Lejos parece haber quedado la duda que supo mantener el electorado argentino a la hora de elegir como presidente a Javier Milei, cuando según estudios consideraban que no iba a concretar lo que aseguraba en su campaña. Ahora, la motosierra dejó de ser una metáfora y es una manera de gobernar. En ese sentido, su última víctima parece ser el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados, también conocido como PAMI.
Este último lunes, cuando se apersonaron para adentrarse a trabajar al edificio principal del organismo, ubicado en la avenida Corrientes 650 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), unos 50 empleados fueron impedidos de su ingreso por parte de la seguridad del lugar. Estaban despedidos, como al menos otros 150 que todavía no se enteraron o pertenecían a otras sedes de todo el país.
Si bien el denominador común es la escena de resistencia, esa que se viralizó en el hall de entrada del edificio durante el mediodía de este martes, con los chalecos de ATE y el canto a viva voz de "unidad de los trabajadores y al que no le gusta se jode", lo cierto es que el golpazo para los despedidos es durísimo y augura un futuro similar al que atraviesan otros espacios como el Hospital Laura Bonaparte.
"Esta masacre nunca se vio", fue la frase con la graficó la situación una empleada ante Tiempo Argentino. Unas palabras que vienen, justamente, de la madre de un hijo con discapacidad, casi como una postal constante de la crueldad con la que se toman este tipo de decisiones que, además, parecen arbitrarias cuando se comprueba que todos los despidos tienen la similitud de ser de legajos que corresponden al año 2020 en adelante.
Ninguno de los despedidos y despedidas recibió un telegrama como para acreditar su situación. Entienden que llegarán más adelante, cuando todo esté más avanzado. Recién en las últimas horas comenzaron a circular nombres y listados en los que se pudo comprobar el destino de quienes están a la espera de esta terrible noticia que le llegará a, según calculan, 300 empleados de planta permanente del organismo.
Mientras tanto, la preocupación de quienes continúan es la de evitar el vaciamiento y dejar a la deriva a los cientos de miles de adultos mayores que dependen de lo que suceda allí. Según alertaron a Tiempo Argentino los trabajadores, existe un fuerte peligro de que estos despidos compliquen la atención y deriven en el cierre de servicios, lo que significa mayor vulnerabilidad para el sector que atiende.
"Esto ni siquiera se vio durante el macrismo", reconoce un trabajador despedido ante Tiempo Argentino. Las consignas de los organismos sindicales y de lucha están a su alrededor. "No sobra nadie. Basta de despidos" por un lado, "reincorporación ya" por el otro. La motosierra avanza por el PAMI. Y no parece que vaya a perdonar a nadie.