por Gonzalo Prado
03 Abril de 2021 11:19Antes de dar positivo de coronavirus (Covid-19), el presidente Alberto Fernández tenía pensado mantener un encuentro el sábado con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en el que le plantearía la necesidad de que la Ciudad adopte medidas similares a la provincia de Buenos Aires; de lo contrario se rompería con el modelo con el que se administró la primera parte de la cuarentena focalizada en el AMBA.
El propio mandatario provincial, Axel Kicillof, le envió cifras al jefe de Estado sobre lo que tiene pensado hacer: 7 semanas de Fase III. La cifra no es aleatoria.
Siempre y cuando se mantenga el ritmo de provisión y administración de dosis de las vacunas que tiene el país a disposición se necesitarán cuatro semanas para terminar a vacunar a toda la población de mayores de 60 y personas de riesgo en territorio bonaerense. Al tiempo de aplicación hay que sumarle otras tres semanas para que se generen los respectivos anticuerpos.
La cifra fue elaborada por el ministro de Salud, Daniel Gollán, y por el viceministro, Nicolás Kreplak, en la última semana. Ellos vieron que los contagios en la gente de más de 60 años se mantenía parejo, pero que la suba era sostenida ente los menores de 50. Por fuera de la nocturnidad en sí, tanto Gollán como Kreplak alertaron que el problema está en el traslado de esos positivos a las franjas más jóvenes.
Asimismo, reconocen que el humor social no es ni por asomo el mejor para plantear esas restricciones. “Si no lo hacemos o si se corta la vacunación estamos muy complicados”, expresan cerca del mandatario provincial, que remarca una y otra vez en sus charlas con el presidente que las medidas tienen que ser con un AMBA central y no por separado.
Por estas horas solamente hay un acuerdo en que tienen que aumentar los controles, que tiene que haber alguna restricción en el uso del transporte público y que las reuniones sociales tienen que estar más reducidas. Eso, sumado a que las clases tienen que seguir presenciales, son los únicos argumentos en común que hay por estas horas entre Nación, provincia de Buenos Aires y Ciudad.
Mientras tanto, Rodríguez Larreta sigue monitoreando las cifras en las que se basa para tomar decisiones. No solamente el índice de contagiosidad, el famoso R, la ocupación de camas de terapia intensiva (UTI) sino también ahora analiza los detalles de la curva de contagios. Tal y como sucede en la provincia de Buenos Aires, las franjas con mayores aumentos son las de los menores de 60.
Diez minutos antes de que se anunciara el resultado positivo del testeo que se realizó el Presidente, el Secretario General, Julio Vitobello, se comunicó con las autoridades porteñas para decirles la situación y cancelar el encuentro en Olivos que se iba a realizar a las 10 de la mañana.
La Ciudad tiene una ventaja, la vacunación en la franja mayores de 60 fue mayor a la de la provincia de Buenos Aires. A eso se le suma que la capacidad hospitalaria y de atención médica es también superior en territorio porteño. No por nada en los albores de la pandemia hubo un acuerdo de que el 30% de todas las prestaciones sanitarias relacionadas con el coronavirus en la Ciudad serían para personas que viven en el conurbano.
Cabe recordar que el objetivo principal de cualquier vacuna contra este tipo de virus que afecta el sistema respiratorio no es bajar el contagio, sino prevenir la mortalidad. Tal como explica la Sociedad Argentina de Infectología, la aplicación de cualquier vacuna, que se encuentre aprobada como corresponde claro esta, hace que los casos graves, moderados y leves en su mayoría se transformen en un caso asintomático. En la población de riesgo, sobre todo, evitan que tengan que ir a una terapia intensiva para evitar morir.
“En la curva ahora estamos viendo a los asintomáticos, que antes no los podíamos incluir por falta de insumos para testeos”, agregan desde la Ciudad. La idea de que no haya ningún cambio de acá al viernes que viene es una máxima que tiene en su mente Rodríguez Larreta.
El cálculo que hace es ver cómo impacta en la ocupación de camas de terapia intensiva los albores de la segunda ola. El punto central de la cuarentena estricta el año pasado era evitar el colapso hospitalario. Lo mismo sucede con la vacunación. El objetivo primario de las dosis que se inyectan con este tipo de virus es reducir la mortalidad, es decir que no existan cuadros complejos todo el tiempo.
La ocupación de las UTI en territorio porteño es menor al 30%. “Con ese nivel de ocupación, sumado a lo que fue el año pasado para las pymes es muy complejo tomar una medida. Lo vamos a hacer cuando amerite”, remarcan.
En el fondo, entre Fernández y Rodríguez Larreta hay otra disputa: la electoral. El alcalde porteño no quiere quedar como que sigue dando concesiones como sucedió el año pasado con las medidas que tomó para mantener la paz con la provincia de Buenos Aires. En todo caso, procurará que sea la Casa Rosada la que pague el costo político.
El Presidente, por su parte, hace rato que vio esta maniobra y buscará también jugar el mismo juego pero en otro sentido; que la Ciudad tome cartas al mismo tiempo que la Provincia o encontraría la forma de imponerlas.