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Alcohol, antidepresivos y crisis: Delfina Chaves habló de su dramática adolescencia

La protagonista de ATAV recordó sus años más duros.

22 Septiembre de 2019 16:15
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Delfina Chaves vive, sin lugar a dudas, un excelente presente profesional. Después de dar pequeños, pero precisos pasos en su carrera como actriz, la actriz se despegó por completo de la imagen de su hermana mayor, Paula Chaves, al sumarse como una de las protagonistas de la ficción del momento: Argentina, tierra de amor y venganza.

En efecto, la primera en hablar sobre la dura vida familiar de las Chaves fue Paula. Años atrás, la modelo reveló los problemas de salud que sufrió su madre tras su divorcio. "Mamá, con cuarenta y pico, se vio sola; sin profesión, sin saber hacer nada y se deprimió. Comenzó a tener actitudes raras. Al poco tiempo buscó alivio en el alcohol. Después, comenzó a tomar dosis dobles de antidepresivos, a mezclarlas con la bebida y se perdió. Todos los adictos necesitan tocar fondo".

En ese entonces, Delfina era todavía una adolescente y vivía, a diferencia de Paula, junto a su madre, Alejandra. Fue en ese momento en el que se le despertó la parasomnia, un síndrome de alteración del sueño. "Tengo tres al mes, pero no tengo alucinaciones, ni apariciones. No puedo controlar la respiración cuando aparecen. Es como estar encerrada adentro de mi cuerpo. No me puedo mover, ni alterar nada, La única forma de que se me vaya es relajarme para poder volverme a dormir, cosa que es imposible", reveló tiempo atrás en las redes sociales.

 

Corría el año 2008. Paula había llegado a la final del reality Super M y daba sus primeros pasos en el mundo artístico, aunque todavía no era tan conocida. "Fue a los doce cuando empecé a sufrir los primeros ataques de ansiedad. Fue difícil entenderlos, porque no distinguís si lo que estás viviendo es real, es como si te alienaras. Fueron años duros. Me habían dejado sola con mamá y nuestra relación no era la mejor. Me ocupaba mucho de ella, hasta que necesité un espacio de cuidados para mi".

"Nadie me sacaba de ahí y un día me iluminé. Pensé: 'Delfi, esto es una decisión muy personal'. A los trece hice mis valijas, pedí un remis y le dije: 'Perdón ma, pero es hora de priorizarme'. Le caí a mi papá (Miguel Ángel), en su mini departamento de soltero, con mi uniforme de colegio y el 'acá me quedo'. Durante cuatro años me acomodó donde pudo, en un cuartito sin persianas", recordó en diálogo con la revista Gente.

 

La convivencia con su padre no fue la solución que esperaba. "Asumo que el problema era yo. Era picantísima, contestadora. Estaba pasándola muy mal, fuese donde fuese. Al 'escapar' de casa de mamá, sobrecargué la mochila de papá con toda la idealización y miles de inconformidades y demandas. Le reclamaba todo aquello que necesitaba de mi vieja. Él tenía que saber de antemano cuando yo estaba mal; y saber cómo y hasta cuándo quedarse al lado mío. A veces era un 'bueno, Delfi, tranquila mi amor'. Y otras se iba. Le exigía demasiado y él podía hasta cierto punto".

A sus 17 años, Delfina decidió empezar terapia. "Llegó un momento en el que ya no alcanzaban los 'tranqui, Delfi', vas a estar bien. Necesitaba la voz de alguien extra-familiar que me escuchase sin las preocupaciones de la diaria y sin etiquetarme. Que me sentase y dijese: 'A ver, ¿cómo lo viviste? ¿Qué sentiste? Revisemos el porqué'. Un día llamé a una psicóloga, pedí una cita y comencé a encaminarme. Mi psicóloga me salvó la vida. Me ayudó a mirarme de cerca, a quitarme algunas culpas; porque soy tan culposa. Entendimos juntas de dónde viene esa ultra moral conmigo misma, esa necesidad de controlar todo. Porque la ansiedad tiene que ver con eso. La amo. Es el día de hoy que cuento con su mensaje de WhatsApp y hasta viene a verme a cada estreno".

Por último, la protagonista de ATAV destacó la importancia de hablar de la salud mental: "Si hago público este tipo de relatos, lejanos a la victimización, es para concientizar. Para que la salud mental deje de ser un tabú, un fantasma que mete miedo y que se convierta en tema de charla corriente. Para que se abran caminos de tratamiento y solución. Sin prejuicios, ni miedo a que nos crean locos. No hay certeza de que no me suceda otra vez. Pero gané la tranquilidad. Hoy sé que tengo las herramientas necesarias para hacerle frente, asimilar la situación y acompañarla".