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Amores desconocidos y el nexo con la aristocracia porteña: los secretos de Máxima

En su libro Máxima, la construcción de una reina, los periodistas Rodolfo Vera Calderón y Paula Galloni investigan a fondo cada aspecto de la argentina que los holandeses adoran.

por Matias Ayrala

02 Mayo de 2021 10:55
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¿Cómo hizo una argentina de clase media-alta para llegar ser reina? ¿fue algo que buscó? ¿cómo era su vida antes? ¿cuáles eran sus ambiciones? ¿quiénes fueron sus primeros amores? ¿se enamoró rápido de Guillermo Alejandro? ¿Cómo se adaptó a la cultura de Holanda? ¿qué piensa de su país? ¿y qué piensa la oligarquía argentina de ella?

Todas esas respuestas las encontramos en Máxima, la construcción de una reina, el nuevo libro de los periodistas Rodolfo Vera Calderón y Paula Galloni, que salió a la venta el 1° de mayo, editado por Penguin Random House y, por supuesto, relata (en todas sus etapas) la vida de Máxima Zorreguieta, la reina consorte de los Países Bajos.

En una entrevista con BigBang, los autores revelan qué descubrieron a lo largo de su investigación y cómo se forjó la historia de Máxima, una joven que partió a Estados Unidos en busca de un trabajo en Wall Street y su vida cambió para siempre.

 

-¿Cuándo comenzó el trabajo de investigación y por qué eligieron a Máxima Zorreguieta?

-Paula: La idea fue de Rodolfo. Él hace unos años escribió un libro sobre Cristina Onassis en 2014, y quedó con contacto con la editorial. A partir de ahí, empezaron a pensar distintas nuevas propuestas y a Rodolfo se le ocurrió escribir sobre Máxima. ¿Por qué? Porque los dos trabajamos en Revista Hola durante muchos años, él durante cinco y yo durante ocho, y siempre nos quedaba un montón de información que no se podía publicar. La realidad es que Hola es una revista que si bien habla de la realeza, toca los temas más lindos, suaves y románticos, entonces, había cuestiones, que siempre quedaban afuera. Así que seguimos adelante con el libro y pudimos desarrollar este libro.

-Rodolfo: En Hola me ocupaba de todos los temas de realeza, me tocó cubrir la entronización de ambos, hice muchas tapas de Máxima y era un personaje que ya me lo sabía de memoria. Pero, por un lado, todo lo que escribía para Hola era el lado amable y al mismo tiempo, uno se iba a enterando de cosas por está profesión... Me fui de Hola en 2015, empecé a colaborar con Hola España, le di vueltas a varios proyectos y, finalmente, llegó esta idea. Justo Máxima va a cumplir 50 años y les encantó la idea. Entonces me di cuenta que necesitaba que tomara fuerza periodística y le pregunté a Paula, a quien quiero mucho como profesional y como persona. También necesitaba que tuviera una voz femenina y argentina. Así que así arrancó todo. Estuvimos en Pergamino, donde sumamos muchos datos y corroboramos otros que ya teníamos.

 

 

-¿Qué capítulos de la vida de Máxima encontramos en el libro?

-P: Hay una biografía anterior de Máxima que habla de su vida antes de casarse. Después la reeditaron cuando se convirtió en reina consorte. Pero la verdad es que es totalmente diferente al nuestro. En La construcción de una reina se van a encontrar con los lados desconocidos de Máxima, no es una biografía como tal. Con Rodolfo buscamos lo que nunca se supo. Nos sirvió para poner en contraste la información con la nuestra y también para verificar algunos datos que son erróneos en esa biografía. En nuestro libro, mediante distintas fuentes pudimos corroborar cuál fue la verdad en su vida?

 

 

-¿Por ejemplo? ¿qué parte de la vida de Zorreguieta?

-P: Por ejemplo, su vida en New York es algo totalmente desconocido. Y nosotros entramos en profundidad en esa etapa. Nos parecía como algo que a todos los argentinos nos iba a interesar. En esa etapa comienza la transición de Máxima siendo una mujer argentina que llega a New York y cumple su sueño de trabajar en Wall Street. Pero, además de conocer a gente muy poderosa, se acerca a la persona que le termina dando a conocer al príncipe. En realidad, ya la conocía del colegio Northlands a Cinthia Kaufmann. Ella se la reencuentra en New York y aunque no era muy amiga, en Estados Unidos se dio cuenta que era una mujer con muchos contactos y se acerca. Finalmente, Kaufmann le termina presentando a Guillermo Alejandro. Entonces, en esa etapa hay toda una transición de Máxima. Padece un montón de cosas en Estados Unidos y hay un cambio abrupto en ella. También hablamos sobre su familia. Sobre todo de su familia materna pero no descuidamos lo que tiene que ver con su padre. De hecho, hay un anexo en el libro con una entrevista a un historiador que se llama Arnold Karskens, que es el único que se animó a escribir la historia real de Jorge Zorreguieta en los Países Bajos.

 

-Cuando Máxima llega a Estados Unidos, ¿ella busco llegar al poder o fue pura casualidad?

-R: La vida la sorprendió. La vida la sorprendió de una forma que ella jamás se imaginó. Ella hubiera estado feliz casada con un Álzaga, con un Álvear o con un Anchorena.

-P: Máxima no se quería casar con cualquiera. Quería buscar a una persona con alguien que le diera status social. Quería casarse con alguien de la aristocracia o con alguien de apellido patricio de Argentina.

-R: El objetivo de Máxima era escalar un poquito más de lo que ya había podido escalar su padre. Con esa misma escuela y con esa misma impronta. Ella nunca se imaginó llegar a conocer a un príncipe heredero. Ahora pongámonos en la cabeza de esta chica: toda su vida pensó en buscar alguien de la alta sociedad y llegó Guillermo Alejandro. Para ella era como tocar el cielo con las manos. Fue muy lista, muy enfocada y lo logró. Todo el bagaje que ella tenía, la ayudó. ¿Cuántas mujeres se le habrán tirado al príncipe? Pero se quedó con ella. Creo que la educación de Máxima, su impronta de haber crecido en un entorno de clase media-alta y haber ido a un buen colegio, le dio como las bases para saber moverse y darse su lugar y que este hombre la tomara en serio.

 

 

-Además de esa forma de ser, ¿qué más le gustó de esta mujer que es de Argentina y tenía otra cultura diferente?

-P: Lo que cuentan los que lo conocen es que los dos son personas divertidas, que les gusta la fiesta, tomar ricos tragos y bailar. Entre los suyos, Guillermo Alejandro era un tipo que le gustaba la diversión y a Máxima también. Un holandés se encontró con una latina que tiene toda la onda y eso lo envolvió. Lo conquistó porque Máxima no sólo era una mujer educada, con una carrera y encima divertida. Lo volvió loco su forma de ser.

 

-Durante el velatorio de Inés, su hermana, que se suicidó, Máxima no lloró. En su libro contaron que cantó junto a otro hermano. ¿Hubo cambios en la personalidad de Máxima cuando se convirtió en reina consorte?

-R: Cambió todo. No nos olvidemos que ella, de estar a un cierto nivel, en un cierto status, aunque no era una familia rica, no tenían propiedades, no tenían apellidos, ella se juntaban con gente de la aristocracia, era su entorno. Entonces creo que siempre tuvo algún complejo de inferioridad. Al escalar tan alto y de llegar a convertirse en una reina consorte, dijo: “¡Ahora se van a enterar quién soy!”. Ahí ella, por fuentes muy cercanas, cada vez que viene a Argentina, le gusta desplegar ese show-off.

 

-¿En qué se ve eso?

-R: Se ve en todos sus guardias de seguridad, en ese despliegue enorme. Y cuando llega a un lugar le gusta que se note. Todo el tiempo, ella les recuerda a todos quién es. Aunque esté en su entorno. Una de las fuentes que nos contó todo lo de New York, me dijo que una vez, en una reunión, que ella, después de que el la llamó “Max” porque se conocían desde jóvenes, la ayudó cuando no tenía donde vivir y tenían ese nivel de confianza, ella le contestó: “Te voy a pedir que cuando estemos en público, te dirijas a mí como señora o como majestad”. Y mi fuente se reía y me dijo: “¿Qué? Esta arrastrada a la que le tenía que comprar los sandwiches porque no tenía para comer, tiene el mal gusto de hacerme esa advertencia”. Ahí demuestra que ella tiene cierto complejo. No sabe diferenciar y no terminó de procesar ese pasado.

 

-¿Y cómo es la relación actual entre Máxima y la alta sociedad argentina?

-R: Una amiga mía me ha contado que ella insiste en acercarse a mujeres de la aristocracia cuando viene a fiestas o reuniones muy privadas. De hecho, mi amiga pasa de ella cuando la ve, pasa de ella. La saluda como si fuera una cualquiera. Ella es de un gran apellido patricio y es dueña de miles y miles de hectáreas y no le interesa. Pero ella me dice: “Me doy cuenta que cada vez que me ve, quiere agradar”. A Máxima en el fondo le quedó eso del pasado, jamás pudo llegar a la aristocracia argentina.

-P: Desde que es reina consorte, existen dos Máximas. Una es la que viven en los Países Bajos y otra la que viene a Argentina. Porque ella necesita venir a su país y cuando viene, a ella le gusta ser el centro de atención, le gusta mostrar opulencia. Se nota en su forma de vestir. De hecho, en el capítulo de la muerte de su hermana Inés, hacemos mención que cuando ella entra a Fervor, un restaurant muy conocido de Buenos Aires, a tres días de la muerte, estaba vestida de una manera que a todos les llamó la atención porque alguien de luto no se vestiría así.

-R: Nadie va a la parrilla donde va toda la aristocracia, en pleno Recoleta, a los tres días de enterrar a una hermana que se suicidó. Es hasta de mal gusto. Si estaba antojada de chinchulines, hubiese pedido un Rappi.

-P: Como digo son dos Máximas. Una es la que cumple con los protocolos. Y la otra es la dueña de una argentinidad burguesa. Que no puede soltar. Con todas las fuentes con las que hablamos, nos contaron que cuando viene al país, es esa persona que contaba Rudy.

 

-¿Qué más podemos encontrar en el libro?

-P: Son 12 capítulos más el anexo de Jorge Zorreguieta, en el que hablamos de ese rol en la última dictadura militar en Argentina. Cada capítulo tiene secretos que nadie conoce. En el primer capítulo contamos cómo se conocieron sus padres, la relación de su padre con su primera mujer y las diferencias con sus medias hermanas. En el capítulo 2 es su historia en New York, cuáles eran sus condiciones económicas en ese momento y cómo es su vida en New York, que nunca se supo.

-R: En el capítulo 3 hablamos de la historia de Guillermo Alejandro y la historia de los Orange, para hablar un poco de la familia real de los Países Bajos. Así que hacemos un raconto breve de la historia de Holanda. También hay un capítulo muy picante en el que hablamos del mundo de las micro finanzas de Máxima, porque a lo largo de la investigación, nos dimos cuenta que en la economía dura y la academia cuestionaban muchísimo el tema de los micro-créditos porque son instrumentos que empobrecen más a la gente y es usura. Y analizamos esos mecanismos que usa y la bancarización de gente pobre que termina siendo un negocio encubierto y responde a diversos intereses.

 

 

-También hablan del rol político que quiere ocupar Máxima.

-R: Claro porque ella no puede ocupar ese lugar. Ella es la reina consorte. Y hablaba con un amigo que cubrió el foro económico mundial y ellos estaban con los presidentes y, de repente, aparecía Máxima y se comportaba como una más. Traía una agenda casi como la de Barack Obama, se reunía con presidentes y el primer ministro quedaba siempre relegado, como el perrito faldero de la reina. Y a ellos les llamaba mucho la atención, cuando ni siquiera es el Soberano porque la reina consorte. Y ellos veían a otras reinas que hablaban de género o de la desnutrición infantil, temas sociales, y ella no se sacaba el chip de la economía.

-P: Y ella se hizo un lugar entre los Orange y encontró un camino que la representa. Después hablamos de su imagen, su estilo y cómo usa las joyas y la ropa. Comparada con las antecesoras, en un país austero y protestante, esta señora tira la casa por la ventana.

 

 

-¿Es así?

-R: Ella se pone todo lo que encuentra. Hay un borde muy fino entre un cocoliche y una reina. Porque no solamente tiene que ser una reina sino también parecerlo. Y a ella se le va un poquito la mano. Cuando va a un casamiento o a una visita de Estado, cree que va a los Oscar. Ella aparece como si fuera Kim Kardashian. Pero vuelvo a su cosa latina. Esa crianza con las mechas rubias, las uñas rojas, escote, cintura y se pone todo. También se cuelga todo.

-P: También hay un análisis sobre las joyas de la Corona Holandesa, de las más caras del mundo. Que no le pertenecen a Máxima sino que son de la Corona. Ahí explicamos cómo funciona todo eso, cómo elija y cómo está a disposición el Cofre Real.

 

-Además de la historia de la coronación y del vínculo con sus hijas, ¿cómo es la vida de Máxima cuando se instala en el palacio de Huis ten Bosch, después de que la suegra abdica?

-R: Ellos cuando se mudaron, hicieron una reforma total del palacio. Gastaron 63 millones de euros. Pero esa reforma también habla de la autorreferencialidad de Máxima. Su suegra vivió ahí 35 años y esta señora llegó y tiró todo abajo e hizo todo a nuevo. En uno de los salones, en una pared mandó a pintar la historia de su marido, en otra la historia de su marido y en otra su propia historia. Entonces hay un mural con su traje, un cóndor que baja, un mate y otras cosas. Parece increíble. Fue autorreferencial en un país donde sobran obras de arte. Cuando tienen a los artistas más fabulosos, ella se mandó a hacer su mural con su vida.

-P: Otro detalle de ese palacio, en una de las salas que lleva al escritorio de Guillermo Alejandro, se le ocurrió a Máxima hacer un salón que se llama ADN, que es muy extraño. Lo mandó a hacer a varios artistas, tienen ladrillos en la pared que salen y que entran y forman distintas formas en la pared. La excusa es que, supuestamente, esas formas son las del ADN que combina Guillermo Alejandro con Máxima. Es muy raro todo.

-R: Es increíble que haya eso. No se entiende.

-P: En ese mismo palacio, existe el Salón Orange, que es un museo con obras de arte antiquísimas e invaluables, y en otros ambientes, pasan esas cosas a pedido de Máxima que son de muy mal gusto.

 

 

 

 

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