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Especial #8M

Una educadora en contexto de encierro: "Cuando uno habla de resiliencia esta es la experiencia más directa"

"El sistema penitenciaro está pensado por y para hombres".

10 Marzo de 2024 11:37
Foto de los encuentros que brindó Tamara Macharashvili X

Tamara Macharashvili, educadora de la Fundación Equidad -una de las organizaciones de la Red Creer- le cambió la vida cuando la llamaron a trabajar con personas en contextos de encierro. Educación en Contextos de Encierro (ECE) es la modalidad del sistema educativo destinada a garantizar el derecho a la educación de todas las personas que pasan por una situación de privación de libertad para promover su formación integral y desarrollo pleno.

En el día Internacional de la Mujer Trabajadora, BigBang tuvo la oportunidad de charlar con ella para que cuente cómo fue trabajar en las unidades penitenciarias 47 San Martín, 3 de San Nicolás , 45 de Melchor Romero y 54 de Florencio Varela.

Tamara contó que en sus 40 años como educadora, nunca le había tocado trabajar con personas en contexto de encierro. Sin embargo, aceptó el desafío y todo lo que tenía elucubrado sobre esa posibilidad, se hizo trizas construyendo nuevos sentidos, lógicas y hasta incorporando nuevas habilidades profesionales: "Nuestro proyecto estaba centrado en jóvenes adultos jóvenes de 18 y 25 años insertos en un programa de desarrollo integral del que los recursos eligen participar", dijo y añadió: "Tienen que asumir un compromiso de participar de instancias particulares de seguimiento, capacitación y mentoreo". 

Sobre el programa en sí, ayuda a las personas en contexto de encierro a la formación de habilidades socioemocionales pero, en el caso de Tamara, el trabajo en la penitenciaría era generar que quienes participen puedan elaborar un proyecto para que, al recuperar la libertad, puedan llevar adelante un emprendimiento de su gusto o interés. 

Foto de los encuentros que brindó Tamara Macharashvili

La educadora lo describe así: "El objetivo de nuestra capacitación era que ellos puedan desarrollar mejores competencias socio-laborales para que tengan herramientas para poder gestionar algún algún trabajo por cuenta propia mejorar sus condiciones de empleabilidad".

Los primeros dos encuentros, cuenta Tamara, no fueron fáciles: "Sentí una alerta de no sentirme capacitada", contó y siguió: "Después, en realidad me di cuenta de que contacté con mis propios temores, mis propias creencias, mis propios prejuicios".

Contundente Macharashvili expresó: "Tuve que ir dos veces para poder sentir que podía trabajar mientras se me cerraban las puertas atrás". Sin embargo, todo cambió después de esos dos encuentros: "Fue mucho más fluido de lo que en mi mente estaba. En todos lados hubo un buen trato; en los cuatro espacios que tuvimos me sentía respetada. Se le daba un valor a que alguien ingresara para generar un espacio con los jóvenes". 

Foto de los encuentros que brindó Tamara Macharashvili

Y agregó: "Como gran logro de aprendizaje, amplié mi rango no de experiencia y posibilidades que los jóvenes que se mostraron disponibles y con ganas de aprender". 

En el tiempo en el que estuvo trabajando dentro de diferentes penitenciarías, Tamara tuvo la oportunidad de ver, escuchar, oler y sentir lo que sentían las personas que estaban allí encerradas: "Desde mi experiencia que el sistema penitenciario está diseñado por y para varones", dijo y amplió: "Hay una cuestión de una autoridad muy rígida donde las personas que están en contexto de encierro tienen muy restringidos sus posibilidades de elegir. Esto es un gran contrasentido, es el nudo de tensión".

Tamara contó: "Lo que a mí más me conmovió era la posibilidad de poder trabajar con alguien que tiene ese terrible condicionamiento vital, que tiene que reparar algo profundo y que tiene un contexto vital cotidiano que no colabora para eso".

Las condiciones de vida de los y las reclusas en el sistema penitenciario son paupérrimas: "Para mí raya el borde del del respeto de Derechos Humanos", expresó Tamara y también alarmó: "No estoy inventando. En una celda duermen ocho personas, hay cuatro camas, hay jóvenes que no tienen colchón, duermen sobre una frazada". 

Foto de los encuentros que brindó Tamara Macharashvili

Ese fue el mayor desafío, trabajar con personas en condiciones infrahumanas de vida a las que había que darles un motivo por el cual vivir después de haber estado en prisión: "Me abrió un campo inexplorado. Cuando uno habla de resiliencia esta es la experiencia más directa que he tenido hasta ahora".

Sobre el trabajo diario para lograr esa meta, Macharashvili dijo: "Nuestro objetivo era entrar en el esquema de valores y de las decisiones que tomamos y cómo queremos seguir viviendo. Primero armar una matriz personal que tenga que ver con sus propios valores de vida, sus los aprendizajes de antes de entrar a la cárcel". 

Foto de los encuentros que brindó Tamara Macharashvili

En ese proceso entonces, se pretendía: "Poner en valor los aprendizajes que traían con los que están aprendiendo en el tiempo en la cárcel que es como un entretiempo, no un tiempo vacío. Para resignificar ese tiempo como un tiempo activo".

En cuanto a lo personal, Tamara contó todas las herramientas con las que cuenta después de la experiencia laboral en las penitenciarías: "Me movilizó confiar y creer que uno puede crear un espacio de intercambio a partir de la escucha activa". Además, relató: "Se me borraron las rejas, fuimos capaces de crear un espacio educativo vivo de conexión de posibilidades de confianza, de crecimiento que podía atravesar las rejas".

Hay una profunda conclusión a la que llega Tamara: "Escuchar a aquellos que decían 'quiero poder aprender un oficio que permita sostenerme y no tener que volver a hacer lo que hacía y que me trajo acá'", expresó y agregó: "Sentí en cada uno de los participantes jóvenes mujeres y varones tuvo la oportunidad de conectarse y expresarse desde un lugar auténtico".