25 Noviembre de 2024 09:37
Yamandú Orsi, candidato del Frente Amplio (FA), fue elegido como el próximo presidente de Uruguay tras vencer en el balotaje a Álvaro Delgado, del oficialismo, con una diferencia de casi cuatro puntos. Orsi obtuvo un 52,3% de los votos frente al 47,97% de Delgado, marcando el regreso del FA al poder tras cinco años de gobierno de centroderecha liderado por Luis Lacalle Pou. Este triunfo consolida la tendencia histórica del FA, que mejora su desempeño en las segundas vueltas. "Voy a ser el presidente que convoque al diálogo nacional", subrayó el ex intendente de Canelones en su primer discurso tras el triunfo.
En su discurso de victoria, Orsi reafirmó su compromiso con el diálogo y la inclusión, enfatizando que será un presidente para todos los uruguayos, incluso para quienes no lo votaron. Acompañado por su compañera de fórmula, Carolina Cosse, agradeció el apoyo de sus seguidores y llamó a la unidad. "Larga vida a nuestro sistema republicano y democrático. Esa gente también nos tendrá que ayudar a construir un país cada vez mejor. A ellos también los precisamos. El mensaje que no puede ser otro de que sigan abrazando las banderas y las ideas", destacó y afirmó que aquellos que no lo votaron en la segunda vuelta, ya que están "con otros sentimiento".
Desde el lado oficialista, tanto Lacalle Pou como Delgado reconocieron la derrota. Lacalle Pou felicitó a Orsi y ofreció colaborar en una transición ordenada. "Llamé a Yamandú Orsi para felicitarlo como presidente electo de nuestro país y para ponerme a las órdenes para empezar la transición apenas lo entienda pertinente", escribió el presidente saliente en la red social X. Mientras que Delgado destacó la permanencia y relevancia de la coalición oficialista, ofreciendo su disposición para acuerdos futuros en beneficio del país. "Quiero mandar desde aquí, con toda esta coalición de gobierno, con todos estos actores de la coalición, un fuerte abrazo y un saludo para Yamandú Orsi y para el Frente Amplio. Con tristeza pero sin complejo de culpa podemos felicitar al ganador", sostuvo Delgado.
Orsi asumirá la presidencia en marzo de 2025, coincidiendo con el bicentenario de la República, en un contexto de estabilidad democrática y recuperación económica tras la crisis reciente, como la pandemia y la sequía. Sin embargo, enfrenta desafíos significativos, entre ellos el costo de vida, la seguridad pública y la mejora de los servicios del Estado para potenciar la competitividad económica. El FA tendrá mayoría en el Senado, pero no en la Cámara de Diputados, lo que obligará a Orsi a buscar consensos con la oposición. Como primera medida, tratará de instalar un sistema contra el narcotráfico, además de incorporar 2.000 nuevos policías.
También buscará que se adapten los impuestos al nuevo contexto tributario mundial. Su gestión estará enfocada, en principio, en buscar el diálogo social para establecer una nueva reforma de la seguridad social. Tendrá como objetivo que la edad jubilatoria vuelva a retrotraerse a los 60 años, pese que que el actual gobierno llevó la edad mínima a 65 años. Con una participación del 90%, la jornada electoral se destacó por el entusiasmo de los votantes, que abarrotaron las urnas en un día soleado. A pesar de las encuestas previas que proyectaban un margen estrecho, el resultado fue claro.
Este proceso se desarrolló en un marco simbólico, ya que coincidió con los 40 años de la primera elección democrática tras la dictadura militar. En Montevideo, miles celebraron el triunfo del FA bajo una lluvia que no apagó la euforia. Simpatizantes destacaron la importancia del cambio y expresaron confianza en que el Frente vuelva a priorizar a las clases populares. Desde testimonios callejeros hasta análisis políticos, se reflejó una percepción de retorno a un modelo más inclusivo.
Orsi hereda un país con estabilidad institucional, pero con demandas sociales apremiantes. Su victoria refuerza la narrativa de un "cambio seguro" y el cumplimiento de compromisos, pilares de su campaña. Además, su liderazgo estará marcado por el reto de consolidar acuerdos en un parlamento fragmentado. La elección también refuerza el simbolismo de un país que celebra cuatro décadas de democracia, destacando la madurez de su sistema político.