17 Abril de 2025 10:01

En una sesión marcada por los cruces con la oposición y las omisiones deliberadas, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, brindó su tercer informe de gestión ante la Cámara de Diputados. Durante más de seis horas, defendió con énfasis las políticas económicas del gobierno de Javier Milei, negó una futura devaluación, y reclamó al Congreso el tratamiento de leyes sobre seguridad, mientras esquivó toda mención al escándalo de la criptomoneda libra, tema que lo obligará a regresar al recinto la próxima semana.

La sesión comenzó con un clima tenso. Francos entregó su informe con apenas una hora y media de antelación, lo que desató quejas de distintos bloques. Frente a las críticas, el funcionario alegó que su presencia obedecía a una "obligación constitucional", pero que eso "no implicaba tener que responder preguntas", y propuso establecer un mecanismo más razonable para este tipo de instancias. Su actitud, sumada a los cuestionamientos de la oposición, terminó de caldear los ánimos en el recinto.
Aunque el escándalo del criptogate, que involucra presuntamente al presidente Javier Milei y a funcionarios de su entorno, era uno de los puntos más esperados por la oposición, Francos dejó en claro desde el inicio que no se referiría al tema. Anunció que volverá al Congreso el próximo martes por la tarde para ser interpelado específicamente sobre ese caso, que investiga una presunta estafa con la criptomoneda libra.
En su exposición, el jefe de Gabinete hizo una férrea defensa del rumbo económico y de la reforma del Estado. "El Gobierno nunca habló de una devaluación", aseguró, en un intento por despejar rumores vinculados al eventual levantamiento del cepo cambiario. En cambio, explicó que lo que se analiza es un sistema de bandas para gestionar el tipo de cambio.
Francos destacó una supuesta "caída drástica e histórica de la inflación" desde el inicio del mandato de Milei, lo cual, según afirmó, impacta positivamente en los sectores más vulnerables. También sostuvo que "todas las categorías de trabajadores registraron incrementos salariales por encima de la inflación" entre febrero de 2024 y enero de 2025, y que los niveles de pobreza "cayeron significativamente".

El funcionario no ahorró en autoelogios: mencionó el apoyo internacional al programa económico del Gobierno, citó como ejemplo la aprobación del FMI y los préstamos del BID y el Banco Mundial, y resaltó la reciente visita del secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent. Además, celebró la renovación del swap con China, que calificó como una herramienta clave para transitar hacia un régimen monetario sostenible.
En términos de ajuste fiscal, Francos confirmó la eliminación de más de 41 mil puestos en el Estado, lo que, según dijo, generó un ahorro de 1.600 millones de dólares anuales. Habló también de un proceso de "desburocratización" que incluyó el cierre de organismos "ineficientes o sin funciones claras". Más allá de lo económico, el jefe de Gabinete volvió a insistir con dos proyectos sensibles: la ley Antibarras y la baja de la edad de imputabilidad. E
l primero busca tipificar como asociación ilícita especial a los delitos cometidos por barras bravas, y el segundo pretende habilitar la posibilidad de juzgar a menores desde los 13 años. "Quien comete un delito de adulto, debe pagar como un adulto", afirmó. La tensión escaló cuando respondió a las críticas de Unión por la Patria. "Estoy con acidez después de escuchar los discursos del bloque de Unión por la Patria", ironizó Francos, lo que generó un inmediato repudio en la bancada opositora.

"Me estuvieron chicaneando todo el tiempo", retrucó el funcionario, que además culpó al kirchnerismo por la situación actual: "No me vengan con cuentos, que esto es el producto del desastre que dejaron". El cruce se intensificó cuando el presidente del bloque de UP, Germán Martínez, cuestionó la falta de tiempo para hacer preguntas, en medio de las restricciones impuestas por el titular de la Cámara, Martín Menem. La sesión, de tono áspero y acusaciones cruzadas, dejó en evidencia que, a pesar de los intentos del oficialismo por controlar la agenda parlamentaria, el escándalo del criptogate ya se convirtió en una bomba política que ni Francos pudo evitar. La próxima semana, el jefe de Gabinete volverá a enfrentarse a los diputados, esta vez sin margen para eludir el tema. Será su prueba más difícil desde que asumió el cargo.