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Antes de Natalia Oreiro: el actor que le disparó a otro en una película argentina

Fue en 1939. El arma estaba cargada. Tomó su escopeta y disparó. Hizo estallar un porrón de cerveza que su compañero iba a tomar. ¿Vale todo en el cine?

23 Mayo de 2017 10:54
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En estos días, Natalia Oreiro fue noticia cuando reveló un hecho desgraciado: el acoso sexual que sufriera de parte del actor cubano Jorge Perugorría en la miniserie "Lynch". La actriz contó que durante el rodaje de la miniserie Perugorría se emborrachó y la quiso "avanzar", pero fue aún más allá: en una escena romántica le arrancó el corpiño, sin que eso estuviera previsto en el guión. Oreiro se quejó ante el director de la miniserie y éste, en atención a su queja, ordenó repetir la escena de acuerdo con las pautas originales. Fue un momento en el cual la realidad y la ficción se mezclaron: un actor se salió de lo que establecía el guión para su personaje y traicionó el "contrato" que tenía con su compañera de escena.

Oreiro denunció que sufrió acoso por parte de su compañero de la serie "Lynch".

En 1939, en una película argentina, un actor también mezcló la realidad y la ficción cuando le disparó a un colega con un arma cargada. Obtuvo un verosímil perfecto: su compañero de escena lo miró aterrorizado. Es que no hubo actuación alguna: estaba aterrorizado de verdad.

Florencio Parravicini, a punto de disparar con su escopeta cargada.

La víctima y el victimario fueron dos grandes actores argentinos. El que disparó con su escopeta fue nada menos que Florencio Parravicini. El que recibió el disparo fue Tito Lusiardo. Sucedió en La vida es un tango, de Manuel Romero, un filme musical muy taquillero de la época, protagonizado nada menos por Hugo del Carril, una gran estrella que vivía un romance con una jovencísima Sabina Olmos. Parravicini y Lusiardo eran los principales actores de reparto.  

El pánico nada fingido de Tito Lusiardo.

El que reveló los hechos fue el propio Lusiardo en 1974, 35 años después, para la revista 7 Días ilustrados. "Yo alzo el brazo y de pronto me encuentro con la mano vacía. Parra de un certero balazo me había hecho volar la copa de la mano. El susto y la sorpresa mía se notan en la película. La escena no sólo parecía real, sino que era real. Parra entonces se acercó a mí, que estaba lívido, y palmeándome me dijo: 'No te asustes. Tito, yo nunca fallo con un arma en la mano'.

La película del disparo

La escena se puede ver en el video compartido por BigBang, unos segundos después del minuto 7. Tal vez el paso del tiempo desdibujó un poco los detalles en la memoria de Lusiardo: no se trataba de una copa, sino de un porrón de cerveza. No la tenía en la mano, sino apoyada sobre el piano. Lo que salta a la vista es el pánico. Aunque Lusiardo se lo tomó con naturalidad, lo cierto es que Parravicini traicionó su confianza y, lo que es peor, puso en peligro su vida. Si hubiera fallado, no lo recordaríamos como un perfeccionista que buscaba la mejor escena posible, sino como un asesino.