10 Mayo de 2016 08:36
A María Eugenia Vidal no le gusta que le estén encima. Tampoco le gusta tener, al menos, cuatro hombres que la siguen a todos lados como gobernadora bonaerense. Siente que eso la “aleja” de la realidad, del contacto directo, una marca de su forma de hacer política.
Desde que asumió como gobernadora, Vidal solicitó "custodia mínima".
Por ello, no bien llegó se encontró con una mega estructura de custodia para el gobernador. Daniel Scioli era un hombre bien custodiado: en todo el 2015 gastó unos $80 millones para ser protegido a sol y sombra. Dada la campaña, la logística debe haber influido.
Su seguridad es clave tras la purga de la bonaerense.
Para este año, Vidal le encargó a sus funcionarios reducir el personal que la acompaña y que cuida de sus tres hijos. Según los primeros cálculos de la Gobernación bonaerense, gastará cerca de $8 millones durante el 2016.
La seguridad de la gobernadora no es un tema menor: con la purga en la policía bonaerense y la exigencia de que los comisarios presenten sus declaraciones juradas, sumado a los conflictos con el narcotráfico y el juego, el escenario no le permite andar sin custodia.
Junto al el ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, en el anuncio del "Plan integral de seguridad".
Sin embargo, pidió tener una “custodia mínima”. De hecho, en las recorridas que realiza dos y hasta tres veces por semana, muchas de ellas sin cámaras de TV, les pide que se queden lejos de ella porque “entorpece” su contacto directo. Vidal sigue timbreando como en campaña. Es su contacto con la realidad, dice, y también su forma de mantener los pies sobre la tierra ante la parafernalia que implica su cargo.
Custodia, lejos
Cuando fue ministra de Desarrollo Social, entre mediados de 2008 y 2011, no tuvo custodia personal, sólo el chofer (que, de hecho tuvo que relevar a uno de ellos, “Charly”, luego de un escándalo con el auto oficial que nunca trascendió más allá). En esos años, se metía en las villas como una transeúnte más y hasta podía perderse hablando con una vecina.
Vidal le pide a sus custodios que mantengan distancia. Siente que entorpecen su contacto con la gente.
Algunos funcionarios recuerdan cómo se movía en un Fitito por la villa 31 que manejaba el hoy viceministro de Desarrollo Social del Gobierno, Carlos Pedrini.
Cuando era vicejefa sufrió un tiroteo en la puerta de la casa de Morón que compartía con Ramiro Tagliaferro.
Luego, como vicejefa se negó a tener custodia hasta que un sospechoso episodio, en la esquina de su casa, que terminó con disparos entre el guardia de la garita y un grupo de delincuentes, le hicieron sonar las alarmas al entonces ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, quien le ordenó tener dos agentes de la Metropolitana a diario.
La gobernadora continúa con sus recorridas territoriales. Lo hace dos o tres veces por semana.
Los tiros se escucharon fuerte mientras cenaba con Ramiro Tagliaferro. Querían robar el auto del guardia. O esa fue la explicación que dieron en la comisaría de Morón.
No quiere que su nuevo cargo afecte el crecimiento de sus tres hijos: Camila, María José y Pedro.
Como sea, Vidal le pidió a Montenegro tener el menor nivel de personal posible. Lo mismo que le encargó a su ministro de Seguridad, Cristian Ritondo.