El amor entre Rusia y Natalia Oreiro comenzó a finales de la década del 90, cuando las telenovelas argentinas de la actriz uruguaya cosecharon un inesperado éxito. Cuando ella eligió concentrar su carrera en la música, el público ruso redobló su cariño hasta convertirla en un ícono nacional.
“En Rusia se vio primero Ricos y famosos pero fue sin dudas Muñeca Brava que se vendió a 90 países la que me permitió saltar fronteras”, relató en una entrevista. La primera vez que pisó Moscú fue en 2001 y quedó fascinada.
En 2020, esa increíble relación quedó registrada en el documental Nasha Natasha, un documental que muestra la gira de Oreiro por Rusia y el fervor que despierta en el público. De hecho, durante el Mundial 2018, quedó demostrado que en Moscú era más famosa que Lionel Messi.
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Durante una entrevista en la televisión ruda, Oreiro había dicho: “Me falta que el presidente Putin me dé el pasaporte, no existe extranjera más rusa que yo”. Luego miró a cámara y lanzó, con ese carisma arrollador: “Putin, dame el pasaporte”. El deseo se le hizo realidad.
Al ser consultada por qué razones querría la ciudadanía rusa y si se mudaría, Oreiro contestó: “Para mí sería un honor desde un punto de vista simbólico. Claro, no viviré en Rusia, tengo residencia en Argentina, y mi hijo va a la escuela allí, pero esta es una forma de agradecer a todos el amor que me dan”.
Hoy, finalmente, el presidente ruso Vladimir Putin le otorgó la ciudadanía a Natalia. El decreto fue publicado en el Boletín Oficial de ese país. Y reza: “La ciudadanía le será otorgada a Natalia Marisa Oreiro Iglesias, nacida el 19 de mayo de 1977 en Uruguay, junto a su hijo, Merlín Atahualpa Mollo Oreiro, nacido el 26 de enero de 2012 en Argentina”.
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Hace un tiempo, ella había develado que había iniciado los trámites para tener la ciudadanía junto a su hijo Merlín y a su esposo, Ricardo Mollo. Y había contado sobre los comienzos de su amor por Rusia: “Cuando fui la primera vez era muy chica, tenía 20 años y fue un flash, pero pensé que era una moda. Pero cada vez que iba había más gente”.
Durante más de una década, Oreiro viajaba al menos una vez al año a Rusia. Hasta que en 2014 fue por más y realizó una gira por 16 ciudades a bordo del tren transiberiano. Una experiencia que la marcó para siempre. Y relató sobre Rusia: “Es un amor recíproco que fue creciendo con el tiempo, porque dejé de ser la Muñeca Brava y me convertí en Natalia”.