinete, y quien la acompaña hace más de diez años en su trabajo diario; Federico Suárez y Mariano “el turco” Mohadeb, secretarios de Comunicación y de Medios respectivamente.

- Miren, les tengo que decir cosas. La primera es que me separé de Ramiro....

La cara de los tres funcionarios se desfiguró. Alguno lo intuía, otro no se atrevió a preguntarle, otro directamente tuvo que desmentir el rumor de la separación sin saber la verdad. Pero Vidal no se quedó allí.

- Y la segunda es que quiero anunciarlo hoy.

Las dudas se instalaron entre sus funcionarios de confianza. “Bueno Mariu, al menos hay que contarle a los ministros”, le dijo uno de ellos.

- Miren, les tengo que decir cosas. La primera es que me separé de Ramiro.... Y la segunda es que quiero anunciarlo hoy".

Así fue que en una reunión casi improvisada de gabinete les contó, cara a cara, su decisión. Por la tarde se enfrentó a los canales de TV y lo contó. Simple y corto. A lo Vidal.

Amenazas

Otro punto central que tuvo a la gobernadora fueron las constantes amenazas. Llamados al 911 (incluso en un par de ocasiones de menores de edad a modo de broma) y hasta un cartucho de escopeta en la cochera de la casa que compartió con su ex marido en Morón.

El frente de la casa de Vidal en Morón. Allí dejaron un cartucho de escopeta.

La casa estaba deshabitada pero la familia había pensado alquilársela a Leandro Tagliaferro, el hermano de Ramiro, ya que con la separación él alquiló su propia casa a ocho cuadras de allí y ella se fue a vivir a la base aérea de Morón que refaccionó la Gobernación.

Otro caso, más reciente, fue un papel en los Tribunales Federales de San Martín con una clara intimidación, tras provocar un incendio: “Vidal ándate de San Martín”. Directo y claro.

Pero esas no fueron las únicas amenazas, la más tenebrosa se dio a mitad de año cuando dos efectivos de la Bonaerense, un hombre y una mujer, que irrumpieron en la antesala a su oficina y revisaron cajones de sus dos asesoras privadas. Vale la aclaración: sus asesoras privadas son además dos personas de su íntima confianza y una de ella, Soledad, es su mejor amiga desde los dos años. Se criaron juntas (primaria y secundaria) y hoy es la coordinadora de la Unidad Gobernación.

Ritondo, Salvai y la gobernadora, el día de la asunción del gabinete.

Por este último caso, Vidal decidió echar al comisario inspector Cristian Bojanovich, quien estaba a cargo de su custodia. Incluso, el secretario General, Fabián Perechodnik, presentó una denuncia penal en los juzgados de La Plata para que se investigue el episodio.

El tema de la custodia personal de la gobernadora fue un tema. Tras la salida de Bojanovich, de manera temporaria se hizo cargo Virgilio Espinoza, otro comisario que tenía experiencia en otras gestiones. Hasta que tres meses atrás Vidal le pidió a un experto en seguridad, y ex agente de la Bonaerense, que se haga cargo de reorganizar su custodia. Se trata de Jorge Vidal, quien trabajó en Colombia y se formó en EE.UU. y España. Hoy es él quien tiene a su cargo esa tarea.

Jorge Vidal, el experto en seguridad a cargo de la custodia de la gobernadora.

Reforma de la Bonaerense y del Servicio Penitenciario

Ya instalada en La Plata, una de las decisiones más fuertes que tomó en su primer año de gestión, sin dudas, fue encarar la reforma de la policía Bonaerense junto a su ministro de Seguridad, Cristian Ritondo.

En ese marco, en abril arrancó una decisión clave: obligó a más de seis mil comisarios y subcomisarios, así como a todos sus funcionarios y a la cúpula del servicio penitenciario, a presentar su declaración jurada.

Pero no sólo eso: Ritondo avanzó a lo largo del año con la remoción de más de dos mil agentes por distintas irregularidades, desde cohecho y pedido de coimas hasta violencia de género. Incluso hay más de 100 policías que fueron detenidos. La reforma incluyó el achicamiento de la cantidad de departamentales y un escalafón único con “menos caciques y más indios”, tal como lo definieron en el ministerio. “Cuando vas por las cajas de la policía siempre hay quilombo, pero María Eugenia fue muy clara en esto”, suele repetir Ritondo. Al propio ministro de Seguridad bonaerense no le fue sencillo: tuvo un secuestro virtual de sus hijos y vive con custodia tanto él como su mujer y su familia.

Ritondo, Vidal y Salvai en la jura de los nuevos policías. 

Pero además las distintas auditorías y los cambios en Asuntos Internos, a cargo de un civil (el abogado Guillermo Berra, quien trabaja con Vidal desde 2011 en la Legislatura porteña) como en la administración (con Lisandro Greco, otro civil) generaron el desmantelamiento de negociados como las horas Polad (adicionales para, por caso, los espectáculos deportivos) o los viáticos. A ello se le suma la intervención en las siete plantas verificadoras de vehículos, donde se movían unos $5 millones mensuales de manera ilícita.

Otra pata clave de la gestión fue la reforma del Servicio Penitenciario que diagramó el ministro de Justicia, Gustavo Ferrari. En un mismo día, tras semanas de charlas con Vidal, y en el más estricto secreto, el ministro decapitó a la cúpula del SPB. En apenas horas, armó un esquema de auditorías sorpresa en los penales y dispuso la intervención del servicio por tres meses, que luego fueron seis. La movida supuso, al igual que con la Bonaerense, amenazas y un clima espeso.

El caos en el manejo del servicio penitenciario, un eje de gestión "vidalista".

Por lo pronto, los primeros resultados de las auditorías se empiezan a ver: había irregularidades de todo tipo, desde la provisión de comida hasta el servicio de salud, pasando por las horas extra.

Gestión

Con todo, Vidal suele decir entre sus íntimos que armó “un buen equipo con buena gente”. Defiende a sus ministros y realizó pocos cambios. A muchos los considera casi amigos. A otros los respeta. Pero, eso sí, realiza, al igual que Mauricio Macri (su "jefe político) en Nación o Horacio Rodríguez Larreta (su "jefe del trabajo"), reuniones de seguimiento área por área.

Vidal y su "jefe del trabajo": Horacio Rodríguez Larreta.

En ellas la mayoría del gabinete aprobó. Aunque en el caso de Salud, con Zulma Ortiz, sus inconvenientes en la gestión la pusieron con un pie afuera de la Provincia. Al menos, fue intervenida: Vidal puso a un nuevo jefe de Gabinete y hasta llegó Jorge Molina, un peronista de Quilmes, padre de Martiniano, el chef que se transformó en intendente con el arrastre que le dio Vidal en cada distrito.

En este marco, la gobernadora cierra uno de los años más fuertes de sus 43 años de vida. Un año de emociones fuertes en lo personal y en lo político.

El 2017 volverá a tenerla como protagonista: ella decidió que estará al frente de la campaña bonaerense gracias a los buenos números de imagen que le traen mensualmente Suárez y los consultores de opinión pública que trabajan con ella. Siete de cada diez argentinos tiene una muy buena imagen de Vidal. Solo el Papa Francisco tiene mejor imagen en el país. "Está entre el cielo y el infierno", bromea uno de los encuestadores predilectos del PRO. Un caudal difícil de sostener en una Provincia compleja.