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Antonio Ríos, su dura niñez y un sueño incumplido: "Me gustaría haber sido futbolista"

La leyenda de la movida tropical habló con BigBang y recordó cuando estuvo a punto de jugar en el Racing campeón del mundo. 

24 Octubre de 2020 10:00
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Si de cumbia hablamos, Antonio Ríos es uno de esos nombres que de ninguna manera pueden faltar. A los 66, fue parte de los grupos más populares en la historia de la música tropical. Pero si bien sus inicios a principios de la década de los 80 lo tenían como cabeza del grupo Green, en el que cantó dos años, fue en el grupo Sombras (1987), cuyo hit "La mala gata" dio lugar a "Malagata", grupo donde se ganó el respeto y el cariño del público.

Pero la vida del músico, frenética y alocada, nunca fue fácil. En el plano sentimental, pasó por un matrimonio, otra media docena de concubinatos, poliamor, 20 hijos y 14 nietos. También participó de más de 30 mudanzas, protagonizó dos accidentes automovilísticos -el primero fue en Misiones, a bordo de un Mercedes, y el segundo a 200 kilómetros en una 4x4, a la altura de Mercedes- y un desplome de escenario en un show en Bragado

Al mismo tiempo, llegó al éxito viniendo dela nada; nació en una humilde familia en La Escondida, una localidad del Chaco. Madre correntina, padre chaqueño, se crió escuchando chamamé, jugando a la pelota en alpargatas y lustraba zapados junto a su hermano Miguel en la esquina de Catamarca y Congreso, en Lanús, para llevar plata a la casa y luego de que la familia emprendiera viaje hacia Buenos Aires.

Esto lo fue formando, sostiene que lo ayudó a ser quien es y hoy en día puede ostentar sus más de "1.400 composiciones" que lo llevaron a ser bautizado como "El Maestro", mientras se prepara para incursionar en algo que para él sigue siendo un mundo nuevo: los shows por streaming.

El próximo 7 de noviembre, la leyenda de la movida tropical presenta “Más de 30 años de éxitos”, su segundo show vía online dirigido a todo el mundo, donde repasará las tres décadas de carrera que lo consagraron como el artista más emblemático del género.

En diálogo con BigBang, el fanático de River contó que pasa gran parte de sus días "sufriendo" por la cuarentena debido a la "falta de laburo" y afirmó que de tener la posibilidad de cambiar algo en su vida, dejaría la música solamente para ponerse los botines: "Me gustaría haber sido futbolista".

Se viene un nuevo show por streaming.. ¿Cómo estás transitando esta pandemia?

-Sí, por suerte podemos trabajar. Vamos a estar haciendo éxitos de Sombras, Malagata y vamos a tocar varios temas de mi época como solista. También voy a estar con mi hijo, Diego, y a presentar a Nicolás, mi otro hijo que está dando sus primeros pasos en todo esto de la música. 

Dentro de todo tengo músicos que son muy leales al grupo y siempre están. Ellos son los que llevan este tema de la movida por streaming, yo solo voy y canto. En esta cuarentena estoy sufriendo, como todos. Sobre todo con los músicos que forman parte de mi equipo porque no tenemos laburo. ¡Es horrible! Conmigo trabaja mucha gente y hasta mediados de junio tenía muchísimos shows que se terminaron cancelando.

Durante tus más de 30 años de carrera pasaste por varias grupos, como Sombras y Malagata, y ahora sos solista. ¿Con cuál de estas etapas te quedas?

-Me quedo con la etapa de solista, porque en los grupos todo era compartido, sobre todo la paga (risas) y porque yo no era el dueño. ¿Podés creer que tengo la mala suerte de que en todo los grupos en los que estuve me echaron? (se ríe) Algunos en la banda ni siquiera hacían nada y se llevaban todo como si hubieran hecho algo. Yo era el compositor y cantante, y cuando quería opinar me rajaban.

De Green me rajaron, me daban apenas diez pesos por cantar toda la noche. A Sombras entré haciendo coros y ya me pagaban 100. Pero en 1990 se separa Sombras. Nuestro gran competidor por entonces era Adrián y los dados negros. En 1991 vinieron a buscarme de México. Querían que fuera el competidor de Marco Antonio Solís, que se había separado de Los Bukis. Me ofrecían 100 mil dólares, casa, compañía discográfica.

Pero nunca acepté esa oferta, pero no porque fuera poca plata. Acá estaba el uno a uno, yo estaba bien. Hacía 30 bailes por semana. No quería ser egoísta y dejar en banda a todas las familias que trabajaban conmigo. 

Siempre andas con un rosario, ¿sos creyente?

-Yo soy muy creyente de Dios. No voy a la iglesia, pero sí leo la Biblia. Mis viejos era católicos y durante mi niñez hubo un verdulero que me decía que iba a orar por mí y que sabía que los milagros existían. Un día me dijo: "Vos cantas muy bien y voy a hablar con Dios para que te ayude".

Fue en ese momento que me dijo que tenía que agarrar la Biblia. Yo lo escuchaba porque era un hombre muy bueno, yo labura con el yerno de él y me decía que nos veía siempre trabajar juntos y resaltaba que yo trabajaba muchísimo.

Fue entonces que un día me dijo que había hablado con Dios y me contó que le había dicho que no se preocupara, que tenía un muy buen futuro para mí. En aquella época mucho no le creía y le pregunté: "¿Cómo sabe usted que Dios le habla?".

Ahí me miró a los ojos y me dijo: "Antonio, es la fe. Cuando hago una oración y le pido a Dios, si todo está en silencio significa que no me quiere decir nada. Pero hoy cuando le hablé recibí una brisa muy fresca que me erizó la piel y deduje lo que me dijo". Fue un mensaje muy lindo el que me dio. 

Tuviste una niñez difícil y te fuiste haciendo camino hasta convertirte en El Maestro: ¿cambiarías algo o dejarías todo tal y como está?

-Yo lo dejaría así como sucedió, aunque me gustaría haber sido futbolista. Esa fue un sueño frustrado el que tuve por no elegir un club grande para jugar. Me equivoqué, elegí un club chico (por el Porvenir) por acompañar a mi hermano y lo pagué.

Estaban todos jugando en El Porvenir y me metí yo también. El técnico en aquella época me preguntó si quería jugar, fui al vestuario pedí un equipo de botines y ropa, y jugué 10 minutos. Ahí el técnico me llamó, me dijo que jugaba muy bien y me pidió todos los datos para ficharme.

En aquel momento me entusiasmé, tenía 16 años. Pero a los 18 años salió la posibilidad de jugar en Vélez o en Racing, y todo se complicó. Primero fui a probarme en Vélez y me aceptaron. Me dijeron que vaya a las prácticas para hacer un par de pruebas más y a los pocos días salió la posibilidad de jugar en Racing, que estaban probando jugadores. Por cercanía, yo vivía en Lanús, prefería jugar en Avellaneda. 

Hice tres goles en 20 minutos, no me los voy a olvidar nunca. Ellos venían de salir campeones del mundo (en 1967). Estaban todos los campeones, Perfumo, Basile y el chango Cárdenas, y el técnico me dijo que me iban a llamar. Pensé que era una falsa promesa, de esas que se le hacen a los pibes para sacártelos de encima. Pero un 2 de febrero me llegó el telegrama para que me presente.

En ese momento (al momento de probarse) no les había dicho que ya estaba fichado y cuando les conté lo del Porvenir, me dijeron "que macana". Desde Racing me dijeron que no iban a poder hacer nada y me mandaron a preguntarle al técnico si me dejaba irme con ellos.

Cuando le pregunte al "Porve" si me dejaban el pase, yo ya estaba jugando en la quinta y era el goleador, me dijeron que "no, que era imposible". A partir de ahí comencé a hacer la mía. Dejé el futbol, no fue nunca más a entrenar y me dediqué al canto. 

Uno de tus más grandes hits es "Nunca me faltes", pero una vez te escuché decir que la canción tenía otra finalidad...

(Risas) La chica no me aceptaba y se resistió mucho. Cuando hice el tema cayó hasta el punto que fue mi pareja durante cuatro años y hoy somos grandes amigos. Se podría decir que Nunca me faltes es mi caballito de batalla. La escribí en 15 minutos, en 1996.

Yo no buscaba un hit, sino enamorar a María Eugenia (empleada de una remisería que siempre lo invitaba a tomar mates). Ese día, cuando nació la canción, le dije "mañana a la noche nos vemos en Metrópolis". Y bailamos toda la noche y no pasó nada.

Mis amigos me decían que no le tenía que rogar. Y se me ocurrió dedicarle un tema y cantársela a capela. Tuvimos que pasar por una estación de servicio para comprar una birome y anotarla. Ella enloqueció de la alegría y con el tiempo fuimos pareja. 

¿Qué es la cumbia para Antonio Ríos y cómo ves el género actualmente?

- La cumbia para mi es lo más, porque gracias a la cumbia hoy están todos los chicos que me rodean. No solo mis hijos, mi familia, sino todo mi equipo. Gracias a la cumbia hoy tengo una mejor vida. Yo trabajaba todos los días, 14 horas, y me costo muchísimo llegar.

Necesitábamos llevar monedas a casa y papá armó dos cajoncitos para lustrar zapatos. Nos puso a mi hermano Miguel y a mí a lustrar en la esquina de Catamarca y Congreso, en Lanús. Yo tenía siete años y lustré hasta los 11. Lo hacíamos descalzos y soñábamos con una mejor vida.

Pasé por momentos muy feos. Pagaba por tocar en boliches y canté gratis hasta me hice famoso. Los dueños nos decían "vengan para una prueba" y nos prometían que si la banda andaba bien nos contrataban, pero siempre nos decían que "no había gustado mucho" a pesar de que el público enloquecía.

Actualmente veo qué hay chicos que cantan bien. Ráfaga sigue de pie. Pablo Lescano con su música anda muy bien, lo que pasa es que hoy ya no hay tantos bailes como los había antes. Antes había 500 y ahora, como mucho, hay menos de 80.