14 Marzo de 2021 09:00
El apodo de Hernán Montenegro nació en 1992, durante el Preolímpico que la Selección Argentina de Básquet disputó contra el Dream Team estadounidense que lideraba Michael Jordan.
En aquel torneo, el actual participante de MasterChef se tatuó el número 22 en su nuca que, según los expertos en Quiniela y Lotería, tiene como significado el Loco, un apodo que lo describe por completo.
Gracias a sus más de dos metros de altura y a su habilidad con la pelota, Hernán debutó en Alem, el club en su Bahía Blanca natal. Era un adolescente con ganas de comerse el mundo y sus técnicos sabían que llegaría lejos. Así, a los pocos meses, fue convocado al seleccionado juvenil.
Ese fue el salto fundamental para probar suerte en las ligas de Puerto Rico, España e Italia. Tenía 15 años y recorría el mundo. Hasta que finalmente llegó a Estados Unidos y la NBA se puso a un salto de distancia.
“Yo hipotequé mi vida para llegar a la NBA y cuando estuve ahí me di cuenta de que no era el paraíso que imaginaba. Porque ojo, la NBA de los 80 no es la de ahora”, sostuvo en una entrevista.
A pesar de sus esfuerzos, no logró debutar oficialmente en la NBA. Era una promesa con proyección que estuvo en el puesto 57 de la franquicia universitaria de Philadelphia, pero no llegó. Para entonces, el Loco ya se había sumergido en adicciones tras su paso por Europa.
“Era 1983. Yo nunca había tomado una cerveza, ni probado drogas, y de repente estaba tomando rayas de cocaína. Estaba vacío, indefenso y me agarró por ese lado: beber y consumir. Hablamos de la época post Franco en España y era todo un reviente. Mucha noche. Pero, bueno, tuve suerte de probar la heroína y que mi cuerpo la rechazara”, confesó Montenegro varios años después.
Según dijo, consumió cocaína, heroína, ácidos y muchísimo alcohol. Para su familia era una pesadilla y la recuperación parecía un deseo imposible de cumplir.
La juventud y esas vivencias siempre al límite hicieron mella en Hernán y la depresión llegó a su vida. Aunque lo tenía todo, él se sentía vacío. El único camino que veía era el suicidio. De hecho, tuvo dos serios intentos.
“Mis depresiones fueron determinantes para pensar en matarme. La primera vez fue hace como 25 años, todavía jugaba. Me la puse toda de merca, pero Dios me ayudó y mi cuerpo aguantó", contó.
En otra ocasión, el Loco consiguió un revolver, se encerró en su habitación, y allí intentó dispararse. “No salió la bala. Estaba retirado, ya no soportaba la vida. No era la salida, lo sé, pero lo sentí así. Hoy sé que cuesta, pero se puede seguir. Entendí un poco mejor la vida”.
“Es una lucha interna, de todos los días. Es muy fuerte. El suicidio fue una mala idea. Por suerte entendí que no es el camino y hoy está muy lejos de mí. Los depresivos somos personas así, nos cuesta vivir, aunque estemos bien acompañados y, como en mi caso, hayan vivido 100 vidas en una”, agregó.
En otra oportunidad, el ex deportista relató que perdía fácilmente las ganas de vivir, porque no encontraba motivos para seguir adelante. "No me daba placer vivir. Había un gran vacío por mi inconformismo como persona. Me pasaba que me aburría de mí y sólo quería colgarme adentro del placard junto a mi ropa”, sostuvo.
Además, dijo que cree que el problema fue que quemó muchas etapas antes de los 20 años, lo que no lo ayudó porque tenía éxito pero se sentía inmaduro.
"Sos millonario de bolsillo, pero pobre en lo que vivís. Te chupa un huevo todo porque estás subido a un pedestal. Corrés una carrera contra la desesperación de pensar que te vas a morir y querés vivir todo de golpe. Y mientras tanto, al que te paga le chupa un huevo lo que te pasa. Lo difícil es cuando caés”, añadió.
En el medio de esas depresiones siempre se mantenían presentes las drogas, hasta que un día el Loco se dijo que era suficiente. “Venía de un año de consumo permanente hasta que empecé a sentir vergüenza y dije: 'o paro o me mato'. El hecho de ver a mis hijos que se daban cuenta. Sos tóxico para vos mismo y para todos los que me rodean. Estaba destruyendo la vida de mis hijos y la de mi ex mi mujer. Se te rompe tu matrimonio. La vida de un adicto hace que todo lo que rodeás se destruya", recordó.
Y reconoció: “Soy un adicto en recuperación, soy un cocainómano, hace 25 años que no consumo, pero soy alcohólico y es una lucha continua. Mi casa es la camioneta, ahí tengo cargada mi vida porque un día estoy acá y un día estoy allá, yo no sé dónde voy a vivir ni de qué voy a trabajar, estoy en una búsqueda continúa”.
En 2012 dejó al básquet de manera definitiva. Tras su retiro probó suerte en el handball, pero no funcionó. Para colmo le descubrieron una pequeña falla cardíaca que le impedía continuar en la alta competencia. En ese momento, el Loco entendió que debía reconstruirse.
De hecho, durante su vida tuvo muchos trabajos, al punto de que incluso fue presentador de bandas de rock hasta que le llegó la oportunidad de formar parte de MasterChef Celebrity 2.
“Tenía esa base, pero ahora me estoy desayunando que cada día sé menos. Mi cocina es muy buena en lo básico. Cociné mucho con disco, me encanta, es lo mío. Te cocino una bondiola, pollo, cordero, pastas. Lo que se te ocurra, pero en un disco. Es lo que aprendí a hacer y donde me defiendo, pero ahora estoy en otro mundo”, aseguró.
Después de vivir el 2019 con un chamán en el Amazonas para “limpiarse”, el Loco tiene dos grandes proyectos por delante. El primero: irse a vivir con leones a África, algo que se le ocurrió hace varios años y aún no pudo hacer realidad. El otro: pisar la luna. Quiere caminar como Neil Armstrong sobre la superficie lunar. Y cada vez que le preguntan por eso, El Loco responde entre risas: “Averigüé para ir a la Luna y vale 20 palos verdes, ja. En serio te digo, eh. Los rusos por esa guita te llevan. Hace años lo averigüé, mirá la locura que tengo”, cerró.